blondes [have more fun] → jacques

Mayflower y Grantham, en la esquina más cercana a la Universidad y para la Zona Hansen, donde vivía Jackie. Ahí estaba Otis parado, con la mano izquierda en el bolsillo de la campera, el brazo escayolado a un costado y frotándose las piernas, una con otra, porque le hacía frío. Habían quedado para las diez, y faltaban sólo dos minutos para que las agujas marcaran la hora en punto, pero el rubio había llegado antes. No era la persona más puntual del planeta, pero hacía rato que quería ver a Jackie y sentía que si él aparecía más temprano tal vez ella también. En fin, llevaba más de diez minutos mirando alrededor, girando la cabeza despacio para que la gorrita de lana que tenía puesta no cayera. Más de una vez cruzó los ojos sólo para ver cómo su aliento salía al exhalar y se notaba en el ambiente frío, sonriéndole al mismo.

El chico se había emocionado de más al recibir el mensaje de su amiga. Porque creía que Jackie estaba enojada con él y no 'liada', y todavía seguía con aquella idea. Su último encuentro no había terminado de una muy buena manera, y él estaba más que arrepentido. Por supuesto tampoco le agradó mucho la idea de encontrarse a las diez de la noche cuando ya todo el mundo descansaba, pero sinceramente no le importó. Porque iría a donde sea y cuando sea si ella se lo ordenara. Así que después de cenar, y sin la aprobación de sus padres para salir, se duchó, algo de lo que también se arrepentía, porque salir en otoño con el cabello frío no era una de las mejores ideas ever. De seguro empezaría a estornudar y no tenía pañuelos. Pero sí dinero, porque aunque Jackie le haya dicho que no llevara, tenía que hacerlo. Se sentía con ganas de comprar unos chicles y tal vez una coca.

De repente era todo incómodo que no veas. Seguíamos caminando como antes, tal vez con un paso más cansado y no tan apurados, pero el silencio era demasiado, y yo seguía pensando una y otra vez en lo que acababa de pasar. Otis podía ser todo lo inocente que quisiera y podía parecer que no iba a darse cuenta de algunas cosas, pero yo sabía que no era así, y sabía que se habría dado cuenta del ridículo que había hecho quedándome empanada cual cateta y estando a nada y menos de besarle así porque sí. Dios, es que, ¿en qué demonios pensaba? ¿Y si llego a besarle? No quiero imaginarme la cara que pondría, o lo que podría pensar. Eso sí, ¿y si era algo bueno? ¿Y si no estaba mal? Porque por mucho que me estuviese intentando convencer de lo contrario, no parecía algo malo, es más, lo último que había pensado hasta ahora era que aquello era algo "malo". Problemático, tal vez.

Iba a abrir la boca para decirle algo a Otis pero es que no me salían las palabras, sólo un suspiro tras otro, mirándole de vez en cuando y luego al suelo y a las calles que recorríamos. Me había entrado el sueño, porque entre el silencio y el calor que había sentido de repente minutos atrás... cómo no sentir algo de sueño. — Esto... — me aclaré la garganta y sabiendo que faltaba poco para llegar a mi casa, decidí no hacerlo tan incómodo inventándome cualquier cosa. — Estaba pensando... en que podríamos convencer a Indy para que hiciese alguna fiesta, ¿no crees? — y me giré a mirarlo y sonreí un poco, bajando la mirada en seguida y moviendo el pulgar ligeramente sobre el dorso de la mano de Otis como si estuviese convenciéndome de que no había pasado nada en la avenida y que no había estado apunto de arruinarlo todo. — O una fiesta de pijamas, algo, no sé. — y me encogí de hombros, mirándole otra vez durante un segundo y bajando la mirada de nuevo al suelo como si mirarlo durante demasiado tiempo ahora me pudiese provocar quemaduras en la retina, porque nunca me había fijado, pero de repente Otis brillaba y me estaba quedando muy ciega, y eso era frustrante.

Otis no pudo sacarse de la cabeza la imagen de Jackie relamiéndose los labios. Llámenle aburrido, tonto, o enamorado y los tres juntos si quieren, pero es que le parecía imposible olvidarse de tal momento. Porque muchas veces la había visto haciendo eso, y no es que Otis acosaba a Jackie y la miraba por la ventana todos los días. Es más, intentaba ser de lo más prudente en el colegio y cuando se encontraban para no pasarse a las miraditas, pero es que tampoco quería privarse de verla hablar, cantar, bailar o lo que fuere. Como sea, que nunca había hecho aquello con los labios mientras lo miraba de aquella manera en que Otis notó que le había mirado, valga la redundancia. Sin darse cuenta, esta vez el gesto se llevó a cabo entre sus labios y lengua, mirando al piso y pestañeando pesadamente.

En cuanto dijo el 'esto', supo que por lo menos el silencio incómodo desaparecería un rato, y eso le puso feliz. Terminó de escuchar su propuesta mientras bostezaba una vez más — Suena bien — comentó mientras se encogía de hombros levemente y asentía despacito. No se sentía como la persona más habladora del mundo por el momento — Dile que me avise, ¿quieres? — y alzó la vista para mirarla de una vez y de por todas, sin dejar de caminar — La hora y... — bostezó una vez más, tapándose con la escayola —... todo eso —. Le sonrió de nuevo antes de alzar la vista y notar que ya habían doblado la esquina que llevaba hacia la casa de Jackie, dejando en claro que por lo menos a la mitad del camino la habían hecho en silencio. Y de la mano, por supuesto, porque nada era tan incómodo como para impedir que se agarraran las manos un momento. Así que se la apretó, porque en un rato sus dedos no estarían entre los de Otis y le haría frío, bastante. Y aunque sonara tonto, la extrañaría. Bastante.

Estaba empezando a pensar que la mejor solución sería distraer a Otis hasta que se estampase contra alguna farola y que se quedase inconsciente. Entonces, sólo tenía que convencerlo de que se había dado un buen golpe y de que había perdido el conocimiento apenas diez minutos después de que hubiésemos quedado. Voilá, planazo. O no, porque mis planes no siempre eran buenos, vaya. Se me olvidó que estaba planeando algo cuando Otis respondió a lo que proponía. Me giré a mirarle al escuchar que empezaba a hablar otra vez, y justo él me miraba, y debo confesar que aún sentía cómo me ardían las mejillas. Qué puta rabia, de verdad, seguro que parecía una colegiala de doce años con tanto sonrojo y mirada gacha. — Vale. — contesté, asintiendo y apartando la mirada también antes de que él lo hiciese, pero volviéndolo a mirar al oír cómo bostezaba. Le sonreí casi que con torpeza, bajando la mirada otra vez segundos después, y solté un suspiro, viendo que ya casi estábamos llegando a mi casa. ¿Tanto habíamos caminado en silencio?

Conforme nos íbamos acercando, noté que Otis me apretaba la mano, y me apoyé en su brazo como solía hacer, porque sí, porque me daba igual haber metido la pata, si Otis no se quejaba, yo no tenía por qué privarme de pequeños placeres de la vida. ¿O sí? — Qué pereza, por Dios... — musité, chasqueando la lengua al ver mi casa, entre tanta casa Hansen.  No estábamos en frente, pero paré de todas formas, por si mi padre decidía estar en casa esa noche y asomarse por la ventana, así podría verme despedirme de Otis y tal vez se cabrearía, porque "Eres demasiado joven para tener novio" "¿Por qué siempre te juntas con chicos y no con niñas de tu edad?" Me vais a decir que mi padre no se buscaba una buena comeback, ¿eh?

El caso es que habíamos llegado, y yo no me solté del brazo de Otis, pero me giré hacia él aún ahí apoyada y puse la cara más triste de mi repertorio de caras tristes. — Esto es el fin. — un poco Drama Queen, pero bueno. Solté un suspiro y esta vez ni corta ni perezosa, me puse de puntillas y agarré a Otis de la nuca, acercándolo hacia mí para poder besarle la mejilla unos segundos y separarme después, pero sólo para abrazarlo fuertemente. — Ten cuidado, ¿vale? — lo solté y le hice un boop en la nariz, sonriendo ligeramete. Me preocupaba porque ahora se volvía a casa. Solo. Le podía pasar cualquier cosa y podía no volver a verlo nunca más y me volvería loca si eso pasase.

Siempre que Jackie se apoyaba en su hombro, Otis deseaba ser un poquito más bajo. Porque si así fuera entonces la chica no tendría que sentir justo aquel hueso que parecía ser tan incómodo. Además de que no tendría que andar de puntillas o subiéndose a los bancos para estar de su altura o más alta. Pero Jackie a pesar de llamarle girafa, siempre le hacía saber que le gustaba su altura, así que después se olvidaba de sus ganas de encogerse y hacía como si nada — Cierto — contestó a su comentario sobre la pereza que parecía que ambos traían encima.

Paró de caminar en cuanto ella hizo lo mismo, a pesar de que todavía faltaban unas cuantas casas para estar en su puerta. La escuchó decir eso y soltó una risa, moviendo la cabeza para verla — Qué dramática — dijo sonriendo y volvió a mirar hacia adelante, porque justo pasaba un gato negro con ojos amarillentos. Lo siguió con la vista, viendo como subía por la ventana de una casa y entraba sin problemas. Se imaginó lo divertido que sería si los seres humanos pudieran hacer lo mismo y se quedó sonriendo, sin pegar los pies en la Tierra hasta que Jackie le agarró de la nuca. Sí, por supuesto que se tensó, porque la nuca era uno de sus puntos débiles y eso ya se lo había dicho varias veces. Sentir el beso en la mejilla hizo que el frío en su rostro ya no fuera tan intenso. Le devolvió el abrazo, apretándola fuerte contra su cuerpo, moviendo despacio las manos por su espalda  y acariciándola con los dedos — Sí, por supuesto — dijo frunciendo el ceño. Era tarde y refrescaba, pero le pareció un poco exagerado que le pidiera que tuviera cuidado. No se marchaba a la guerra, sino que iba a su casa, a acostarse bajo miles de mantas y dormir un poco. No había cosa en el mundo más segura que eso. Igualmente le alegró que se preocupara por él, ¿a quién no le gustaría? Soltó otra pequeña risa cuando le tocó la nariz y esta vez él se acercó a plantar un beso en su frente — Buenas noches — dijo en voz baja después de separarse y ya estirando una pierna hacia atrás, para empezar la vuelta a casa.

— Lo digo en serio. — advertí alzando una ceja, pero Otis se adelantó y creo que ni me oyó, porque de repente estaba plantándome un beso en la frente y yo cerré los ojos unos segundos, abriéndolos después con una sonrisa al oírle y asintiendo. — Buenas noches, Fitz. — respondí igual de bajo, porque Otis sólo había comenzado a alejarse y supuse que aún podría oírme, y entonces sí, me di la vuelta para ir hacia mi casa. Aún tenía la sonrisa estúpida en la cara, incluso mientras me tropezaba con el primer escalón hasta la puerta y mientras sacaba las llaves.

El por qué de que esa noche hubiese parecido una... cita, o algo así, no podría explicarlo. Pero no había estado mal, la verdad. Otis era... Otis, como siempre, y yo había metido la pata hasta el fondo, oh, Dios, oh, joder. Lo primero que hice al llegar fue ponerme el pijama, y me metí en la cama una vez lista, contenta de que Donald no estuviese en casa pero sabiendo que me esperaba otra noche más en vela, más aún ahora que lo único que me pasaba por la mente era Otis, Otis, Otis, Otis y sus ojos  azules mirándome fijamente, el sonrojo en las mejillas cuando después miraba al suelo, su nariz arrugándose al reír, sus pequeñas pecas.... y sus labios, los que me habían metido en el primer problema de buenas a primeras. La cosa es que había un charco de barro y pese a que me había dicho a mí misma que no iba a meter el pie, había metido toda la pierna. Si con esto os preguntáis si me gustaba Otis, creo que la respuesta es más que evidente, ¿no?