TAMBIÉN PUEDES VISITAR EL NUEVO MURO DE HOLYWELL. ¡DEJA UN MENSAJE!
Ubicada en el condado de Berkshire, en Inglaterra, Holywell City recibe octubre con temperaturas que oscilan entre los 6°C y los 15°C. Se esperan lluvias durante todo el mes, con ocasionales tormentas provenientes del sur. Fuertes ráfagas de viento atraviesan la ciudad de punta a punta, por lo que es recomendado no dejar objetos sin supervisar a la intemperie.
Últimos temas
¿Quién está en línea?
En total hay 1 usuario en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 1 Invitado Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 64 durante el 19.09.22 21:05
Días de octubre ≈ Maggie
Página 1 de 2. • Comparte
Página 1 de 2. • 1, 2
Días de octubre ≈ Maggie
El viento no cesaba ni por asomo, por lo que tuvo que asegurarse de que la maqueta llegaría a salvo a su destino. O que al menos llegaría, porque no le sorprendería si de repente saliese volando y fuese a parar a la otra punta del lago. Tendría que rehacerla, seguro, pero, siendo honestos, esa era la parte que más le gustaba de su carrera, esa y hacer los planos, así que por él no había problemas. El problema, seguramente, sería su padre, que no podría volver a conseguirle MDF de 2 milímetros de ancho para asegurarse de que las paredes pareciesen reales. Por lo que la pensó mejor cuando una ráfaga amenazó con hacer enojar al señor Robbinson. ¿A dónde iba? A casa de Maggie, por supuesto. ¿Y por qué iba allí? Pues, si hace falta decirlo, últimamente buscaba cualquier excusa para estar con ella. Y con Percy, desde luego, el gato que pertenecía a Maggie pero que Wes tenía por propio.
¿Has escuchado alguna vez que no hay que cantar victoria antes de tiempo? Bueno, el chico logró llegar con la maqueta sana y salva hasta el edificio. Abrió la puerta de entrada y todo, sonriendo porque el viento no le había ganado la mano. Plot twist. La maqueta se le cayó mientras subía las escaleras. Sería exagerado decir que se hizo añicos, porque la verdad es que apenas sufrió algunos rasguños, sin contar con que tendría que cambiar el techo si esperaba lucirse. La recogió en lo que tardas en parpadear, soltando uno que otro improperio mientras verificaba que los daños no fuesen mayores. Se apresuró a llegar al apartamento de Maggie, concentrándose en no volver a soltar su proyecto mensual. Fue, de hecho, un alivio ver la puerta, el 2ºD, todo lo que indicaba que ese era el lugar donde ella vivía, tan distinto por dentro del resto del edificio. Sostuvo la casi casa de verano con una mano mientras que con la otra llamaba con fuerza a la puerta, siguiendo el mismo patrón de golpes que usaba siempre - toc, toc-toc, toc - y dando un paso atrás, a la espera de que le abriera. ¿Se había acordado de avisarle que iba hacia allí? A lo mejor... no, sí lo había hecho, le había enviado un mensaje después de cruzar la Surrey.
¿Has escuchado alguna vez que no hay que cantar victoria antes de tiempo? Bueno, el chico logró llegar con la maqueta sana y salva hasta el edificio. Abrió la puerta de entrada y todo, sonriendo porque el viento no le había ganado la mano. Plot twist. La maqueta se le cayó mientras subía las escaleras. Sería exagerado decir que se hizo añicos, porque la verdad es que apenas sufrió algunos rasguños, sin contar con que tendría que cambiar el techo si esperaba lucirse. La recogió en lo que tardas en parpadear, soltando uno que otro improperio mientras verificaba que los daños no fuesen mayores. Se apresuró a llegar al apartamento de Maggie, concentrándose en no volver a soltar su proyecto mensual. Fue, de hecho, un alivio ver la puerta, el 2ºD, todo lo que indicaba que ese era el lugar donde ella vivía, tan distinto por dentro del resto del edificio. Sostuvo la casi casa de verano con una mano mientras que con la otra llamaba con fuerza a la puerta, siguiendo el mismo patrón de golpes que usaba siempre - toc, toc-toc, toc - y dando un paso atrás, a la espera de que le abriera. ¿Se había acordado de avisarle que iba hacia allí? A lo mejor... no, sí lo había hecho, le había enviado un mensaje después de cruzar la Surrey.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
— ¡Percy! ¡Gato malo! — era ínutil. Por más que gritase y por más que persiguiese al gordo de su gato, éste se salía con la suya. Con un pichón muerto entre los dientes y una velocidad de la que Maggie no lo creía capaz, Percy la adelantaba una vez más ante la mesa del comedor, corriendo hacia la puerta que daba a la galería donde se encontraba la lavadora. Y una vez allí... allí se quedó. — Oh, Dios mío. — Maggie rió, pero más que nada fue una carcajada sorprendida, de esas de "no entiendo nada pero es gracioso", y fue hacia el trasero que colgaba de la gatera, hacia las patas que pataleaban con desespero por escapar. Estaba atascado. En la gatera. ¿Y lo primero que hizo Maggie antes de ayudarlo? Ir a por el móvil para hacerle una foto, por supuesto.
Pero no fue hasta que desbloqueó aquel cacharro y vio que Wes había respondido al mensaje, que entró verdaderamente en pánico. Aquel "estoy en camino" le hizo sentir más cosas que su primer beso con el joven Robbinson, y ese beso le hizo sentir mucho, aclaremos ese punto. Apenas había visto el mensaje, y que este era de hacía cinco minutos, el móvil estaba de nuevo en la mesa y las piernas de la muchacha en movimiento. Se apresuró a ir hasta su habitación a buscar una camiseta decente que ponerse y no aquella vieja y casi transparente camiseta de The Goonies. Se acomodó el pantalón de chándal y aún descalza, fue a ver a Percy, el cual aún seguía atascado en la gatera. Y cuando estaba por ayudarlo de veras, sonaron aquellos golpes ahora ya característicos que hicieron que Maggie sonriese pese al ajetreo por el que la había hecho pasar apenas un minuto atrás. — ¡Qué agradable sorpresa! — y en lugar de hacerse a un lado y dejarlo pasar, simplemente abrió la puerta y volvió a entrar, dando a entender así que estaba totalmente invitado a seguirla. — Si es que se le puede llamar así. — y eso lo dijo mirándolo con una sonrisa por encima del hombro, antes de entrar a la cocina y reír otra vez al ver a su gato. — Llegas justo a tiempo, alguien ha engordado y ahora está pagándolo. — y no, no sabía cómo sacaría al gato de aquel agujero. Pero era tan gracioso que ni se había molestado en saludar a Wes como era debido o en ayudarle con lo que llevaba en las manos, lo cual parecía ser una maqueta. Que Percy estaba atascado en la gatera, eso era un notición.
Pero no fue hasta que desbloqueó aquel cacharro y vio que Wes había respondido al mensaje, que entró verdaderamente en pánico. Aquel "estoy en camino" le hizo sentir más cosas que su primer beso con el joven Robbinson, y ese beso le hizo sentir mucho, aclaremos ese punto. Apenas había visto el mensaje, y que este era de hacía cinco minutos, el móvil estaba de nuevo en la mesa y las piernas de la muchacha en movimiento. Se apresuró a ir hasta su habitación a buscar una camiseta decente que ponerse y no aquella vieja y casi transparente camiseta de The Goonies. Se acomodó el pantalón de chándal y aún descalza, fue a ver a Percy, el cual aún seguía atascado en la gatera. Y cuando estaba por ayudarlo de veras, sonaron aquellos golpes ahora ya característicos que hicieron que Maggie sonriese pese al ajetreo por el que la había hecho pasar apenas un minuto atrás. — ¡Qué agradable sorpresa! — y en lugar de hacerse a un lado y dejarlo pasar, simplemente abrió la puerta y volvió a entrar, dando a entender así que estaba totalmente invitado a seguirla. — Si es que se le puede llamar así. — y eso lo dijo mirándolo con una sonrisa por encima del hombro, antes de entrar a la cocina y reír otra vez al ver a su gato. — Llegas justo a tiempo, alguien ha engordado y ahora está pagándolo. — y no, no sabía cómo sacaría al gato de aquel agujero. Pero era tan gracioso que ni se había molestado en saludar a Wes como era debido o en ayudarle con lo que llevaba en las manos, lo cual parecía ser una maqueta. Que Percy estaba atascado en la gatera, eso era un notición.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Dejó de intentar quitar el techo allí mismo en cuanto sintió que la puerta se abría. Esbozó una sonrisa, seguida de un intento de saludo. — Heeey. — dijo antes de seguirla hacia el interior. Cerró la puerta con religiosa obsesión inculcada por su madre, que las puertas mal cerradas son peligrosas. Dejó la maqueta en la mesita y el bolso en el que cargaba sus materiales en el sofá, frunciendo un poco el ceño tras el comentario que Maggie había hecho. ¿De qué iba todo aquello? ¿Dónde estaba Percy? Había ocasiones en que saludaba al gato antes que a la dueña, pero que el gato no apareciese instantáneamente era raro. La siguió a la cocina y ensanchó la sonrisa al ver qué estaba sucediendo. — ¡No digas eso! ¿Cómo crees que se sentirá si le dices que está gordo en lugar de ayudarle? — se sentó como indio al lado del susodicho y puso manos a la obra. — Estás perfecto así, Percy, no creas nada de lo que ella diga. — dijo, a sabiendas de que el gato estaba gordo de por más. Pero a él siempre le habían gustado los animales más rellenitos, por no mencionar que le encantaba Percy de por sí. Lo movió un poco, tomándolo de los costados e intentando hacer que se agachara para liberar espacio. — Es curioso, leí una vez que si un gato pasa su cabeza por un agujero, puede lograr que... — hizo un poco más de fuerza. — ...pase todo el cuerpo... — sí, eso no daba resultado.
Se quedó sentado un buen rato, casi olvidando la presencia de Maggie y concentrándose en sacar al gato de allí. — Anda, Percy, colabora un poco, ¿quieres? — probó moverlo de otras maneras, pero nada funcionaba. Y los maullidos quejicas del animal no hacían más que ponerlo cada vez más nervioso. ¿Y si no conseguían sacarlo? Al parecer hizo mucha fuerza porque el quejido que siguió al movimiento de sus manos fue más violento que los anteriores. ¿Y si se quedaba con medio Percy entre las manos? Esa de seguro era una idea peor que la anterior. "Me he quedado con medio gato en las manos, pero he conseguido sacarlo, haha, ¿cierto?". Y luego corría para evitar los zapatos que volarían a su cabeza. Decidió soltarlo un rato, a lo mejor él solito podía arreglárselas para salir del lío en el que se había metido. — ¿Lleva así mucho tiempo? — preguntó, poniéndose de pie y guardando las manos en sus bolsillos, apartando la mirada de Percy para dedicarla a Maggie en cambio.
Se quedó sentado un buen rato, casi olvidando la presencia de Maggie y concentrándose en sacar al gato de allí. — Anda, Percy, colabora un poco, ¿quieres? — probó moverlo de otras maneras, pero nada funcionaba. Y los maullidos quejicas del animal no hacían más que ponerlo cada vez más nervioso. ¿Y si no conseguían sacarlo? Al parecer hizo mucha fuerza porque el quejido que siguió al movimiento de sus manos fue más violento que los anteriores. ¿Y si se quedaba con medio Percy entre las manos? Esa de seguro era una idea peor que la anterior. "Me he quedado con medio gato en las manos, pero he conseguido sacarlo, haha, ¿cierto?". Y luego corría para evitar los zapatos que volarían a su cabeza. Decidió soltarlo un rato, a lo mejor él solito podía arreglárselas para salir del lío en el que se había metido. — ¿Lleva así mucho tiempo? — preguntó, poniéndose de pie y guardando las manos en sus bolsillos, apartando la mirada de Percy para dedicarla a Maggie en cambio.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
— Es un gato, Wesley, no se sentirá de ninguna manera. — y soltó una risa viendo cómo el chico se sentaba junto al gato y le decía que no debía escucharla. ¡Al gato le daba igual estar gordo o no! Lo que le gustaba era comer, y desde que Maggie lo había llevado a capar un par de meses atrás, parecía no parar de hacer eso mismo. Se agachó junto a ambos, observando cómo Wes tiraba del gato y riendo por el intento fallido. — Se acabaron las latas de atún a deshoras, Perce. — mentira y gorda —como el gato—, porque lo mimaba demasiado como para negarle comida. Frunció un poco el ceño y trató de ver qué ocurría al otro lado, pero el gato no dejaba espacio a su alrededor para ello. — Quizás no quiere salir, llevaba un pichón muerto entre los dientes cuando se atascó ahí. — y puso una mueca de asco porque, eugh, un pichón muerto, pobre animal.
Aprovechó que Wes estaba ahí sentado tratando de ayudar al pobre Percy y sacó el móvil para echar más fotos de las que poder reírse a gusto en un futuro, pero cuando el felino comenzó con los quejidos y los pequeños maullidos agonizantes a Maggie se le cayó el corazón a los pies y se arrodilló otra vez guardando el móvil y tratando de ver qué podían hacer. Cuando Wes pareció desistir y la miró, ella se agachó otra vez y lo acarició un poco, evitando tocar la inquieta cola del animal que parecía no parar de moverse. — Unos diez minutos, más o menos. — y con cuidado, en lugar de tirar hacia sí, empujó un poco, consiguiendo un maullido por parte de Percy y un grito de victoria al ver que salía hacia el otro lado. Se levantó, abriendo la puerta y viendo a Percy aún con el pichón y todo el pelo despeinado por todo lo que habían tirado de él. — Este gato, en serio. — y rió girándose hacia Wes otra vez con una sonrisa enorme, porque, ¿podía encontrarse en una situación más absurda justo cuando Wes decidía venir a visitarla? — Hola, por cierto. — y alzó las cejas, sonriendo ahora divertida porque, en el fondo sentía no haberle saludado en un principio.
Aprovechó que Wes estaba ahí sentado tratando de ayudar al pobre Percy y sacó el móvil para echar más fotos de las que poder reírse a gusto en un futuro, pero cuando el felino comenzó con los quejidos y los pequeños maullidos agonizantes a Maggie se le cayó el corazón a los pies y se arrodilló otra vez guardando el móvil y tratando de ver qué podían hacer. Cuando Wes pareció desistir y la miró, ella se agachó otra vez y lo acarició un poco, evitando tocar la inquieta cola del animal que parecía no parar de moverse. — Unos diez minutos, más o menos. — y con cuidado, en lugar de tirar hacia sí, empujó un poco, consiguiendo un maullido por parte de Percy y un grito de victoria al ver que salía hacia el otro lado. Se levantó, abriendo la puerta y viendo a Percy aún con el pichón y todo el pelo despeinado por todo lo que habían tirado de él. — Este gato, en serio. — y rió girándose hacia Wes otra vez con una sonrisa enorme, porque, ¿podía encontrarse en una situación más absurda justo cuando Wes decidía venir a visitarla? — Hola, por cierto. — y alzó las cejas, sonriendo ahora divertida porque, en el fondo sentía no haberle saludado en un principio.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
— ¿Un pichón muerto? ¡Percy! ¿Cuántas veces hemos hablado de esto? ¡No matamos pichones! — le regañó, a sabiendas de que no era la primera ni sería la última vez que lo haría. Pero qué va, Percy tenía loco a Wes, que le hablaba de todo como si el gato lo entendiese. Desistió de ayudarlo y en su lugar le acarició el lomo. — Los pichones son amigos, no comida. — parafraseó. — A menos que sean de halcón, si Percy mata uno de esos será el rey del vecindario. — aunque no sabía si había halcones en Holywell. De hecho, no sabía si había halcones en Inglaterra. Digamos que la fauna local nunca había sido de su interés particular. Se giró en cuanto sintió el chasquido de una cámara. — Ea, sin fotos. — se quejó, mirando a Maggie, que sostenía el móvil entre sus manos, mas no perdió la sonrisa. Esas fotografías de seguro valdrían oro para ellos en un futuro.
Alzó ambas cejas en cuanto escuchó la cantidad de tiempo que llevaba allí. Diez minutos era un montón de tiempo para estar atrapado en un hueco. No, no un montón, un montonazo. Con razón Percy no se quedaba quieto, no quería ni imaginarse lo cansado y apretado que debía de estar ahí. Sonrió con creces al ver que salía hacia el otro lado tras el empujón que Maggie le dio y se acercó a husmear tras el otro lado de la gatera.Sí, el pichón estaba allí, junto al gato todo despeinado y regordete. Se agachó y lo alzó, como si de un bebé se tratase. — Mira el lado bueno, si lo engordamos un poco más a lo mejor lo cenamos para Navidad. — bromeó, pasándolo a un brazo para acariciarlo con la otra mano. Ni de chiste se comería a Percy, pero que el animal ya parecía una gallina, lo parecía. "Hola, por cierto." — Hola. — respondió, acercándose un poco e inclinándose para besarle la mejilla. — ¿Me ayudas con una maqueta? — lanzó sin más preámbulos, dejando a Percy en el suelo porque se le había cansado el brazo.
Alzó ambas cejas en cuanto escuchó la cantidad de tiempo que llevaba allí. Diez minutos era un montón de tiempo para estar atrapado en un hueco. No, no un montón, un montonazo. Con razón Percy no se quedaba quieto, no quería ni imaginarse lo cansado y apretado que debía de estar ahí. Sonrió con creces al ver que salía hacia el otro lado tras el empujón que Maggie le dio y se acercó a husmear tras el otro lado de la gatera.Sí, el pichón estaba allí, junto al gato todo despeinado y regordete. Se agachó y lo alzó, como si de un bebé se tratase. — Mira el lado bueno, si lo engordamos un poco más a lo mejor lo cenamos para Navidad. — bromeó, pasándolo a un brazo para acariciarlo con la otra mano. Ni de chiste se comería a Percy, pero que el animal ya parecía una gallina, lo parecía. "Hola, por cierto." — Hola. — respondió, acercándose un poco e inclinándose para besarle la mejilla. — ¿Me ayudas con una maqueta? — lanzó sin más preámbulos, dejando a Percy en el suelo porque se le había cansado el brazo.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Maggie sonrió viendo cómo Wes alzaba a Percy, cruzándose de brazos sobre el pecho y pensando en lo mucho que le gustaba el joven a su gato. El día que lo invitó a su casa durante el festival de primavera, Percy parecía haber tenido algún tipo de conexión que la morena no llegaba a entender con Wes, porque apenas habían pasado diez minutos, y ya estaba siendo cariñoso a más no poder. — ¡Wes! — lo dijo en tono de reproche, pero la risa que soltó tras darle un golpe suave en el hombro dejó claro que le había hecho gracia la broma. Porque ya podía ser una broma, que a su gato no se lo iba a comer nadie. Y si alguna vez se comían a Percy, era porque o se había vuelto loca o había ocurrido lo que todo el mundo muy en el fondo sabe que es muy probable que pase: un ataque zombie. Si eso llega a pasar seguramente Percy lideraría a los humanos. O a los zombies, alguna de esas dos.
Maggie sonrió por el beso en la mejilla, sintiendo esa sensación que ya llevaba tiempo sintiendo cada vez que Wes tenía un gesto de ese tipo con ella, algo parecido a mantequilla derritiéndose lentamente en ella, como si todo fuese más agradable de repente. Y es que desde que Wes le dijo que le importaba en ese mismo piso en el que se encontraban, Maggie había tenido otro tipo de perspectiva, otro tipo de pensamiento en cuanto a ciertas cosas. A ver, que el chico por el cual estabas colada en el instituto te diga que le importas, te bese, y te pida salir días más tarde, es motivo de alegría, ¿no? Pues eso mismo pensaba Maggie. Además, el chico le caía bien al gato, muy mal no podía ir la cosa. — ¿Maqueta? — alzó una ceja y pasó junto a Wes para dirigirse al salón otra vez y ver allí la maqueta en la que apenas se había fijado sobre la mesita. No parecía muy estable. — ¿Has venido a que te haga los deberes o qué? — y soltó una risa girándose hacia Wes y agarrando uno de los trozos que colgaban de la maqueta para luego soltarlo otra vez, sin romperlo —más—, por supuesto. — ¿Qué le has hecho? — y soltó otra risa negando con la cabeza, porque aquella maqueta había sufrido al menos un accidente.
Maggie sonrió por el beso en la mejilla, sintiendo esa sensación que ya llevaba tiempo sintiendo cada vez que Wes tenía un gesto de ese tipo con ella, algo parecido a mantequilla derritiéndose lentamente en ella, como si todo fuese más agradable de repente. Y es que desde que Wes le dijo que le importaba en ese mismo piso en el que se encontraban, Maggie había tenido otro tipo de perspectiva, otro tipo de pensamiento en cuanto a ciertas cosas. A ver, que el chico por el cual estabas colada en el instituto te diga que le importas, te bese, y te pida salir días más tarde, es motivo de alegría, ¿no? Pues eso mismo pensaba Maggie. Además, el chico le caía bien al gato, muy mal no podía ir la cosa. — ¿Maqueta? — alzó una ceja y pasó junto a Wes para dirigirse al salón otra vez y ver allí la maqueta en la que apenas se había fijado sobre la mesita. No parecía muy estable. — ¿Has venido a que te haga los deberes o qué? — y soltó una risa girándose hacia Wes y agarrando uno de los trozos que colgaban de la maqueta para luego soltarlo otra vez, sin romperlo —más—, por supuesto. — ¿Qué le has hecho? — y soltó otra risa negando con la cabeza, porque aquella maqueta había sufrido al menos un accidente.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Siguió a Maggie hasta el salón y se sentó en el sillón. — He venido a que me ayudes con los deberes. — le corrigió, permitiéndose una sonrisita. — No la mires así, te juro que quince minutos atrás estaba casi tan fabulosa como yo. — en cuanto ella la dejó, él la acercó más hacia sí y le quitó el techo de prepo, sin tener ningún cuidado en particular. — Yo no le hice nada, fueron tus escaleras diabólicas. — respondió, abriendo su mochila para buscar otro trozo de placa con el que rehacer lo que acababa de remover. — Tal vez se me cayó un poquito y bueno, el resultado es lo que ves. — añadió. Consiguió lo que buscaba, pero un poco más pequeño, por lo que tendría que limitarse a hacerle una reparación al techo anterior.
Antes de ponerse a hacer lo suyo, sacó varios muestrarios de adhesivos con diseños de suelos y paredes, y se los alcanzó. — Te dejé la mejor parte a ti. He aquí tu oportunidad de diseñar la casa de veraneo de tus sueños, señorita Blythe. — dijo, como si fuese la mejor oportunidad de todas, aquello que siempre soñaste, cuando en realidad era elegir unos diseños y ya. El problema era que Wes era muy indeciso o un pésimo combinador, porque llegaba un punto en el que se cansaba y elegía al azar. Le daba culpa saber que Maggie no había sido su primera opción, de hecho, su madre siempre lo era para aquellas cosas, pero cuando le dijo que no tenía tiempo, Maggie fue la que le vino a la mente. Una alarma pareció sonar en su cabeza entonces, pensando que a lo mejor ella tenía cosas que hacer o algo. — ¿Estabas ocupada? — preguntó mientras la miraba con un deje de preocupación. Y con eso no sólo se refería a si estaba ocupada antes de que él llegara, sino también a si tenía planes en el futuro inmediato, en las próximas horas.
Antes de ponerse a hacer lo suyo, sacó varios muestrarios de adhesivos con diseños de suelos y paredes, y se los alcanzó. — Te dejé la mejor parte a ti. He aquí tu oportunidad de diseñar la casa de veraneo de tus sueños, señorita Blythe. — dijo, como si fuese la mejor oportunidad de todas, aquello que siempre soñaste, cuando en realidad era elegir unos diseños y ya. El problema era que Wes era muy indeciso o un pésimo combinador, porque llegaba un punto en el que se cansaba y elegía al azar. Le daba culpa saber que Maggie no había sido su primera opción, de hecho, su madre siempre lo era para aquellas cosas, pero cuando le dijo que no tenía tiempo, Maggie fue la que le vino a la mente. Una alarma pareció sonar en su cabeza entonces, pensando que a lo mejor ella tenía cosas que hacer o algo. — ¿Estabas ocupada? — preguntó mientras la miraba con un deje de preocupación. Y con eso no sólo se refería a si estaba ocupada antes de que él llegara, sino también a si tenía planes en el futuro inmediato, en las próximas horas.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Alzó una ceja y miró a Wes con los brazos en jarras, él sentado y ella ante la mesita y la maqueta, mirándolo con una sonrisa divertida pero como si se tratase de una madre que está por reñir a su hijo. Todo ese gesto se fue al traste cuando Wes mencionó lo de que que casi era tan fabulosa como él, o las escaleras diabólicas. ¿Diabólicas? Sus escaleras estaban perfectamente. Bueno, para todos menos ella, y ahora también para el joven Robbinson, al parecer. Se sentó junto a él en el sofá, con las manos en su regazo y ligeramente inclinada hacia delante para poder ver mejor cómo le quitaba el techo y sacaba una placa del mismo materia de la mochila. Con lo pequeño que era a Wes no le daría para un techo nuevo, tendría que reparar lo que ya había hecho. Eso podría ser divertido.
Observó lo que Wes iba sacando de la mochila, y cuando se lo tendió lo agarró y lo dejó en su regazo, repasando todos los muestrarios con el ceño ligeramente fruncido. Miró al chico alzando las cejas y soltó una risa. – ¿Puede ser como yo quiera? – preguntó y miró la maqueta por encima, mirando otra vez los muestrarios. Podían pasar varias cosas, como por ejemplo que hiciese un estropicio, o que diseñase la casa más bonita jamás vista, aunque todo apuntaba más a lo primero. Dejó a un lado los muestrarios, junto a la maqueta, y se giró hacia Wes al oírlo, riendo al ver la cara de preocupación que se le había quedado. – Estaba persiguiendo a un gato obeso que quería comerse a un pichón muerto, Wes. ¿Tú qué crees? – y como había hecho meses atrás, para ganarse una negativa por parte de Wes en aquel entonces, volvió a chocar su hombro contra el de él con suavidad, desviando la mirada otra vez porque, ya no sentía tanta timidez a su alrededor, pero aún habían cosas que la hacían tener dieciséis años otra vez. Solo que ya no era tanto, así que lo volvió a mirar, esta vez alzando los muestrarios en forma de abanico. – ¿Qué pasa si me gustan todos? – y lo miró alzando las cejas y bajándolas con rapidez, como proponiéndole un reto.
Observó lo que Wes iba sacando de la mochila, y cuando se lo tendió lo agarró y lo dejó en su regazo, repasando todos los muestrarios con el ceño ligeramente fruncido. Miró al chico alzando las cejas y soltó una risa. – ¿Puede ser como yo quiera? – preguntó y miró la maqueta por encima, mirando otra vez los muestrarios. Podían pasar varias cosas, como por ejemplo que hiciese un estropicio, o que diseñase la casa más bonita jamás vista, aunque todo apuntaba más a lo primero. Dejó a un lado los muestrarios, junto a la maqueta, y se giró hacia Wes al oírlo, riendo al ver la cara de preocupación que se le había quedado. – Estaba persiguiendo a un gato obeso que quería comerse a un pichón muerto, Wes. ¿Tú qué crees? – y como había hecho meses atrás, para ganarse una negativa por parte de Wes en aquel entonces, volvió a chocar su hombro contra el de él con suavidad, desviando la mirada otra vez porque, ya no sentía tanta timidez a su alrededor, pero aún habían cosas que la hacían tener dieciséis años otra vez. Solo que ya no era tanto, así que lo volvió a mirar, esta vez alzando los muestrarios en forma de abanico. – ¿Qué pasa si me gustan todos? – y lo miró alzando las cejas y bajándolas con rapidez, como proponiéndole un reto.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Asintió con la cabeza. — Como tú quieras. — le garantizó. — Tienes mi absoluta confianza. — añadió, palmeándole una rodilla. Si no le tuviese confianza no le pediría ayuda, ¿no? Lo único que le faltó decir fue que solo bastaba con que ella señalase lo que quisiese y él lo pondría, pero eso ya estaba implícito. Comenzó a darle unos golpecitos al techo en las zonas en las que se había hundido, buscando emparejarlo lo más posible. Quizás si lo hacía inclinado y le añadía tejas ni se notaba el accidente. Pero no, no pegaba con el estilo de la casa, demasiado moderna para tejas. Sintió el choque de hombros y sonrió. — Muy ocupada, ya veo. — dijo, mirándola por unos segundos, fascinándose con sus pecas como solía hacerlo.
"¿Qué pasa si me gustan todos?" Wes la miró en silencio con una sonrisita divertida, preguntándose qué se traía entre manos. Alternó entre los golpecitos en el techo y las miradas a Maggie, sin saber qué decir. — Nos quedamos aquí hasta que uno te guste más. — respondió. Que él se acordara, ella no era indecisa, así que mucho no tardarían. Y si se daba el caso, bueno, a lo mejor podían poner los muestrarios en el suelo y dejar que Percy eligiese. — O podemos tirar monedas, seguro que algo se nos ocurrirá. — dijo, con la tranquilidad con la que le daba vueltas al techo para fijarse que no se notaran mucho las pequeñas fisuras que se habían marcado. Tendría que cubrirlas con algo, sí, adhesivo y virutas, como un compañero le había enseñado. Pero no tenía nada de eso allí, así que la reparación esperaría hasta que volviera a su casa. Dejó el techo en la mesita y se hizo hacia atrás, apoyando la espalda en el respaldo del sillón. — Bueno, digamos que todo el trabajo que pueda hacerse depende de ti, así que me despiertas cuando termines. — bromeó, aunque de todos modos se quitó las zapatillas que llevaba. — Ah, casi lo olvidaba, pasé el otro día por la plaza y, adivina qué. — hizo unos segundos de silencio por el bien del drama. — Venden manzanas de caramelo, Maggie Blythe. Manzanas. De caramelo. — y esa vez fue él quien movió las cejas rápidamente, como insinuándole algo.
"¿Qué pasa si me gustan todos?" Wes la miró en silencio con una sonrisita divertida, preguntándose qué se traía entre manos. Alternó entre los golpecitos en el techo y las miradas a Maggie, sin saber qué decir. — Nos quedamos aquí hasta que uno te guste más. — respondió. Que él se acordara, ella no era indecisa, así que mucho no tardarían. Y si se daba el caso, bueno, a lo mejor podían poner los muestrarios en el suelo y dejar que Percy eligiese. — O podemos tirar monedas, seguro que algo se nos ocurrirá. — dijo, con la tranquilidad con la que le daba vueltas al techo para fijarse que no se notaran mucho las pequeñas fisuras que se habían marcado. Tendría que cubrirlas con algo, sí, adhesivo y virutas, como un compañero le había enseñado. Pero no tenía nada de eso allí, así que la reparación esperaría hasta que volviera a su casa. Dejó el techo en la mesita y se hizo hacia atrás, apoyando la espalda en el respaldo del sillón. — Bueno, digamos que todo el trabajo que pueda hacerse depende de ti, así que me despiertas cuando termines. — bromeó, aunque de todos modos se quitó las zapatillas que llevaba. — Ah, casi lo olvidaba, pasé el otro día por la plaza y, adivina qué. — hizo unos segundos de silencio por el bien del drama. — Venden manzanas de caramelo, Maggie Blythe. Manzanas. De caramelo. — y esa vez fue él quien movió las cejas rápidamente, como insinuándole algo.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Sonrió bajando la mirada un segundo a la rodilla que Wes le palmeaba, levantándola a tiempo de verlo un poco ensimismado mientras la miraba. A veces lo pillaba así, mirándola y pareciendo observar su rostro con detenimiento, como si quisiese fijarse en cada peca. Maggie se ponía nerviosa al principio, sintiendo que las mariposas que le revoloteaban en el estómago eran pesadas, pero con el tiempo aprendió a vivir con aquella mirada que Wes tenía a veces, que ya no hacía que se derritiese poco a poco y que no supiese qué decir, sino que sólo dejaba un rubor en sus mejillas y un corazón alocado latiendo en el pecho. Bajó la mirada otra vez con una sonrisa, negando con la cabeza y después volviendo a levantarla para mirar a Wes con los ojos muy abiertos y acercándose un poco a su cara. — No nos iremos jamás. — bromeó, riendo y alejándose otra vez. — No puede ser muy difícil... — entrecerró los ojos, observando los muestrarios y alargando la mano para coger uno y hojearlo. Muchos tipos distintos de suelos y paredes aparecían ante ella, y a cada cual más feo, en su opinión. — La verdad es que ninguno me llama demasiado la atención. — chasqueó la lengua y miró otra vez la maqueta, ladeando un poco el rostro mientras oía cómo Wes se quitaba los zapatos a su lado.
Sin siquiera mirarle, alargó la mano y le golpeó la rodilla sin mucha fuerza, sonriendo pese a que aquel golpe quisiese decir que le molestaba —que en realidad no le molestaba para nada—, porque Wes se estaba poniendo muy cómodo. —No se te ocurr-... — pero no pudo acabar la frase, porque quería saber de qué iba ese "adivina qué" que le había dicho Wes. — ¿Qué? — y le dijo lo de las manzanas tras un buen suspense. Como un flash, se le presentó la memoria de lo que podría considerarse una primera cita, con luces, música y el lago, y con una manzana de caramelo que al final no se comió. — ¿Hablas en serio? — y se giro hacia él por completo, subiendo las piernas al sofá y sentándose sobre sus talones. — ¡Wes Robbinson! — y lo agarró de los hombros, riendo por la situación pero frunciendo un poco el ceño. — Basta de tentaciones, o saldré en busca de esas manzanas. — y le soltó un hombro para señalarlo con un dedo, aguantando una risa más y frunciendo el ceño, consiguiendo una mueca bastante graciosa y sí, algo infantil.
Sin siquiera mirarle, alargó la mano y le golpeó la rodilla sin mucha fuerza, sonriendo pese a que aquel golpe quisiese decir que le molestaba —que en realidad no le molestaba para nada—, porque Wes se estaba poniendo muy cómodo. —No se te ocurr-... — pero no pudo acabar la frase, porque quería saber de qué iba ese "adivina qué" que le había dicho Wes. — ¿Qué? — y le dijo lo de las manzanas tras un buen suspense. Como un flash, se le presentó la memoria de lo que podría considerarse una primera cita, con luces, música y el lago, y con una manzana de caramelo que al final no se comió. — ¿Hablas en serio? — y se giro hacia él por completo, subiendo las piernas al sofá y sentándose sobre sus talones. — ¡Wes Robbinson! — y lo agarró de los hombros, riendo por la situación pero frunciendo un poco el ceño. — Basta de tentaciones, o saldré en busca de esas manzanas. — y le soltó un hombro para señalarlo con un dedo, aguantando una risa más y frunciendo el ceño, consiguiendo una mueca bastante graciosa y sí, algo infantil.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
— Ya sé que son todos feos. — dijo al escuchar a Maggie diciendo que ninguno le llamaba la atención. Su madre lo había dicho. Su padre se lo había advertido. Hasta Otis se había quejado de los horrendos diseños. Joder, él mismo los había querido quemar ni bien los tuvo en sus manos. — Estudiar arquitectura se trata de elegir el menos feo. — tomó uno de los muestrarios y lo hojeó, tal como ella acaba de hacer con otro. Wes podía hablar horas de la cantidad de cosas feas que había visto por culpa de lo que estudiaba, pero no podía hacer nada al respecto, es decir, esos eran los que les daban para trabajar. No podían usar nada más. — O por lo menos el que menos lastime la vista. — dejó el muestrario donde estaba, deseando que desapareciera mágicamente con todos los demás.
Sonrió con su intento de golpe, ni siquiera pensando en hacerse el herido. La pausa dramática pareció surtir efecto, y Wes no puedo más que reír viendo cómo Maggie se ponía en plan amenazas. — Ayúdame con la tarea y a lo mejor te compro una. — respondió. Sin embargo, ni bien dijo esas palabras se acordó de que ya le había comprado una, el mismo día que las vio, y se la había olvidado en su casa, qué tonto. — O tres, no sé cuál sea tu precio, pero por favor, ayúdame. — le pidió, agarrándole la mano con la que lo señalaba sin dejar de mirarla. — Si tengo que fijarme en esos una vez más voy a arrancarme los ojos. Y mis ojos son demasiado preciosos como para negárselos al mundo, ¿no crees? — se movió un poco para ponerse más de frente a ella, incluso enderezándose para quedar más a su altura. — Sin contar que ya no podría mirar los tuyos, que son apenas más preciosos que los míos. — y, dicho eso, la besó, porque sí, porque le apetecía, porque era una chica preciosa por completo, porque le gustaba más de lo que alguna vez había admitido.
Sonrió con su intento de golpe, ni siquiera pensando en hacerse el herido. La pausa dramática pareció surtir efecto, y Wes no puedo más que reír viendo cómo Maggie se ponía en plan amenazas. — Ayúdame con la tarea y a lo mejor te compro una. — respondió. Sin embargo, ni bien dijo esas palabras se acordó de que ya le había comprado una, el mismo día que las vio, y se la había olvidado en su casa, qué tonto. — O tres, no sé cuál sea tu precio, pero por favor, ayúdame. — le pidió, agarrándole la mano con la que lo señalaba sin dejar de mirarla. — Si tengo que fijarme en esos una vez más voy a arrancarme los ojos. Y mis ojos son demasiado preciosos como para negárselos al mundo, ¿no crees? — se movió un poco para ponerse más de frente a ella, incluso enderezándose para quedar más a su altura. — Sin contar que ya no podría mirar los tuyos, que son apenas más preciosos que los míos. — y, dicho eso, la besó, porque sí, porque le apetecía, porque era una chica preciosa por completo, porque le gustaba más de lo que alguna vez había admitido.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Al oír la propuesta, no pudo más que hacer una cosa: puso morritos. Miró a Wes con el ceño ligeramente fruncido y poniendo cara de corderito, porque tenía que escoger entre unos diseños difíciles de contemplar para ganarse una manzana de caramelo, esas que hacía meses no probaba. — Weees... — se quejó, pero él añadió dos manzanas más al trato y Maggie sonrió, mirando un segundo la mano que Wes le agarraba y volviendo a mirarlo a él aún sonriendo, asintiendo como una tonta ante la pregunta, porque, sí, Dios, sí, tenía unos ojos demasiado preciosos como para arrancárselos, Dios mío. Asintió un poco más, despistada mientras observaba los ojos a los que él se había referido y sin apenas darse cuenta de que se enderezaba para estar a su altura. — Vale. — y no le dio tiempo a poner los ojos en blanco, ni a reír un poco, porque Wes la besó.
Apenas notó los labios de Wes sobre los suyos las comisuras de éstos formaron una pequeñísima sonrisa, y los ojos se le cerraron, en seguida subiendo la mano que no sujetaba la de Wes a su nuca. Con la mano libre le apretó la mano que él sujetaba y luego la movió, entrelazando sus dedos y acercándolo con la otra mano un poco más hacia ella. Daba igual cuántas veces ocurriese, Maggie aún no podía creerse que Wes Robbinson la estuviese besando, y conforme pasaban los segundos, parecía que el corazón iba a salirse de su pecho, latiendo como un tambor. Cuando tenía la mano ya enredada en los suaves rizos del muchacho, se separó, dejando un último beso y sonriendo con la frente pegada a la de él. — La maqueta. — porque si quería que le ayudase más le valía no distraerla de aquel modo. Lo besó una vez más, acariciándole el pelo lentamente y bajando la mano a su hombro izquierdo. — Dije nada de tentaciones, Wesley. — aquello fue dicho contra sus labios, una sonrisa aún presente en los de ella y los ojos algo abiertos para poder observarlo ahora que se había separado ligeramente.
Apenas notó los labios de Wes sobre los suyos las comisuras de éstos formaron una pequeñísima sonrisa, y los ojos se le cerraron, en seguida subiendo la mano que no sujetaba la de Wes a su nuca. Con la mano libre le apretó la mano que él sujetaba y luego la movió, entrelazando sus dedos y acercándolo con la otra mano un poco más hacia ella. Daba igual cuántas veces ocurriese, Maggie aún no podía creerse que Wes Robbinson la estuviese besando, y conforme pasaban los segundos, parecía que el corazón iba a salirse de su pecho, latiendo como un tambor. Cuando tenía la mano ya enredada en los suaves rizos del muchacho, se separó, dejando un último beso y sonriendo con la frente pegada a la de él. — La maqueta. — porque si quería que le ayudase más le valía no distraerla de aquel modo. Lo besó una vez más, acariciándole el pelo lentamente y bajando la mano a su hombro izquierdo. — Dije nada de tentaciones, Wesley. — aquello fue dicho contra sus labios, una sonrisa aún presente en los de ella y los ojos algo abiertos para poder observarlo ahora que se había separado ligeramente.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Sintió cómo los dedos de Maggie se entrelazaban con los suyos en la mano que le sostenía, cómo ella lo acercaba más, estaba consciente de cada minúsculo movimiento, a decir verdad. Sentía el ir y venir en su cabello. Y para qué negarlo, le gustaba. Se acercó más a Maggie, si acaso era posible, y le soltó la mano para apoyar las propias en su cintura. Olvidó, durante unos momentos, por qué estaba allí. Por favor, su completa existencia se redujo sólo a eso, a besar a Maggie Blythe, como le pasaba cada vez que la besaba, por más corto que fuese el beso. Como le pasaba cada vez que dejaba de hacer lo que estaba haciendo para mirarla, porque cada segundo dedicado a ella valía la pena. Cerró los ojos en cuanto sus frentes hicieron contacto. — La maqueta. — coincidió. "La maqueta puede irse a tomar por ya sabes dónde," quiso decirle. Pero ella volvió a besarlo y tuvo que guardarse el comentario.
Soltó una risa cuando se quejó por lo de las tentaciones. — Mhmm, eso dijiste. — fue su respuesta mientras se acercaba otra vez para besarla, sonriendo. Primero en los labios, luego en la mejilla, y al final en el cuello, cerca de la oreja. Algo que había empezado a hacer poco tiempo atrás porque le aceleraba el corazón como ninguna otra cosa en el mundo, y porque esa sensación le gustaba. — Vale, sin tentaciones. — volvió a sentarse y cogió un muestrario que tenía diseños para suelos. Buscó el que tenía en mente y se lo mostró. — Había pensado en este para los dormitorios. — dijo, enseñándole uno que intentaba simular parquet y luego golpeó con un dedo los dormitorios, en el segundo piso de la maqueta. — Y tal vez los... — el ruido de algo chocando contra la pared lo hizo levantar la mirada. — ¡Percy! ¡Ven aquí! —. El poco interés de Wes en lo que estaba haciendo sumado a su mucho interés en el gato lo llevó a levantarse una vez más, en pos del animal. Lo alzó con cuidado, como si fuese un niño, y volvió a su lugar mientras lo acariciaba. — Eeeh... — ¿qué estaba hablando antes de ir a por Percy? Hojeó el muestrario buscando recordar. — Ya, ¿loseta para el balcón? — y entonces la miró, buscando una opinión.
Soltó una risa cuando se quejó por lo de las tentaciones. — Mhmm, eso dijiste. — fue su respuesta mientras se acercaba otra vez para besarla, sonriendo. Primero en los labios, luego en la mejilla, y al final en el cuello, cerca de la oreja. Algo que había empezado a hacer poco tiempo atrás porque le aceleraba el corazón como ninguna otra cosa en el mundo, y porque esa sensación le gustaba. — Vale, sin tentaciones. — volvió a sentarse y cogió un muestrario que tenía diseños para suelos. Buscó el que tenía en mente y se lo mostró. — Había pensado en este para los dormitorios. — dijo, enseñándole uno que intentaba simular parquet y luego golpeó con un dedo los dormitorios, en el segundo piso de la maqueta. — Y tal vez los... — el ruido de algo chocando contra la pared lo hizo levantar la mirada. — ¡Percy! ¡Ven aquí! —. El poco interés de Wes en lo que estaba haciendo sumado a su mucho interés en el gato lo llevó a levantarse una vez más, en pos del animal. Lo alzó con cuidado, como si fuese un niño, y volvió a su lugar mientras lo acariciaba. — Eeeh... — ¿qué estaba hablando antes de ir a por Percy? Hojeó el muestrario buscando recordar. — Ya, ¿loseta para el balcón? — y entonces la miró, buscando una opinión.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Asintió lentamente porque sí, la maqueta. ¿Qué maqueta? Porque en aquel momento, con Wes besándola otra vez, en los labios, la mejilla y en el cuello, podían preguntarle cualquier cosa que sería capaz de responder con algo como "el número pi". Maggie soltó un suspiro, los ojos cerrados mientras Wes la besaba cerca de la oreja. En seguida notó cómo se le erizaba la piel y sus dedos dejaban de moverse en el pelo de Wes, porque aquello la dejaba más que deshecha, la derretía por dentro y notaba a Wes en todas partes, en el corazón latiendo a mil por hora y en las puntas de los dedos adormecidos en su pelo, por ejemplo. Si Wes quería que Maggie se olvidase de algo, sólo tenía que besarla, como si quería que olvidase su nombre, porque al besarla sólo pensaba Wes, Wes, Wes, Wes. Maggie apenas escuchó lo que le dijo, sólo supo que el hecho de que ya no estuviese besándola no era bueno.
Maggie se quedó unos segundos más como estaba, sentada en sus talones y mirando a Wes mientras él miraba otra vez los muestrarios. Tragó saliva y se sentó como antes, pero mirando a los muestrarios sin saber exactamente qué miraba, porque aún estaba pensando en el beso cual colegiala. Asintió, apenas dándose cuenta de los golpecitos en la maqueta y en que todo aquello iba dirigido a ella. Ni siquiera oyó el golpe de Percy, pero sí que Wes iba a buscarlo mientras ella se quedaba ahí sentada como una tonta, mirando al chico que la traía de cabeza y al gato. Maggie se quedó mirando a Wes con la boca entreabierta, porque, whoa, la traía de cabeza de verdad, y no en plan viéndolo en el instituto y suspirando, en plan su sola presencia hacía que sintiese mariposas en el estómago. Elefantes, mejor dicho. — ¿Qu-qué? — parpadeó deprisa, despistada porque le había preguntado pero ella estaba en otro mundo. — Ah, uhm... — frunció los labios, asintiendo como si hubiese atendido a algo y miró el muestrario, viendo nada interesante, y luego a Wes, sonriendo un poco antes de echarse a reír a carcajada limpia porque no se enteraba de nada en absoluto.
Maggie se quedó unos segundos más como estaba, sentada en sus talones y mirando a Wes mientras él miraba otra vez los muestrarios. Tragó saliva y se sentó como antes, pero mirando a los muestrarios sin saber exactamente qué miraba, porque aún estaba pensando en el beso cual colegiala. Asintió, apenas dándose cuenta de los golpecitos en la maqueta y en que todo aquello iba dirigido a ella. Ni siquiera oyó el golpe de Percy, pero sí que Wes iba a buscarlo mientras ella se quedaba ahí sentada como una tonta, mirando al chico que la traía de cabeza y al gato. Maggie se quedó mirando a Wes con la boca entreabierta, porque, whoa, la traía de cabeza de verdad, y no en plan viéndolo en el instituto y suspirando, en plan su sola presencia hacía que sintiese mariposas en el estómago. Elefantes, mejor dicho. — ¿Qu-qué? — parpadeó deprisa, despistada porque le había preguntado pero ella estaba en otro mundo. — Ah, uhm... — frunció los labios, asintiendo como si hubiese atendido a algo y miró el muestrario, viendo nada interesante, y luego a Wes, sonriendo un poco antes de echarse a reír a carcajada limpia porque no se enteraba de nada en absoluto.
Última edición por W. Maggie Blythe el 15.01.15 16:44, editado 1 vez
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
No supo bien qué, pero algo en sus reacciones le hizo saber que la había atrapado con la cabeza en las nubes. Sonrió cuando ella rompió a reír porque, seamos honestos, su risa era contagiosa. Por lo menos para Wes. — Préstame atención. — se quejó, dándole un codazo en plan divertido. Era consciente de que lo más probable era que ella no tuviese las más mínimas ganas de ayudarle, no obstante la necesitaba. Quería terminar con aquello lo antes posible porque, de lo contrario, sabía que lo iría pateando y acabaría haciéndolo a las apuradas el día anterior a la entrega. Acarició el lomo del gato mientras volvía a buscar el primer adhesivo. — Dormitorios. — el tono de voz que usó más parecía el de quien le explica por enésima vez algo a un niño que no entiende nada. — Balcón. — le mostró el otro. — ¿Te parece? — la miró.
Percy comenzó a ronronear y Wes bajó la mirada hacia su regazo, donde lo tenía. Lo acarició con un poco más de énfasis, sonriéndole al animal. — Yo no sé cómo aguantas tanta perfección junta. — comentó, socarrón, mirando a Maggie y sosteniendo a Percy cerca suyo. — No es algo para lo que los mortales estén preparados. — bajó al gato y continuó acariciándolo, dejándolo ir cuando éste se puso de pie y saltó fuera de su radio de alcance. Entonces se hizo hacia atrás, acomodándose —sin darse cuenta— y quedando hombro con hombro con la chica, aunque quizás él estaba un poco más recostado. Acto seguido buscó la cruz que siempre llevaba colgando del cuello, jugueteando con ella. ¿De qué iba aquello? De que estaba intentando reunir el valor para decir a Maggie lo que había decidido decirle el día anterior, en lo que podría decirse que fue una epifanía. Al propio Wes le resultaba curioso cómo a veces le daba no miedo, ansiedad tal vez, hablar con la chica que estaba a su lado. Como si tuviese pánico a lo que ella fuese a decir, a responder. — ¿Quieres...? — comenzó, arrepintiéndose al instante. — Uhm... — la miró y sacudió la cabeza en negación. — Nada, nada. — hizo un gesto con la mano para restar importancia al asunto. Esa no era manera de decir lo que quería decir. Se rascó la nuca por hacer algo, buscando las palabras indicadas. Cerró los ojos y decidió decirlo y ya, como le saliese del pecho. — ¿Te gustaría salir conmigo? — si bien era un avance, no era lo que tenía en mente. Miró a las paredes mientras intentaba explicarse: — Y no en plan salgamos a alguna parte. En plan... ¿quieres salir conmigo? — rió por lo bajo porque no encontraba otra forma de expresarse. — Como algo serio. — añadió. — Sólo conmigo. — la miró.
Percy comenzó a ronronear y Wes bajó la mirada hacia su regazo, donde lo tenía. Lo acarició con un poco más de énfasis, sonriéndole al animal. — Yo no sé cómo aguantas tanta perfección junta. — comentó, socarrón, mirando a Maggie y sosteniendo a Percy cerca suyo. — No es algo para lo que los mortales estén preparados. — bajó al gato y continuó acariciándolo, dejándolo ir cuando éste se puso de pie y saltó fuera de su radio de alcance. Entonces se hizo hacia atrás, acomodándose —sin darse cuenta— y quedando hombro con hombro con la chica, aunque quizás él estaba un poco más recostado. Acto seguido buscó la cruz que siempre llevaba colgando del cuello, jugueteando con ella. ¿De qué iba aquello? De que estaba intentando reunir el valor para decir a Maggie lo que había decidido decirle el día anterior, en lo que podría decirse que fue una epifanía. Al propio Wes le resultaba curioso cómo a veces le daba no miedo, ansiedad tal vez, hablar con la chica que estaba a su lado. Como si tuviese pánico a lo que ella fuese a decir, a responder. — ¿Quieres...? — comenzó, arrepintiéndose al instante. — Uhm... — la miró y sacudió la cabeza en negación. — Nada, nada. — hizo un gesto con la mano para restar importancia al asunto. Esa no era manera de decir lo que quería decir. Se rascó la nuca por hacer algo, buscando las palabras indicadas. Cerró los ojos y decidió decirlo y ya, como le saliese del pecho. — ¿Te gustaría salir conmigo? — si bien era un avance, no era lo que tenía en mente. Miró a las paredes mientras intentaba explicarse: — Y no en plan salgamos a alguna parte. En plan... ¿quieres salir conmigo? — rió por lo bajo porque no encontraba otra forma de expresarse. — Como algo serio. — añadió. — Sólo conmigo. — la miró.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Dejó de reír poco a poco, después del codazo de Wes, asintiendo con los ojos cerrados y aún una sonrisa adornando su cara. Le causaba gracia, haberse perdido así en el limbo sólo porque Wes la hubiese besado, como básicamente todas las otras veces. — Perdón, perdón. — carraspeó y se sentó derecha como al principio, colocándose un mechón de pelo tras la oreja y viendo cómo Wes le mostraba los modelos disponibles. — Dormitorios. — lo repitió dando una cabezada, como dando a entender que vale, que sí, que lo veía bien. — Balcón. — y asintió otra vez, subiendo ambas manos después y haciendo un thumbs up al chico. — Sip. — y sonrió muy amplio tontamente, soltando una risa después. Cuando Wes comenzó a hablarle al gato, Maggie negó con la cabeza, pero no borró la sonrisa, poniendo los ojos en blanco ante la duda que el muchacho le planteaba al felino. — Creo que ya te lo he dicho alguna vez, pero... es un gato. — lo dijo casi que para sí misma, acostumbrada a que a él le diese igual, ya que parecía que para Wes, Percy era una clase de ser divino a veces. Casi que se puso bizca cuando le arrimó al gato, pero rió y le dijo adiós con la mano y todo cuando se fue moviendo la cola.
Suspiró, mirando a Wes, el cual se había acomodado junto a ella y jugueteaba con la cruz que colgaba de su cuello. Aquello le hacía pensar en lo mucho que respetaba al chico y sus creencias, y en que le importaba tanto que probablemente iría a misa con él si se lo pidiese. — ¿Qué? — pero parecía ser que no tenía muy clara la pregunta, porque lo dejó ahí y le restó importancia con un gesto, ante lo que Maggie frunció ligeramente el ceño, confusa y ahora con el gusanillo de saber qué quería preguntarle. Giró la cara hacia Percy, que rascaba la pared cercana a la puerta principal, y cuando estaba a punto de reñir al gato, Wes habló de nuevo y ella se giró hacia él, con la boca entreabierta y de repente, el corazón latiendo muy deprisa. Wes la miró, y Maggie pasó de estar seria como si le acabase de decir que se acababa el mundo a sonreír gradualmente hasta que la sonrisa no le cupo en la cara, y se movió en el sofá hasta poder sentarse sobre el regazo de Wes con las piernas hacia un lado y sus costado izquierdo contra el pecho de él. — ¿Me estás pidiendo que sea tu novia, Wes Robbinson? — y le sonrió, con un brazo rodeándolo por los hombros y la nariz rozando la del muchacho cada vez que ella movía un poquito la cabeza hacia los lados creando fricción. — ¿Qué hay de los otros cincuenta y cinco chicos con los que estoy saliendo? — bromeó, dejando un beso en la punta de su nariz y separándose después un poquito con una risa. Podría estar disuelta en sonrojos y risas tontas, en manos temblorosas y en tartamudeos, pero con el tiempo que le había costado abrirse de aquella forma a Wes, no iba a echarse atrás, no ahora. — Claro que quiero salir contigo. — y lo dijo más bajo, sonriéndole y con una mano acariciándole la nuca despacio.
Suspiró, mirando a Wes, el cual se había acomodado junto a ella y jugueteaba con la cruz que colgaba de su cuello. Aquello le hacía pensar en lo mucho que respetaba al chico y sus creencias, y en que le importaba tanto que probablemente iría a misa con él si se lo pidiese. — ¿Qué? — pero parecía ser que no tenía muy clara la pregunta, porque lo dejó ahí y le restó importancia con un gesto, ante lo que Maggie frunció ligeramente el ceño, confusa y ahora con el gusanillo de saber qué quería preguntarle. Giró la cara hacia Percy, que rascaba la pared cercana a la puerta principal, y cuando estaba a punto de reñir al gato, Wes habló de nuevo y ella se giró hacia él, con la boca entreabierta y de repente, el corazón latiendo muy deprisa. Wes la miró, y Maggie pasó de estar seria como si le acabase de decir que se acababa el mundo a sonreír gradualmente hasta que la sonrisa no le cupo en la cara, y se movió en el sofá hasta poder sentarse sobre el regazo de Wes con las piernas hacia un lado y sus costado izquierdo contra el pecho de él. — ¿Me estás pidiendo que sea tu novia, Wes Robbinson? — y le sonrió, con un brazo rodeándolo por los hombros y la nariz rozando la del muchacho cada vez que ella movía un poquito la cabeza hacia los lados creando fricción. — ¿Qué hay de los otros cincuenta y cinco chicos con los que estoy saliendo? — bromeó, dejando un beso en la punta de su nariz y separándose después un poquito con una risa. Podría estar disuelta en sonrojos y risas tontas, en manos temblorosas y en tartamudeos, pero con el tiempo que le había costado abrirse de aquella forma a Wes, no iba a echarse atrás, no ahora. — Claro que quiero salir contigo. — y lo dijo más bajo, sonriéndole y con una mano acariciándole la nuca despacio.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Apenas tuvo tiempo de acomodarse al ritmo de ella, logrando enderezarse si un centímetro más acaso. Sí, quiso responder, pero la palabra no le salió. Estaba ocupado pensando en que, si se le ocurría mover la mano de la espalda de la chica, Maggie se caería. Las chances eran bajas, pero Wes prefería no correr el riesgo. Se limitó a sonreír casi que con sorna, asintiendo suavemente al escuchar la segunda pregunta. — Yo creía que eran ochenta y tres, fíjate tú. — respondió, alzando los ojos para mirarla mientras que apoyaba su otra mano en las rodillas de ella. Se perdió mirando sus hombros, cómo se unían con el cuello, y pensando en que la tenía más que cerca, sólo hacía falta inclinarse un poco y ya estaba. Por eso, cuando ella respondió a la pregunta que le había hecho, las palabras le llegaron lo que le parecieron horas después, aún estando perdido en lo que miraba. Sonrió con soltura, sintiendo cómo sus caricias en la nuca le producían pequeños escalofríos. Además de que sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, ¿era normal que latiera con tanta furia? Porque ni en sus mejores momentos de adrenalina Wes lo había notado tan frenético. ¿Por qué el escándalo, si aquello más bien era un blanqueamiento de lo que todo el mundo sabía? Habían estado saliendo, sí, siete largos meses. Y medio Holywell - si no dos medios - sabía que el Robbinson y la Blythe andaban en algo. A partir de ese día, podían decir que estaban juntos, con la correspondiente etiqueta. Pareja. ¿A qué se debía el frenesí, entonces?
Se impulsó lo suficiente como para besarle la mejilla con toda la dulzura con la que fue capaz, haciendo un poco más lento de lo necesario el proceso porque no quería olvidarlo. No quería olvidar todas las cosas que le pasaban en un único instante. Apoyó su frente en la mejilla que acababa de besar, moviendo ligeramente la mano que tenía apoyada en su espalda, trazando pequeños círculos. — Te quiero, Maggie Blythe, a montones. — susurró, alejándose para poder mirarla a los ojos. Había leído alguna vez que, aproximadamente, dos personas tardaban tres meses en enamorarse. ¿Podía él decir que la amaba? Aún no, mas algo le decía que ése era el siguiente paso. Por el momento, la quería. A montones. Como bien había dicho. — Mucho, mucho, mucho. — añadió, sonriendo, yendo a por el cuello que tanto le gustaba besar y, desde luego, besándolo.
Se impulsó lo suficiente como para besarle la mejilla con toda la dulzura con la que fue capaz, haciendo un poco más lento de lo necesario el proceso porque no quería olvidarlo. No quería olvidar todas las cosas que le pasaban en un único instante. Apoyó su frente en la mejilla que acababa de besar, moviendo ligeramente la mano que tenía apoyada en su espalda, trazando pequeños círculos. — Te quiero, Maggie Blythe, a montones. — susurró, alejándose para poder mirarla a los ojos. Había leído alguna vez que, aproximadamente, dos personas tardaban tres meses en enamorarse. ¿Podía él decir que la amaba? Aún no, mas algo le decía que ése era el siguiente paso. Por el momento, la quería. A montones. Como bien había dicho. — Mucho, mucho, mucho. — añadió, sonriendo, yendo a por el cuello que tanto le gustaba besar y, desde luego, besándolo.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
De nuevo puso los ojos en blanco, y soltó una risa acompañada de un bufido, porque: — Bueno, puede que fuesen ochenta y tres, puede que no. — y después de eso no pudo más que quedarse quieta y observar cómo Wes la observaba, y se daba cuenta de que podían pasar todos los meses que quisieran, pero ella seguiría sonrojándose y sintiendo cómo el corazón le martilleaba con fuerza bajo las costillas. No había duda de que lo que Maggie sentía por Wes era algo importante, pues ya eran muchos los años los cuales estuvo colada por el chico, pero los últimos meses, los que estuvieron saliendo, esos últimos meses hicieron que se diese cuenta de que estaba muy colada por él, de que nunca había estado tan colada por Wes Robbinson como lo estaba en aquel momento, en su salón, con él mirándola como si fuese lo más interesante que había visto y la mano de ella aún acariciando su nuca.
Se quedó quieta un segundo cuando le besó la mejilla y sonrió, cerrando los ojos al notar la frente de Wes donde acababan de estar sus labios, y fue entonces cuando él le dijo eso, y Maggie abrió los ojos y por un momento, su respiración se atascó, los pulmones, el corazón, la sangre que corría por sus venas, todo paró, todo gritó un gran "¿QUÉ?", y ella quiso girarse a mirarlo, pero Wes ya estaba haciéndolo. Lo observó con cuidado, moviendo los ojos por su cara como si quisiese acordarse al detalle del momento en el que Wes Robbinson le había dicho que la quería. A montones, además. Las mariposas que revoloteaban en su estómago parecían haber estar preparándose para aquel momento, porque en cuanto lo dijo, casi que se le revolvió el estómago. Maggie soltó una risa al oír que además de a montones, era "mucho, mucho, mucho", y echó la cabeza a un lado para dejarle espacio al muchacho que ahora besaba su cuello, cerrando los ojos con la sonrisa aún en la cara. — Yo... yo también te quiero, Wes Robbinson. — y soltó una risa, sin dejar de acariciarle la nuca con las yemas de los dedos y los escalofríos recorriéndola entera por los besos.— Mucho, mucho, mucho, muchísimo. — porque era cierto, Maggie sabía que quería a Wes como no había querido a nadie, y poder decirlo era como quitarse un peso de encima, un peso hermoso que volvería a recoger sólo para poder decirle lo mucho que le quería una y otra vez.
Se quedó quieta un segundo cuando le besó la mejilla y sonrió, cerrando los ojos al notar la frente de Wes donde acababan de estar sus labios, y fue entonces cuando él le dijo eso, y Maggie abrió los ojos y por un momento, su respiración se atascó, los pulmones, el corazón, la sangre que corría por sus venas, todo paró, todo gritó un gran "¿QUÉ?", y ella quiso girarse a mirarlo, pero Wes ya estaba haciéndolo. Lo observó con cuidado, moviendo los ojos por su cara como si quisiese acordarse al detalle del momento en el que Wes Robbinson le había dicho que la quería. A montones, además. Las mariposas que revoloteaban en su estómago parecían haber estar preparándose para aquel momento, porque en cuanto lo dijo, casi que se le revolvió el estómago. Maggie soltó una risa al oír que además de a montones, era "mucho, mucho, mucho", y echó la cabeza a un lado para dejarle espacio al muchacho que ahora besaba su cuello, cerrando los ojos con la sonrisa aún en la cara. — Yo... yo también te quiero, Wes Robbinson. — y soltó una risa, sin dejar de acariciarle la nuca con las yemas de los dedos y los escalofríos recorriéndola entera por los besos.— Mucho, mucho, mucho, muchísimo. — porque era cierto, Maggie sabía que quería a Wes como no había querido a nadie, y poder decirlo era como quitarse un peso de encima, un peso hermoso que volvería a recoger sólo para poder decirle lo mucho que le quería una y otra vez.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Se quedó quieto cuando ella dijo que también lo quería. Como si de un flashback se tratase, se acordó de las chicas con las que había salido, que no habían sido muchas como para decir que era todo un Don Juan, pero las suficientes como para darse cuenta de que nunca le había llevado tanto tiempo decirle te quiero a ninguna. Luego se acordó de Maggie, la misma que tenía allí, de cuando la miraba en el instituto. De cómo había pasado de ser nadie a ser alguien que lo ponía incómodo con solo estar. Las caricias en su nuca le hicieron sonreír, como confirmando las palabras que ella había dicho. Maggie lo quería, era reconfortante saberlo. La piel se le erizaba con aquel ir y venir tan acompasado, parecía que en el mundo no hubiese lugar para otra cosa. Un fogonazo lo asaltó, provocado por la cercanía de la chica, por sus caricias, por todo, y en la mente de Wes no cupo más que un intenso deseo. Tomó su rostro con ambas manos y la besó con locura, como si la vida se le fuese en ello. Y así era.
Hizo las pausas justas y necesarias para detenerse a tomar aire, porque sentía que si se separaba un segundo de más de ella iba a morir. El pulso se le había acelerado al punto que su corazón retumbaba en sus oídos, siendo eso lo único que podía oír. En medio de todo, sus manos comenzaron a vagar —demasiado confianzudas— por la espalda de Maggie. Primero la espalda, luego la cintura, luego la cadera. Y de nuevo arriba. Pensaba en su piel, su piel, su piel. — Dios mío. — murmuró, casi que horrorizado, tras detenerse al darse cuenta de que seguía haciendo lo mismo, pero por debajo de la camiseta de la chica. Y se obligó a detenerse porque no quería averiguar a donde lo llevaría aquello. Y porque sentía que la estaba invadiendo, lo que no le gustaba para nada. Apartó las manos como si se hubiese quemado y las usó para cubrirse el rostro durante unos segundos. — Perdona, yo no... — No tenía la intención. Pero es que sí la había tenido. Suspiró e intentó disminuir el ritmo de su respiración, sintiéndose ardido. Su rostro se componía de cincuenta tonos de rojo en esos momentos, y Wes hacía todo lo posible por no pensar en ello. Tras calmarse un poco, cogió ambas manos de Maggie y le dio un pequeñísimo beso en los labios, apologético, dulce, en nada comparable a lo anterior.
Hizo las pausas justas y necesarias para detenerse a tomar aire, porque sentía que si se separaba un segundo de más de ella iba a morir. El pulso se le había acelerado al punto que su corazón retumbaba en sus oídos, siendo eso lo único que podía oír. En medio de todo, sus manos comenzaron a vagar —demasiado confianzudas— por la espalda de Maggie. Primero la espalda, luego la cintura, luego la cadera. Y de nuevo arriba. Pensaba en su piel, su piel, su piel. — Dios mío. — murmuró, casi que horrorizado, tras detenerse al darse cuenta de que seguía haciendo lo mismo, pero por debajo de la camiseta de la chica. Y se obligó a detenerse porque no quería averiguar a donde lo llevaría aquello. Y porque sentía que la estaba invadiendo, lo que no le gustaba para nada. Apartó las manos como si se hubiese quemado y las usó para cubrirse el rostro durante unos segundos. — Perdona, yo no... — No tenía la intención. Pero es que sí la había tenido. Suspiró e intentó disminuir el ritmo de su respiración, sintiéndose ardido. Su rostro se componía de cincuenta tonos de rojo en esos momentos, y Wes hacía todo lo posible por no pensar en ello. Tras calmarse un poco, cogió ambas manos de Maggie y le dio un pequeñísimo beso en los labios, apologético, dulce, en nada comparable a lo anterior.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Los besos en su cuello pararon, pero su pulso no parecía querer volver a la normalidad, y Maggie, que ya estaba en una nube gracias a los labios de Wes sobre su piel, parpadeó con lentitud, sin saber qué estaba pasando a su alrededor. Pero supo de qué iba la cosa cuando las manos de Wes sujetaron su rostro y de repente la estaba besando, como nunca la había besado hasta aquel momento. Un sonido se quedó en su garganta, ahogado, casi inaudible, un sonido que en caso de haber podido hablar hubiera traducido como alguna frase bonita. Porque podía ser un sentimiento extraño aún, el deseo, pero estaba ahí, y Maggie lo sintió en todas partes, en los labios que Wes estaba atacando con los suyos, en sus manos que acariciaban el pelo del muchacho con cuidado pero con más entusiasmo que nunca, o en el estómago, donde notaba otra vez las mariposas. Pero sobretodo notó las manos de él en su espalda y en su cintura, y poco después en contacto con su piel bajo la camiseta. Entre besos respiraban, ella entrecortadamente y con algún suspiro al notar las manos de Wes subir y subir y... detenerse. Abrió los ojos, respirando aún con torpeza y oyendo a Wes disculparse tras aquel "Dios mío".
No pudo mas que mirarlo mientras se tapaba la cara, pero había visto lo muy rojo que estaba, y Maggie, pese a la situación, sonrió, porque era adorable cómo Wes podía ponerse nervioso con tan solo besarla y colar sus manos bajo la camiseta que podría bien haber estado en el suelo y a ella ni le hubiese importado. Le apretó las manos cuando él las cogió, y sonrió porque aquel beso parecía ser el "hasta aquí" de lo que había ocurrido, y Maggie soltó una risa y también las manos de Wes, ahora siendo ella la que agarraba su rostro entre sus manos. — Eh. — le acarició las mejillas con los pulgares con suavidad, mirándolo a los ojos y pensando en que si a él le brillaban de aquella forma, a ella deberían estar brillandole del mismo modo. — No te disculpes. — y lo besó, pero no como él había hecho hacía apenas un minuto, sino con lentitud y con cuidado, apenas rozando sus labios con la lengua y separándose varias veces para rozar la punta de su nariz con la de él, dejando piquitos en sus labios hasta que se separó y solo apoyó la frente en la suya. — Te quiero. Aunque ahora parezcas un tomate. — y sonaba bien, dulce después de un beso como ese, y Maggie rió, porque de veras parecía un tomate —uno muy apuesto— y porque se sentía feliz como nunca se había sentido.
No pudo mas que mirarlo mientras se tapaba la cara, pero había visto lo muy rojo que estaba, y Maggie, pese a la situación, sonrió, porque era adorable cómo Wes podía ponerse nervioso con tan solo besarla y colar sus manos bajo la camiseta que podría bien haber estado en el suelo y a ella ni le hubiese importado. Le apretó las manos cuando él las cogió, y sonrió porque aquel beso parecía ser el "hasta aquí" de lo que había ocurrido, y Maggie soltó una risa y también las manos de Wes, ahora siendo ella la que agarraba su rostro entre sus manos. — Eh. — le acarició las mejillas con los pulgares con suavidad, mirándolo a los ojos y pensando en que si a él le brillaban de aquella forma, a ella deberían estar brillandole del mismo modo. — No te disculpes. — y lo besó, pero no como él había hecho hacía apenas un minuto, sino con lentitud y con cuidado, apenas rozando sus labios con la lengua y separándose varias veces para rozar la punta de su nariz con la de él, dejando piquitos en sus labios hasta que se separó y solo apoyó la frente en la suya. — Te quiero. Aunque ahora parezcas un tomate. — y sonaba bien, dulce después de un beso como ese, y Maggie rió, porque de veras parecía un tomate —uno muy apuesto— y porque se sentía feliz como nunca se había sentido.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Le mantuvo la mirada a los ojos y esbozó una media sonrisa cuando escuchó que no hacía falta disculparse. Siguió con la vista sus movimientos cuando se acercó para besarlo con lentitud, como si no hubiese apuro alguno. Y luego los piquitos, esos lo hicieron completar la sonrisa. Cerró los ojos, riéndose por lo bajo cuando dijo que parecía un tomate. — Ni lo menciones. — dijo, todavía riendo suavemente, porque era consciente de que estaba rojo. Sentía el calor en las mejillas, así que asumía que se veía como Maggie había dicho. Tomate. De hecho, las ocasiones en las que no se ponía como un tomate eran raras, porque a la mínima de calor estaba rojo. ¿Los días de verano insoportable? Wes tenía que estar en una tina de hielo para que su piel no pareciese la de un extraterrestre. Pero a él no le molestaba en absoluto, de hecho, casi que le gustaba, porque era algo suyo, algo que no podía cambiar.
Por un instante su mente quiso acordarse de que había ido allí con otro propósito, la maqueta que hacía de testigo allí en la mesa. Y después abandonó la idea pensando en que había sido una excusa para ver a la chica que tenía allí, que bien podía hacerla solo cuando volviera a su casa, a la que no tenía planeado regresar en la proximidad. Es más, se decretó el resto de la tarde libre, qué tal. Miró a su izquierda, a la parte del sofá que se ensanchaba allí. — ¿Nos fijamos si pasan alguna peli mala en la tele? — preguntó, con una expresión que rayaba en lo traviesa. — ¿O un episodio nuevo de Sherlock? ¿El noticiero? — aunque la pregunta era otra, la que nunca hacía en voz alta como tal. Wanna cuddle up? Aprovechó la forma en la que Maggie se hallaba en su regazo y la alzó al mejor bridal style, poniéndose de pie. Y, desde luego, le dio con la cabeza a la lámpara, como siempre. — ¡Todas las putas veces! — se quejó. No recordaba una sola vez en la que no le hubiese dado a la lámpara. De espalda, de frente, de costado, daba igual. A lo mejor no era el objeto más duro, apenas sí sentía el impacto, pero le molestaba llevárselo puesto todo el tiempo. Llevó a Maggie hasta su habitación o al menos eso intentó, pues Percy no escogió mejor momento que aquel para meterse entre sus pies y hacerlo trastabillar. Soltó las piernas de la chica, quizás un poco más brusco de lo que quería, y se agarró del marco de la puerta para no caer.
Por un instante su mente quiso acordarse de que había ido allí con otro propósito, la maqueta que hacía de testigo allí en la mesa. Y después abandonó la idea pensando en que había sido una excusa para ver a la chica que tenía allí, que bien podía hacerla solo cuando volviera a su casa, a la que no tenía planeado regresar en la proximidad. Es más, se decretó el resto de la tarde libre, qué tal. Miró a su izquierda, a la parte del sofá que se ensanchaba allí. — ¿Nos fijamos si pasan alguna peli mala en la tele? — preguntó, con una expresión que rayaba en lo traviesa. — ¿O un episodio nuevo de Sherlock? ¿El noticiero? — aunque la pregunta era otra, la que nunca hacía en voz alta como tal. Wanna cuddle up? Aprovechó la forma en la que Maggie se hallaba en su regazo y la alzó al mejor bridal style, poniéndose de pie. Y, desde luego, le dio con la cabeza a la lámpara, como siempre. — ¡Todas las putas veces! — se quejó. No recordaba una sola vez en la que no le hubiese dado a la lámpara. De espalda, de frente, de costado, daba igual. A lo mejor no era el objeto más duro, apenas sí sentía el impacto, pero le molestaba llevárselo puesto todo el tiempo. Llevó a Maggie hasta su habitación o al menos eso intentó, pues Percy no escogió mejor momento que aquel para meterse entre sus pies y hacerlo trastabillar. Soltó las piernas de la chica, quizás un poco más brusco de lo que quería, y se agarró del marco de la puerta para no caer.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Maggie no podía dejar de sonreír al ver a Wes de aquella guisa, con toda la cara roja, incluso las orejas rojas. La verdad es que verlo así podía ser una compensación por todas las veces que ella había acumulado más sangre en las mejillas que en cualquier otra parte del cuerpo, y no iba a negar que le gustaba en demasía, porque ver a Wes tan nervioso quería decir que sí, lo estaba haciendo bien. Eso sí, que Wes se sonrojase no quería decir que Maggie hubiese dejado de hacerlo, ni mucho menos. Al contrario, aún habían momento en los que la muchacha sentía la necesidad de enterrar la cara en el cuello de Wes, o esconderla en su pecho al abrazarle, o simplemente mirar hacia otro lado por culpa del sonrojo. Uno aprendía a vivir con ello, básicamente.
— ¿El noticiero? — preguntó con una risa, mirando hacia la tele y luego hacia Wes aún riendo. — Sherlock suen-... — pero no llegó a decirle cómo sonaba Sherlock, pues de repente estaba alzándola en brazos como si fuesen a pasar por la puerta de la habitación en la luna de miel, y Maggie soltó otra risa, pero esta era más un gritito de sorpresa, porque no se esperaba eso, la verdad. — ¡Wes, cuida-...! — "¡Todas las putas veces!" la morena subió una mano con la que no sujetaba al hombro de Wes a su cabeza, y la puso allí con cuidado. — Algún día ni sentirás el dolor de las veces que te atizas ahí arriba. — rió un poco y estaba por acercarse a su mejilla y besarle cuando de repente notó que Wes trastabillaba y lo único que tuvo tiempo de hacer fue poner las manos ante ella para no comerse el marco de la puerta, pues Wes la había soltado. — ¡Me cago en la puta de oros...! — le salió del alma, a decir verdad. Se giró hacia Wes para verlo apoyado en el marco, y se giró algo más para ver a Percy irse de allí con el rabo en alto y moviéndolo cual bandera. — ¡Percy! — no servía de nada reñir al gato, ya que le daba más que nada igual, eso seguro, pero le había picado el asunto, qué le vamos a hacer. Se giró hacia Wes con un suspiro. — ¿Estás bien? — preguntó, cogiéndolo después de la mano y tirando de él hacia su cuarto, mirando solo la cama mientras caminaba y girándose a ver a Wes mientras se subía en ésta y se acomodaba en los almohadones.
— ¿El noticiero? — preguntó con una risa, mirando hacia la tele y luego hacia Wes aún riendo. — Sherlock suen-... — pero no llegó a decirle cómo sonaba Sherlock, pues de repente estaba alzándola en brazos como si fuesen a pasar por la puerta de la habitación en la luna de miel, y Maggie soltó otra risa, pero esta era más un gritito de sorpresa, porque no se esperaba eso, la verdad. — ¡Wes, cuida-...! — "¡Todas las putas veces!" la morena subió una mano con la que no sujetaba al hombro de Wes a su cabeza, y la puso allí con cuidado. — Algún día ni sentirás el dolor de las veces que te atizas ahí arriba. — rió un poco y estaba por acercarse a su mejilla y besarle cuando de repente notó que Wes trastabillaba y lo único que tuvo tiempo de hacer fue poner las manos ante ella para no comerse el marco de la puerta, pues Wes la había soltado. — ¡Me cago en la puta de oros...! — le salió del alma, a decir verdad. Se giró hacia Wes para verlo apoyado en el marco, y se giró algo más para ver a Percy irse de allí con el rabo en alto y moviéndolo cual bandera. — ¡Percy! — no servía de nada reñir al gato, ya que le daba más que nada igual, eso seguro, pero le había picado el asunto, qué le vamos a hacer. Se giró hacia Wes con un suspiro. — ¿Estás bien? — preguntó, cogiéndolo después de la mano y tirando de él hacia su cuarto, mirando solo la cama mientras caminaba y girándose a ver a Wes mientras se subía en ésta y se acomodaba en los almohadones.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
— Perd-... — comenzó a disculparse por haberla largado, mas ella se le adelantó soltando un buen taco. — ¡Maggie Blythe! — exclamó Wes como si estuviese completamente horrorizado por lo que había dicho, llevándose una mano al pecho y todo. Le echó una mirada a Percy, que parecía ajeno a lo que acababa de causar mientras se iba. "¿Estás bien?" — Sí, ¿y tú? — respondió, volviendo la mirada hacia ella. Ni se había golpeado a decir verdad, pero si alguien se había llevado la parte fea de aquello, esa había sido Maggie. El tirón en su mano le hizo seguirla, aunque se sentía un intruso en la habitación de la chica. Como si tuviese que pedirle permiso para entrar. Aprovechó para buscar el control remoto mientras ella se acomodaba, encendiendo el televisor ni bien lo tuvo en sus manos. Se subió a la cama, sentándose como indio al tiempo que buscaba algo para ver. Pasó de largo varios canales, sin preguntarle a Maggie si ella quería ver alguna de esas películas. ¿Harry Potter y el profesor rarito? Siguiente. ¿El Señor de los Anillos? Siguiente. ¿El Código Da Vinci? Siguiente. ¿Partido del Liverpool contra el Manchester? Ding, ding, ding. Lo dejó puesto durante unos minutos, con intención de ver cómo iban. 2-0 a favor del Liverpool, nada mal. Wes no era un fan del fútbol, pero ver un buen partido de vez en cuando le gustaba. — ¿En cuál pasaban Sherlock? — preguntó, comenzando a pasar los canales de nuevo. Si había una serie a la que le prestaba un poco de atención, era esa. Y no es que la entendiese ni nada, porque no se molestaba en ver los episodios que se perdía, pero, con lo poco que la veía, le gustaba.
Esbozó una sonrisa en cuanto dio con el canal. — Y ahí estamos. — dejó el control a un lado. Estiró las piernas y se hizo hacia atrás, recostándose en la cama. El volumen estaba quizás un poco más alto de lo necesario, mas no tenía ganas de estirarse dos centímetros para bajarlo. Así que, en lugar de hacer eso, se acomodó para rodear a Maggie con un brazo y atraerla hacia él. Le estaba acariciando el brazo cuando se dio cuenta de algo, frunciendo el ceño. — Eso no es Sherlock. — anunció, no sabiendo si Maggie ya se había dado cuenta. Era una película con uno de los actores. Se estiró lo que no se había querido estirar momentos atrás para alcanzar el control y le pasó el mismo a la chica. — Mejor fíjate tú. — dijo. — Que yo no tengo ni idea. — añadió.
Esbozó una sonrisa en cuanto dio con el canal. — Y ahí estamos. — dejó el control a un lado. Estiró las piernas y se hizo hacia atrás, recostándose en la cama. El volumen estaba quizás un poco más alto de lo necesario, mas no tenía ganas de estirarse dos centímetros para bajarlo. Así que, en lugar de hacer eso, se acomodó para rodear a Maggie con un brazo y atraerla hacia él. Le estaba acariciando el brazo cuando se dio cuenta de algo, frunciendo el ceño. — Eso no es Sherlock. — anunció, no sabiendo si Maggie ya se había dado cuenta. Era una película con uno de los actores. Se estiró lo que no se había querido estirar momentos atrás para alcanzar el control y le pasó el mismo a la chica. — Mejor fíjate tú. — dijo. — Que yo no tengo ni idea. — añadió.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Ignoró un poco la exclamación de Wes, imaginando que aún no estaba acostumbrado a que a veces las palabrotas saliesen de la boca de la joven Blythe como el dióxido de carbono que expulsaba al respirar. Al menos ninguno de los dos se había hecho daño, y ahora ya estaban en la cama, que era la intención de Maggie desde que escuchó lo de ver la tele, en realidad. No es que Wes y ella hubiesen estado pegados por la cinutra desde que comenzaron a verse seguido, pero cuando dos personas se querían y eran pareja, ¿no era normal pasar tiempo juntos haciendo cualquier nimiedad? Así que la cama parecía una buena opción. ¡Y no para nada que implicase poca ropa! Al contrario, Maggie sentía la imperiosa necesidad de acercarse a Wes y acurrucarse como siempre acababa haciendo con Percy —qué triste—. El problema era que él parecía bastantre ocupado buscando algún canal, pasando de largo Harry Potter, El Señor de Los Anillos y El Código Da Vinci. Las tres películas le gustaban mucho a Maggie —de las dos primeras, todas—, lo que no le gustaba demasiado era el fútbol.
— ¿Fútbol? — preguntó casi que con un quejido, dejándose caer más hacia los almohadones, queriendo decir así que sí, que eso hacía que estuviese ya done. — En la BBC. — respondió, incorporándose un poco porque, le gustaba Sherlock y mucho. Apareció Martin Freeman en la pantalla, y Maggie sonrió, pero sabía que aquello no era Sherlock, sino — Es Love Actually. —. Estaba saltando de unos escalones por haber conseguido a la chica, y Maggie supo que la película ya estaba terminando gracias a ese dato. De repente Wes la estaba rodeando, y ella soltó un suspiró y lo rodeó con un brazo, notando como él le acariciaba el otro y... la soltó. Bueno, no la soltó, simplemente se estiró a coger el mando, y Maggie lo miró, y luego a Wes, y luego al mando, y así un par de veces más. — Wes Robbinson. — dijo con un suspiro en tono cansino, poniendo los ojos en blanco mientras dejaba el mando en la mesita de noche, estirándose un poco y rodeando después otra vez al muchacho. Lo miró, con la cabeza contra su hombro y el labio inferior ligeramente hacia fuera, como queriendo hacer un puchero pero no. — No quiero ver la tele. — y alzó las cejas, como queriendo explicarle así que no tenía intención de prestarle ninguna atención al televisor aquella tarde.
— ¿Fútbol? — preguntó casi que con un quejido, dejándose caer más hacia los almohadones, queriendo decir así que sí, que eso hacía que estuviese ya done. — En la BBC. — respondió, incorporándose un poco porque, le gustaba Sherlock y mucho. Apareció Martin Freeman en la pantalla, y Maggie sonrió, pero sabía que aquello no era Sherlock, sino — Es Love Actually. —. Estaba saltando de unos escalones por haber conseguido a la chica, y Maggie supo que la película ya estaba terminando gracias a ese dato. De repente Wes la estaba rodeando, y ella soltó un suspiró y lo rodeó con un brazo, notando como él le acariciaba el otro y... la soltó. Bueno, no la soltó, simplemente se estiró a coger el mando, y Maggie lo miró, y luego a Wes, y luego al mando, y así un par de veces más. — Wes Robbinson. — dijo con un suspiro en tono cansino, poniendo los ojos en blanco mientras dejaba el mando en la mesita de noche, estirándose un poco y rodeando después otra vez al muchacho. Lo miró, con la cabeza contra su hombro y el labio inferior ligeramente hacia fuera, como queriendo hacer un puchero pero no. — No quiero ver la tele. — y alzó las cejas, como queriendo explicarle así que no tenía intención de prestarle ninguna atención al televisor aquella tarde.
- W. Maggie Blythe
- Libras : 31
Re: Días de octubre ≈ Maggie
Hizo un "oh" con los labios cuando le informó que eso era Love Actually. Por el título Wes ya podía decir que se iba a quedar dormido en los siguientes cinco minutos. Eso apuró su decisión de pasarle el mando a Maggie, que a lo mejor encontraba alguna otra cosa que poner. La miró a la espera de que cogiera el control y, cuando finalmente lo hizo, sonrió al ver que ponía los ojos en blanco. — Maggie Blythe. — dijo a su vez, volviendo a rodearla y reanudando el movimiento de sus dedos sobre el brazo de ella. Abrió la boca varias veces —y la cerró la misma cantidad— buscando decir algo ante la declaración de la chica. Más bien buscaba pensar algo con claridad, porque se le ocurrían las mil y una que ella podría querer hacer sobre una cama, y digamos que la gran mayoría —sí, las relacionadas con eso— lo ponían en una situación un poco incómoda. Y algo en su mente, le llamemos hormonas, la forma en la que había alzado las cejas, le gritaba que ella iba a por eso. Así que, mientras el color volvía a subirle a las mejillas, dejó de acariciarle el brazo y se quedó bien callado, pensando en cómo salir de aquello. ¿Y por qué la búsqueda de un escape? Digamos que Wes no había cerrado nunca el trato, ¿vale? Por lo que a la mínima chance de hacerlo se ponía nervioso, es decir, obviamente era algo importante para él. Y tampoco le había mencionado el tema a ella, así que no sabía qué esperar al respecto. — ¿Y qué...? — comenzó, pero la voz le jugó una en contra y se le quebró. Se aclaró la garganta y continuó: — ¿Y qué quieres hacer? — preguntó, tan casual como pudo, no animándose a mirarla por miedo a lo que pudiese decir.
De lo que tuvo tiempo de recapitular, no recordaba una sola vez en la que se hubiese visto en aquella situación. Es decir, él le había propuesto ver la tele y por consiguiente acurrucarse, lo reconocía. Pero la intención no había pasado de aquello. Y no hubiera sido la primera vez que lo hacían —Wes ya había perdido la cuenta—, mas algo en ese preciso momento le hizo tergiversar las cosas. Cálmate, hombre, que ahora te saca una revista de la nada y te cuenta los últimos chismes. Quería creer que así iba a ser. Incluso estuvo tentado de estirarse y fijarse si no había nada en la mesita. Sentía la cercanía de Maggie, su brazo rodeándolo, su cabeza apoyada en su hombro. Joder, que sentía su mirada y él seguía concentrado en mirar a otra parte. ¿Podía ser que Maggie llevase cinco minutos sin responderle nada? No, Wes, que le acabas de preguntar qué quiere hacer. No habían pasado ni diez segundos y él se había hecho la película. La película, la secuela y la trilogía, todo. Le dio un pequeño apretón en el brazo, preguntándose por qué le había hecho la pregunta en primer lugar. Bien podría haberse hecho el tonto y soltado algo como: "vale, pues, a dormir", y darse vuelta y dormirse. Mas no le hacía falta hacerse el tonto, porque ya lo era. Se le ocurrió que ese no quiero ver la tele podría significar que en realidad le daba igual lo que hubiese en la tele, que ella sólo quería estar ahí con él. Pero era tarde para eso porque ya había firmado con Peter Jackson para que dirigiese las obras de su creación.
De lo que tuvo tiempo de recapitular, no recordaba una sola vez en la que se hubiese visto en aquella situación. Es decir, él le había propuesto ver la tele y por consiguiente acurrucarse, lo reconocía. Pero la intención no había pasado de aquello. Y no hubiera sido la primera vez que lo hacían —Wes ya había perdido la cuenta—, mas algo en ese preciso momento le hizo tergiversar las cosas. Cálmate, hombre, que ahora te saca una revista de la nada y te cuenta los últimos chismes. Quería creer que así iba a ser. Incluso estuvo tentado de estirarse y fijarse si no había nada en la mesita. Sentía la cercanía de Maggie, su brazo rodeándolo, su cabeza apoyada en su hombro. Joder, que sentía su mirada y él seguía concentrado en mirar a otra parte. ¿Podía ser que Maggie llevase cinco minutos sin responderle nada? No, Wes, que le acabas de preguntar qué quiere hacer. No habían pasado ni diez segundos y él se había hecho la película. La película, la secuela y la trilogía, todo. Le dio un pequeño apretón en el brazo, preguntándose por qué le había hecho la pregunta en primer lugar. Bien podría haberse hecho el tonto y soltado algo como: "vale, pues, a dormir", y darse vuelta y dormirse. Mas no le hacía falta hacerse el tonto, porque ya lo era. Se le ocurrió que ese no quiero ver la tele podría significar que en realidad le daba igual lo que hubiese en la tele, que ella sólo quería estar ahí con él. Pero era tarde para eso porque ya había firmado con Peter Jackson para que dirigiese las obras de su creación.
- Wes F. Robbinson
- Libras : 140
Página 1 de 2. • 1, 2
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
14.01.17 19:19 por E. Otis Fitzgerald
» Anuncios del Staff
11.07.15 20:49 por Holywell City
» Noche uno de tres: lo que algunos sugirieron.
22.02.15 1:59 por Eustace Miller
» fun - A. Olson
20.02.15 17:31 por Anya L. Treadaway
» Yo confieso que...
18.02.15 14:08 por Corant O. Creamer
» now if you never shoot, you'll never know ▲ link
17.02.15 17:54 por Lincoln S. Harrison
» Who know where the time goes?
16.02.15 15:19 por E. Otis Fitzgerald
» ¿Qué estás escuchando?
16.02.15 15:18 por Wes F. Robbinson
» Colors - A. Fox
13.02.15 22:21 por Anya L. Treadaway
» call me crazy, call me brave, call me Corant - Anya (FB)
13.02.15 22:05 por Anya L. Treadaway