the same circle - P. Treadaway

—Te ves hermosa, mamá. Tu cabello luce más brillante, espero que las enfermeras estén haciendo todo lo que les dije—. Anya pasaba sus dedos finos por una melena parecida a la suya, solo que por la misma ya se asomaban algunos cabellos blancos y estaba algo enredada pero la joven aseguraba que nunca como semanas antes que tuvo que hacer el reclamo por el descuido evidente que sufría su madre. Kirby parecía aislada, acariciaba el cabello de un muñeco de tela y lo miraba con devoción, con excesivo amor. Luego de unos segundos parece percatarse de los movimientos de la mano de su hija y gira su rostro para verla, aún perdida, aún ausente. —Leatrice, cuando Ethan nazca le voy a comprar su traje de bombero, ya verás, y saldremos a pedir dulces, ¿es Halloween, cierto?—. Anya tuvo que hacer uso de todas sus fuerzas para asentir y que no fuera evidente el cristal que se había apoderado de sus ojos oscuros en un intento de hacer que se derrumbara.

La habían llamado, de lo contrario no habría ido, no era su día de visita y tan solo habían pasado dos días de la última vez. Su madre entró en colapso luego de ver a un niño vestido de bombero que fue a visitar a su abuela quien había sido diagnosticada con una gran demencia senil. Kirby no fue violenta pero estaba segura que ese era su hijo deseado, quería al niño para ella, en un inicio los padres lo dejaron pasar, con cautela claro, pero cuando intentaron buscar al pequeño la pelirroja enloqueció y atentó contra los padres. Anya agradeció ser ella quien recibiera la llamada y así sería siempre ya que hacía tiempo había retirado del directorio de emergencia el número de Pyter. Salió corriendo de la universidad y fue a cuidar a su madre y asegurarse que estaba bien. Una nueva doctora la atendía; Rose Jackson, era más cálida y receptiva que el médico anterior y le dio algo que Anya no había recibido en mucho tiempo: Esperanza. Cuando se dio cuenta el tiempo había pasado escandalosamente y ya era hora de ir a casa, no tenía su moto consigo y el sol había caído hacía una hora. Se despidió con un beso en la coronilla de Kirby y salió a tomar el bus. Tuvo que esperar, el anterior se había ido antes de que llegara a la parada.

Afortunadamente el siguiente iba semi vacío y Anya tuvo tiempo más que suficiente para pensar, para analizar, para entender, incluso cerró sus ojos mientras se colocaba los audífonos y escuchaba algunas canciones de John Legend. Los abrió dos paradas antes de su casa y se mantuvo alerta para no pasarse, solo tenía que caminar una calle para llegar y así hizo. Al entrar cerró la reja, las luces estaban prendidas lo que indicaba que Pyt había llegado, no sabía si eso era bueno o muy malo. Anya dejó su abrigo en el perchero, soltó su cabello de la alta coleta y se quitó las botas, le gustaba que sus mullidas calcetas tocaran el suelo, el cachorro blanco se acercó a saludarla y ella jugó unos segundos con él inclinandose en el suelo. No veía a su hermano por ninguna parte y fue directo a la cocina, tenía hambre, con la prisa había olvidado el almuerzo y ahora su abdomen se quejaba escandalosamente. —¡Pyt!, ya llegué, ¿cenaste?