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Ubicada en el condado de Berkshire, en Inglaterra, Holywell City recibe octubre con temperaturas que oscilan entre los 6°C y los 15°C. Se esperan lluvias durante todo el mes, con ocasionales tormentas provenientes del sur. Fuertes ráfagas de viento atraviesan la ciudad de punta a punta, por lo que es recomendado no dejar objetos sin supervisar a la intemperie.
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Días de octubre ≈ Maggie
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Días de octubre ≈ Maggie
Recuerdo del primer mensaje :
El viento no cesaba ni por asomo, por lo que tuvo que asegurarse de que la maqueta llegaría a salvo a su destino. O que al menos llegaría, porque no le sorprendería si de repente saliese volando y fuese a parar a la otra punta del lago. Tendría que rehacerla, seguro, pero, siendo honestos, esa era la parte que más le gustaba de su carrera, esa y hacer los planos, así que por él no había problemas. El problema, seguramente, sería su padre, que no podría volver a conseguirle MDF de 2 milímetros de ancho para asegurarse de que las paredes pareciesen reales. Por lo que la pensó mejor cuando una ráfaga amenazó con hacer enojar al señor Robbinson. ¿A dónde iba? A casa de Maggie, por supuesto. ¿Y por qué iba allí? Pues, si hace falta decirlo, últimamente buscaba cualquier excusa para estar con ella. Y con Percy, desde luego, el gato que pertenecía a Maggie pero que Wes tenía por propio.
¿Has escuchado alguna vez que no hay que cantar victoria antes de tiempo? Bueno, el chico logró llegar con la maqueta sana y salva hasta el edificio. Abrió la puerta de entrada y todo, sonriendo porque el viento no le había ganado la mano. Plot twist. La maqueta se le cayó mientras subía las escaleras. Sería exagerado decir que se hizo añicos, porque la verdad es que apenas sufrió algunos rasguños, sin contar con que tendría que cambiar el techo si esperaba lucirse. La recogió en lo que tardas en parpadear, soltando uno que otro improperio mientras verificaba que los daños no fuesen mayores. Se apresuró a llegar al apartamento de Maggie, concentrándose en no volver a soltar su proyecto mensual. Fue, de hecho, un alivio ver la puerta, el 2ºD, todo lo que indicaba que ese era el lugar donde ella vivía, tan distinto por dentro del resto del edificio. Sostuvo la casi casa de verano con una mano mientras que con la otra llamaba con fuerza a la puerta, siguiendo el mismo patrón de golpes que usaba siempre - toc, toc-toc, toc - y dando un paso atrás, a la espera de que le abriera. ¿Se había acordado de avisarle que iba hacia allí? A lo mejor... no, sí lo había hecho, le había enviado un mensaje después de cruzar la Surrey.
¿Has escuchado alguna vez que no hay que cantar victoria antes de tiempo? Bueno, el chico logró llegar con la maqueta sana y salva hasta el edificio. Abrió la puerta de entrada y todo, sonriendo porque el viento no le había ganado la mano. Plot twist. La maqueta se le cayó mientras subía las escaleras. Sería exagerado decir que se hizo añicos, porque la verdad es que apenas sufrió algunos rasguños, sin contar con que tendría que cambiar el techo si esperaba lucirse. La recogió en lo que tardas en parpadear, soltando uno que otro improperio mientras verificaba que los daños no fuesen mayores. Se apresuró a llegar al apartamento de Maggie, concentrándose en no volver a soltar su proyecto mensual. Fue, de hecho, un alivio ver la puerta, el 2ºD, todo lo que indicaba que ese era el lugar donde ella vivía, tan distinto por dentro del resto del edificio. Sostuvo la casi casa de verano con una mano mientras que con la otra llamaba con fuerza a la puerta, siguiendo el mismo patrón de golpes que usaba siempre - toc, toc-toc, toc - y dando un paso atrás, a la espera de que le abriera. ¿Se había acordado de avisarle que iba hacia allí? A lo mejor... no, sí lo había hecho, le había enviado un mensaje después de cruzar la Surrey.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
De repente Wes se quedó callado, y quieto como una estatua, y Maggie frunció ligeramente el ceño. ¿Acaso había dicho algo fuera de lugar? Continuó mirándolo, pero él parecía no querer reciprocar el gesto, porque continuó mirando hacia otro lado y aún totalmente quieto, pero apenas unos segundos después respondió, y Maggie sonrió ligeramente con el labio inferior entre sus dientes, porque podía ver que estaba algo nervioso, y que sus mejillas no estaban precisamente pálidas, y eso le pareció ciertamente adorable. — Wes. — llamó, pero en lugar de seguir mirándolo y esperar a que la mirase, apartó la mirada un poco y le apretó la cintura ligeramente como él había hecho con su brazo. Se removió y dejó un beso en su mejilla, volviendo a colocarse después en la posición en la que estaba, solo que recostándose un poco para estar más cómoda. — Esto, simplemente esto. — y soltó un suspiró mientras cerraba los ojos, una sonrisa aún en sus labios. — Estar aquí contigo. — y sonrió algo más pero porque la idea que se le ocurría era simplemente maravillosa; unos pocos arrumacos y una siesta con Wes se le presentaban como el mejor plan de probablemente toda la semana. — Descansar un rato. — le apretó el agarre de la cintura otra vez, girándose un segundo a mirarlo. — ¿Quieres? — no dejó de mirarlo, aún sonriendo ligeramente pero con cara de necesitar ya esa buena siesta, porque comenzaba a notar los párpados bastante pesados.
Sabía que Wes no había entendido la propuesta de Maggie del modo en el que ella creyó que lo haría, básicamente porque en cuanto lo dijo y vio su reacción se dio cuenta de en qué podía estar pensando, que Maggie no era tonta y se fijaba en muchas cosas. Y si habían pasado siete meses para que él le pidiese salir, podía estar tranquilo, porque a Maggie paciencia en ese tema no le faltaba. Se trataba de Wes Robbinson, el chico por el que estuvo colada durante casi todo el instituto y que ahora era, por fin, su novio. No iba a meterle prisa, ni mucho menos, y tampoco iba a sugerirlo así como así, que no quería parecer desesperada. ¿Que estaría bien? ¡Por supuesto! ¿Que tenían tiempo? Todo el del mundo, todo el que Wes necesitase.
Sabía que Wes no había entendido la propuesta de Maggie del modo en el que ella creyó que lo haría, básicamente porque en cuanto lo dijo y vio su reacción se dio cuenta de en qué podía estar pensando, que Maggie no era tonta y se fijaba en muchas cosas. Y si habían pasado siete meses para que él le pidiese salir, podía estar tranquilo, porque a Maggie paciencia en ese tema no le faltaba. Se trataba de Wes Robbinson, el chico por el que estuvo colada durante casi todo el instituto y que ahora era, por fin, su novio. No iba a meterle prisa, ni mucho menos, y tampoco iba a sugerirlo así como así, que no quería parecer desesperada. ¿Que estaría bien? ¡Por supuesto! ¿Que tenían tiempo? Todo el del mundo, todo el que Wes necesitase.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Se obligó a mirarla cuando dijo su nombre, todos los sentidos puestos en lo que pudiese decir a continuación. La tensión que había ido acumulando de a poco se esfumó con el beso que le dio en la mejilla, como si nunca hubiese estado ahí. — Ni lo preguntes. — respondió, esbozando una sonrisita. No recordaba a quién se lo había dicho, pero si hacía falta lo diría cientos de veces más: los arrumacos le encantaban. Se enderezó, soltándose del abrazo de Maggie, y se giró para acomodar las almohadas; si iban a descansar, iban a hacerlo bien. Directamente se acostó, enterrando la cara en la suavidad del objeto, boca abajo como solía dormir siempre. Algo le decía que no se iría de allí sin una siesta, y no sería él quien lo evitara. Metió ambas manos bajo la almohada, cubriéndose hasta los antebrazos con la misma, y puso de costado la cabeza para mirar a Maggie. — ¿Te dije alguna vez que tu cama es muy blanda? — comentó, removiéndose un poco. Wes había desarrollado con los años la habilidad de dormir en prácticamente cualquier parte, habilidad con la que venía necesariamente cierto gusto por las superficies duras. Y aquella cama si bien tenía lo suyo, resultaba demasiado esponjosa para el muchacho. Casi le parecía que yacía sobre algodón. Aunque mucho no podía quejarse, bien sabían ambos la de veces que se había dormido allí mismo.
Movió los pies por hacer algo, prestando atención a los sonidos que emitía la tele. No podía decir si el diálogo era de la película o de una publicidad, el punto era que se escuchaba una conversación. Todo lo contrario a lo que Wes sostenía en esos momentos, que era una mirada de devoción pura al rostro de la chica. De nuevo se fijaba en sus pecas, en la forma de su nariz, en el color de sus ojos. — Maggie. — dijo al rato en voz baja. — Antes de que venga Percy y se robe toda la atención, — comenzó, a sabiendas de que al gato le bastaba con oír algo relacionado a descansar para apuntarse en el equipo. Y como la buena tercera rueda que era, la mayoría de las veces le daba por meterse entre ambos. — ¿me haces eso ahí? — pidió, señalándose la nuca, refiriéndose a las caricias que la morena le hacía de vez en cuando. Las caricias que, en situaciones como aquella, terminaban de llevarlo a un estado total de paz, al mejor mood para dormir.
Movió los pies por hacer algo, prestando atención a los sonidos que emitía la tele. No podía decir si el diálogo era de la película o de una publicidad, el punto era que se escuchaba una conversación. Todo lo contrario a lo que Wes sostenía en esos momentos, que era una mirada de devoción pura al rostro de la chica. De nuevo se fijaba en sus pecas, en la forma de su nariz, en el color de sus ojos. — Maggie. — dijo al rato en voz baja. — Antes de que venga Percy y se robe toda la atención, — comenzó, a sabiendas de que al gato le bastaba con oír algo relacionado a descansar para apuntarse en el equipo. Y como la buena tercera rueda que era, la mayoría de las veces le daba por meterse entre ambos. — ¿me haces eso ahí? — pidió, señalándose la nuca, refiriéndose a las caricias que la morena le hacía de vez en cuando. Las caricias que, en situaciones como aquella, terminaban de llevarlo a un estado total de paz, al mejor mood para dormir.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Cuando Wes se removió, Maggie lo observó con una sonrisa, sabiendo que sus brazos iban a colarse bajo la almohada y que iba a estar boca abajo a su lado como muchas otras veces había estado. Negó con la cabeza aún sonriendo cuando él se giró a mirarla, y puso los ojos en blanco, porque aquello era algo habitual. — Millones de veces. — contestó, soltando una risa y apenas segundos después, sonrojándose, porque Wes Robbinson tenía esa habilidad de hacerla sentir mariposas en el estómago, por muy cursi que sonase eso. No había nada que a Maggie le impresionase más que la cara de Wes cuando hacía aquello, lo de mirarla con tanta devoción. Jamás había visto a nadie mirarla de ese modo, sólo había visto a otros mirar a otras personas así, y Wes la miraba de una forma que la hacia sonrojarse y sonreír ligeramente sin apartar la mirada, con el corazón latiendo fuertemente y la piel erizada.
Su nombre pronunciado en voz baja por su novio la sacó de su ensoñación, haciendo que parpadease con rapidez y que un "¿Hmm?" saliese de entre sus labios a modo de contestación. Al oír lo de Percy frunció el ceño ligeramente sin dejar de sonreír, porque, Percy no entraba en la ecuación en aquel momento. Pero le pidió algo que ya le había pedido algunas veces, y que además venía acompañado de un gesto que indicaba dónde era exactamente ahí, y ella asintió soltando una risa y removiéndose. — Por supuesto. — suspiró tumbándose junto a él con cuidado y colocándose de lado para poder rodearlo con una pierna sobre las de él y con la mano derecha comenzar a acariciarle la nuca despacio, subiendo los dedos por su pelo y enredándolos allí con suavidad. — Que sepas que si Percy viniese yo seguiría haciendo esto. — y bajó la mano despacio por su nuca hasta el borde de la camiseta, volviendo a subir por el mismo camino, con la sonrisa aún en el rostro. No era siempre que podían estar así, pero a la joven Blythe estas cosas la hacían sentir bien, querida y cómoda e incluso si no era en su casa la hacían sentir como tal. Cerró los ojos pero siguió con las caricias en la nuca de Wes, cada vez más despacio y adormilada, comenzaba ya a temblarle la mano por el cansancio y estaba a punto de dormirse. Lo cual ambos sabían que iba a pasar.
Su nombre pronunciado en voz baja por su novio la sacó de su ensoñación, haciendo que parpadease con rapidez y que un "¿Hmm?" saliese de entre sus labios a modo de contestación. Al oír lo de Percy frunció el ceño ligeramente sin dejar de sonreír, porque, Percy no entraba en la ecuación en aquel momento. Pero le pidió algo que ya le había pedido algunas veces, y que además venía acompañado de un gesto que indicaba dónde era exactamente ahí, y ella asintió soltando una risa y removiéndose. — Por supuesto. — suspiró tumbándose junto a él con cuidado y colocándose de lado para poder rodearlo con una pierna sobre las de él y con la mano derecha comenzar a acariciarle la nuca despacio, subiendo los dedos por su pelo y enredándolos allí con suavidad. — Que sepas que si Percy viniese yo seguiría haciendo esto. — y bajó la mano despacio por su nuca hasta el borde de la camiseta, volviendo a subir por el mismo camino, con la sonrisa aún en el rostro. No era siempre que podían estar así, pero a la joven Blythe estas cosas la hacían sentir bien, querida y cómoda e incluso si no era en su casa la hacían sentir como tal. Cerró los ojos pero siguió con las caricias en la nuca de Wes, cada vez más despacio y adormilada, comenzaba ya a temblarle la mano por el cansancio y estaba a punto de dormirse. Lo cual ambos sabían que iba a pasar.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Sonrió, moviendo la mano izquierda para jugar con las puntas de un mechón de cabello que le caía hacia delante. Notó como ella comenzaba a caer en el sueño de a poco, primero cerrando los ojos y después disminuyendo el ritmo de sus caricias. — Maggie. — volvió a decir, esta vez en un susurro. — No te duermas, no se vale. — se quejó. El deporte en el que Wes era experto era dormir, y era de la clase a la que no le gustaba ver gente durmiendo si él estaba despierto. Y por el momento, aunque estaba tranquilo y tomarse una siesta le costaba lo que cerrar los ojos, no le apetecía en absoluto en hacerlo. — Primero me dijiste que vale, que querías ver la tele. — comenzó a enumerar, soltando su cabello para alzar un dedo. — Después que querías estar conmigo. — alzó otro dedo. — Y ahora te duermes. — un tercer dedo se unió a los otros dos. — No voy a creer mucho de lo que digas de ahora en adelante. — sentenció, reposando los dedos sobre la cama. Se movió de forma que quedó apoyado sobre sus antebrazos, mirando a Maggie desde un poco más arriba.
Se quedó así durante unos minutos, volviendo a jugar con un mechón de su pelo. Al final acabó por tumbarse una vez más, sólo que esa vez lo hizo de espaldas, pasando un brazo por abajo de Maggie para rodearla. Cerró los ojos, soltando un suspiro. En su mente inició el conteo que a veces hacía, más que nada para averiguar cuánto le llevaba dormirse. Que casi nunca se acordaba, pero bueno, manías son manías. Se removió para terminar de acomodarse, posando ambas manos sobre ella y entrelazándolas a la altura de su cintura. El ritmo de su respiración comenzó a ceder, aunque su cabeza seguía bastante despierta aún. Buscaba algo que decirle, aunque sabía que no hacía falta decir nada. Sintió las pisadas de Percy sobre sus piernas, por lo que se puso un poco de costado; si el gato se dormía encima suyo, lo más probable es que no pudiese moverlo hasta pasados tres días. Le hubiera gustado poder decir que sentía el respirar de la chica, pero lo cierto es que no lo hacía. — Maggie Blythe. — dijo, ya más dormido que despierto. Y no le dijo nada más, porque había perdido la cuenta de lo segundos y eso significaba que ya se había desconectado del mundo.
Se quedó así durante unos minutos, volviendo a jugar con un mechón de su pelo. Al final acabó por tumbarse una vez más, sólo que esa vez lo hizo de espaldas, pasando un brazo por abajo de Maggie para rodearla. Cerró los ojos, soltando un suspiro. En su mente inició el conteo que a veces hacía, más que nada para averiguar cuánto le llevaba dormirse. Que casi nunca se acordaba, pero bueno, manías son manías. Se removió para terminar de acomodarse, posando ambas manos sobre ella y entrelazándolas a la altura de su cintura. El ritmo de su respiración comenzó a ceder, aunque su cabeza seguía bastante despierta aún. Buscaba algo que decirle, aunque sabía que no hacía falta decir nada. Sintió las pisadas de Percy sobre sus piernas, por lo que se puso un poco de costado; si el gato se dormía encima suyo, lo más probable es que no pudiese moverlo hasta pasados tres días. Le hubiera gustado poder decir que sentía el respirar de la chica, pero lo cierto es que no lo hacía. — Maggie Blythe. — dijo, ya más dormido que despierto. Y no le dijo nada más, porque había perdido la cuenta de lo segundos y eso significaba que ya se había desconectado del mundo.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
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