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wait a second, who are you again? - Aeryn
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wait a second, who are you again? - Aeryn
Si la mayoría de personas odiaba el lunes, no se podía comparar a lo que el joven sentía respecto a aquel primer día de la semana. Y es que la única función del primer día de la semana era amargar al resto del mundo, en serio ¿por qué tenía que existir? Por suerte su día en el taller no había sido demasiado complejo, pero sí lo suficiente para mantenerle ocupado, algo que en el fondo agradecía. Suficientes recuerdos habían vuelto a él tras la fiesta de inauguración y no tener nada que hacer solo le causaría darle más vueltas a cosas sin solución. En otras palabras, solo significaría hacer todo más complicado y ¿cuál era el lema de la vida de Corant? Simplicidad. Si algo no era simple, lo echaba de su vida. Quería vivir, quería disfrutar, o quizás solo quería caminar como si de un muerto en vida se tratara mientras las agujas del reloj le marcaban su final. No lo sabía,o al menos no estaba preparado para decirlo en voz alta todavía.
El cielo había ya oscurecido cuando el moreno llegó a su casa. Aún, a pesar de hacer ya 4 años, no se acostumbrada al silencio sepulcral que envolvía aquel lugar. Sí, una parte de él, la más ingenua, seguía esperando oir la voz de Milari llamándole, o sus pequeños y rápidos pasos corriendo hacia él. En cambio, nada de eso sucedía. Caminó lentamente hacia una de las tres habitaciones, la única que siempre se encontraba cerrada. Se detuvo durante varios segundos frente a esta, con la mano sin llegar a rozar el pomo de la puerta. Cerró los ojos y cogió aire para, a continuación, abrirla y observar la colorida habitación sin atreverse a cruzar. Sus ojos, frágiles ahora, recorrían los peluches perfectamente colocados en la cama, en los cuadros de princesas de la pared. Con lentitud, y pasos dubitativos, entró haciendo que su mano derecha acariciara la colcha de la habitación. Sus pies se detuvieron frente al armario de la chica, el cual se encontraba medio vacío, a causa de aquella noche. Sus manos, algo temblorosas, sujetaron un pequeño vestido pegándolo a su rostro, buscando un rastro de olor. Algo pudo captar, o quizás fue su mente, pero volvió a sentirla a su lado. Sus ojos iban a comenzar a cristalizarse cuando el sonido del timbre de la puerta le volvió a la realidad.
Negó con el rostro y se limpió con el brazo una lágrima furtiva. ¿Quién sería? El timbre volvió a sonar, esta vez de manera insistente. Aquello no le gustó un pelo a Corant, odiaba que la gente decidiera que no tenía nada mejor que atender a quien quisiera que fuera, quien segura no le importaría ni un mínimo al chico. Con pasos rápidos salió de la habitación hacia la puerta delantera abriéndola de manera brusca. No sabía quién esperaba encontrar, pero no a aquella extraña y desconocida rubia que se mostraba frente a él. Genial, una extranjera. El joven se apoyó en el marco de la puerta cruzándose de brazos mientras observaba a la rubia y, ahora, a las maletas que se agolpaban a su alrededor. -¿Acaso mi puerta tiene un H y yo me acabo de enterar? - Su ceño fruncido mostraba que no tenía ni ganas ni humor para tratar con aquella extranjera. -El hotel está calles más allá así que vete a molestar a otro ¿de acuerdo? Ni que fuera una monja de la caridad o algo. -Puso los ojos en blanco mientras volvía a cerrar la puerta. Cada vez estos extranjeros le sorprendían más.
El cielo había ya oscurecido cuando el moreno llegó a su casa. Aún, a pesar de hacer ya 4 años, no se acostumbrada al silencio sepulcral que envolvía aquel lugar. Sí, una parte de él, la más ingenua, seguía esperando oir la voz de Milari llamándole, o sus pequeños y rápidos pasos corriendo hacia él. En cambio, nada de eso sucedía. Caminó lentamente hacia una de las tres habitaciones, la única que siempre se encontraba cerrada. Se detuvo durante varios segundos frente a esta, con la mano sin llegar a rozar el pomo de la puerta. Cerró los ojos y cogió aire para, a continuación, abrirla y observar la colorida habitación sin atreverse a cruzar. Sus ojos, frágiles ahora, recorrían los peluches perfectamente colocados en la cama, en los cuadros de princesas de la pared. Con lentitud, y pasos dubitativos, entró haciendo que su mano derecha acariciara la colcha de la habitación. Sus pies se detuvieron frente al armario de la chica, el cual se encontraba medio vacío, a causa de aquella noche. Sus manos, algo temblorosas, sujetaron un pequeño vestido pegándolo a su rostro, buscando un rastro de olor. Algo pudo captar, o quizás fue su mente, pero volvió a sentirla a su lado. Sus ojos iban a comenzar a cristalizarse cuando el sonido del timbre de la puerta le volvió a la realidad.
Negó con el rostro y se limpió con el brazo una lágrima furtiva. ¿Quién sería? El timbre volvió a sonar, esta vez de manera insistente. Aquello no le gustó un pelo a Corant, odiaba que la gente decidiera que no tenía nada mejor que atender a quien quisiera que fuera, quien segura no le importaría ni un mínimo al chico. Con pasos rápidos salió de la habitación hacia la puerta delantera abriéndola de manera brusca. No sabía quién esperaba encontrar, pero no a aquella extraña y desconocida rubia que se mostraba frente a él. Genial, una extranjera. El joven se apoyó en el marco de la puerta cruzándose de brazos mientras observaba a la rubia y, ahora, a las maletas que se agolpaban a su alrededor. -¿Acaso mi puerta tiene un H y yo me acabo de enterar? - Su ceño fruncido mostraba que no tenía ni ganas ni humor para tratar con aquella extranjera. -El hotel está calles más allá así que vete a molestar a otro ¿de acuerdo? Ni que fuera una monja de la caridad o algo. -Puso los ojos en blanco mientras volvía a cerrar la puerta. Cada vez estos extranjeros le sorprendían más.
- Corant O. Creamer
- Libras : 35
Re: wait a second, who are you again? - Aeryn
¿Pero donde coño estaba aquella ciudad? era demasiado orgullosa para admitir que se podía haber perdido. No quería encender el móvil para el gps, sabia que su madre no pararía de llamarla y la verdad no le apetecía hablar con esa zorra. Se paro en una gasolinera, cuando fue a pagar la gasolina con la mejor de sus sonrisas le pregunto al que atendía como llegar. Cuando la vio se le iban a salir los ojos de las órbitas, que asco pensó la rubia. Obediente saco un mapa se apoyo en el mostrador para ver las indicaciones. La vista del tío se fue directa al escote y entorne los ojos, le gustaba provocar, pero a veces le desesperaba la simpleza de los tíos -se que estoy buena pero necesito llegar, así que deja de mirarme las tetas y dime la dirección- dijo humillandole, solo sonrió con malicia al ver como se ponía rojo y miraba el mapa fijamente sin mirarle, le indico como llegar desde ahí, le pague y todo esto sin mirarla de nuevo. la rubia volvió a subirse al coche y puso la música a todo volumen.
Llevaba un rato al volante y empezaba a dudar de si se había perdido de nuevo, cuando por fin vio el letrero de entrada a la ciudad -Al fin- exclamo en voz alta, estaba cansada de tanto coche. Aparco el coche y entro en un bar a comer algo y a buscar en la guía telefónica que había junto a los teléfonos públicos la casa de su hermanastro, pobre, no sabia lo que se le venia encima, sonrió con malicia, veo su nombre y apunto la dirección. Nota como las vistas se fijan en ella, no deberían de gustar los nuevos por aquí, pensó, pero poco le importaba a la rubia. Hizo un estudio rápido de las personas que había en el bar y no había nada interesante, así que pago y se subió al coche. Paso por algunas tiendas para renovar un poco el vestuario, pero sin perder mucho tiempo, ya tendría tiempo para malgastarlo en las tiendas. Llego a la casa que me marcaba la dirección, aparco el coche y encendió el móvil y nada mas hacerlo empezaron a llegarle mensajes y llamadas perdidas, tenia 15 llamadas perdidas y 5 mensajes, los miro rápidamente y solo se paro unos segundos en uno de los mensaje, era de uno de los que utilizaba para pasar el rato, le iba a responder, pero que se jodiese, ya se enteraría de que no estaba allí.
Abrió el maletero y saco las bolsas con la ropa nueva y la maleta, cerro el coche y las llevo a la puerta, llamo al timbre y al ver que no abrían rápidamente empezó a insistir, no le gustaba esperar y menos cuando estaba cansada. Iba a volver a llamar cuando por fin abrió la puerta el joven, quien supondría que seria su hermanastro, escuche como se quejaba por molestarle, no sabia lo que le esperaba. Agarro las maletas - ¿eres Corant verdad?- sin esperar que le respondiese entro en la casa -soy tu hermanastra, y vengo a vivir aquí- dejo las maletas cerca de la escalera. Se giro sobre si misma para mirar al joven -no esta mal aunque algún cambio le vendría bien ¿donde esta mi habitación?- aun no había le dejado hablar, sabia que la mente de ese chico debía estar al borde del colapso. -Tengo sed, ¿la cocina por ahí?- voy en esa dirección y por suerte lo es, abro la nevera y cojo agua -¿que pasa hermanito, se te comió la lengua el gato?-
Llevaba un rato al volante y empezaba a dudar de si se había perdido de nuevo, cuando por fin vio el letrero de entrada a la ciudad -Al fin- exclamo en voz alta, estaba cansada de tanto coche. Aparco el coche y entro en un bar a comer algo y a buscar en la guía telefónica que había junto a los teléfonos públicos la casa de su hermanastro, pobre, no sabia lo que se le venia encima, sonrió con malicia, veo su nombre y apunto la dirección. Nota como las vistas se fijan en ella, no deberían de gustar los nuevos por aquí, pensó, pero poco le importaba a la rubia. Hizo un estudio rápido de las personas que había en el bar y no había nada interesante, así que pago y se subió al coche. Paso por algunas tiendas para renovar un poco el vestuario, pero sin perder mucho tiempo, ya tendría tiempo para malgastarlo en las tiendas. Llego a la casa que me marcaba la dirección, aparco el coche y encendió el móvil y nada mas hacerlo empezaron a llegarle mensajes y llamadas perdidas, tenia 15 llamadas perdidas y 5 mensajes, los miro rápidamente y solo se paro unos segundos en uno de los mensaje, era de uno de los que utilizaba para pasar el rato, le iba a responder, pero que se jodiese, ya se enteraría de que no estaba allí.
Abrió el maletero y saco las bolsas con la ropa nueva y la maleta, cerro el coche y las llevo a la puerta, llamo al timbre y al ver que no abrían rápidamente empezó a insistir, no le gustaba esperar y menos cuando estaba cansada. Iba a volver a llamar cuando por fin abrió la puerta el joven, quien supondría que seria su hermanastro, escuche como se quejaba por molestarle, no sabia lo que le esperaba. Agarro las maletas - ¿eres Corant verdad?- sin esperar que le respondiese entro en la casa -soy tu hermanastra, y vengo a vivir aquí- dejo las maletas cerca de la escalera. Se giro sobre si misma para mirar al joven -no esta mal aunque algún cambio le vendría bien ¿donde esta mi habitación?- aun no había le dejado hablar, sabia que la mente de ese chico debía estar al borde del colapso. -Tengo sed, ¿la cocina por ahí?- voy en esa dirección y por suerte lo es, abro la nevera y cojo agua -¿que pasa hermanito, se te comió la lengua el gato?-
- Aeryn S. Fox
- Libras : 14
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