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Ubicada en el condado de Berkshire, en Inglaterra, Holywell City recibe octubre con temperaturas que oscilan entre los 6°C y los 15°C. Se esperan lluvias durante todo el mes, con ocasionales tormentas provenientes del sur. Fuertes ráfagas de viento atraviesan la ciudad de punta a punta, por lo que es recomendado no dejar objetos sin supervisar a la intemperie.
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Don't be stubborn, please — Phillip.
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Don't be stubborn, please — Phillip.
Tener que cerrar la pastelería para llevar a su abuelo al dentista le parecía absurdo. Él, un hombre hecho y derecho, negándose como un chiquillo a acudir a la consulta anual. Eleanor llevaba oyendo hablar del muchacho de los Applewhite desde hacía no mucho, aparentemente había regresado hacía unos cuantos meses del extranjero y eso para Geoffrey Jones era poco más que un sacrilegio. Un hombre chapado a la antigua, conservador, que había visto como un muchacho de buena familia se iba por el mal camino. Eleanor no podía estar más convencida de la exageración de su abuelo y mucho más cuando alguno de sus clientes le había recomendado que visitara al joven dentista. Por eso había sido ella misma quien había llamado hacía unas semanas para reservar una cita en nombre de su abuelo, sabiendo que él se negaría a hacerlo. Cualquiera que dejara Holywell era, para él, poco menos que un traidor, sin darse cuenta de que su hija había hecho lo mismo y que la nieta que le cuidaba con tanto cariño había nacido en Estados Unidos.
Se vio tentada a subir el volumen de la radio del coche para dejar de escuchar las quejas, pero le pareció una total falta de respeto, así que aguantó pacientemente la incesante charla del hombre. Podrían haber ido dando un paseo, pero Ellie sabía que sería un viaje mucho más largo y por mucho que adorase a su abuelo, no estaba dispuesta a soportar todos sus comentarios durante mucho tiempo. Y todo por una ideología política. Ahora que ella vivía en su propia casa, también tenía que escuchar sus sermones cuando iba a comer con él, aunque siempre era mucho más suave con ella que con los demás. Estacionó frente a la casa en la que el doctor Applewhite pasaba consulta y se volvió a mirar al hombre. —Abuelo, prométeme que vas a ser agradable con el doctor. —le pidió en tono suave. Se retractó antes de que él pudiera responder, sabiendo que estaba pidiendo demasiado. —Por lo menos no seas desagradable. No es necesario hacer que la visita al dentista se convierta en un debate político. —sus ojos claros le miraron suplicantes y el hombre terminó por asentir con resignación. Eleanor besó su mejilla sonoramente antes de bajarse del vehículo.
Arregló su vestido floreado junto a la puerta. —Abuelo, sonríe. —le sugirió antes de llamar al timbre. La recepcionista con la que había hablado por teléfono no tardó demasiado en abrirles. —Lo que no entiendo es por qué tengo que ser yo el que viene al dentista cuando eres tú la que se pasa el día comiendo porquerías. —se quejó el hombre. Eleanor sintió cómo sus mejillas se ruborizaban. ¿Por qué tenía que hacerlo todo tan difícil? —El doctor Applewhite está ocupado ahora mismo con un paciente, pero no tendrán que esperar más que unos minutos. —informó la joven. Eleanor se apresuró a hablar antes de que su abuelo pudiera quejarse de la irresponsabilidad del dentista. —Claro, no hay problema. —aseguró antes de dirigirse a la pequeña sala de espera.
Se vio tentada a subir el volumen de la radio del coche para dejar de escuchar las quejas, pero le pareció una total falta de respeto, así que aguantó pacientemente la incesante charla del hombre. Podrían haber ido dando un paseo, pero Ellie sabía que sería un viaje mucho más largo y por mucho que adorase a su abuelo, no estaba dispuesta a soportar todos sus comentarios durante mucho tiempo. Y todo por una ideología política. Ahora que ella vivía en su propia casa, también tenía que escuchar sus sermones cuando iba a comer con él, aunque siempre era mucho más suave con ella que con los demás. Estacionó frente a la casa en la que el doctor Applewhite pasaba consulta y se volvió a mirar al hombre. —Abuelo, prométeme que vas a ser agradable con el doctor. —le pidió en tono suave. Se retractó antes de que él pudiera responder, sabiendo que estaba pidiendo demasiado. —Por lo menos no seas desagradable. No es necesario hacer que la visita al dentista se convierta en un debate político. —sus ojos claros le miraron suplicantes y el hombre terminó por asentir con resignación. Eleanor besó su mejilla sonoramente antes de bajarse del vehículo.
Arregló su vestido floreado junto a la puerta. —Abuelo, sonríe. —le sugirió antes de llamar al timbre. La recepcionista con la que había hablado por teléfono no tardó demasiado en abrirles. —Lo que no entiendo es por qué tengo que ser yo el que viene al dentista cuando eres tú la que se pasa el día comiendo porquerías. —se quejó el hombre. Eleanor sintió cómo sus mejillas se ruborizaban. ¿Por qué tenía que hacerlo todo tan difícil? —El doctor Applewhite está ocupado ahora mismo con un paciente, pero no tendrán que esperar más que unos minutos. —informó la joven. Eleanor se apresuró a hablar antes de que su abuelo pudiera quejarse de la irresponsabilidad del dentista. —Claro, no hay problema. —aseguró antes de dirigirse a la pequeña sala de espera.
- Eleanor S. Jones
- Libras : 24
Re: Don't be stubborn, please — Phillip.
Últimamente las guardias en el Hospital de Holywell le consumían y agotaban tanto, que para evitarse el cansancio extra que implicaba trasladarse (ya sea a pie o en coche) hasta la planta baja de su modesta casa, en la Zona Residencial, citaba directamente a todos sus pacientes en el antiguo edificio; que estaba bien equipado, a su parecer, para los años con los que contaba. Hacía ya casi mes y medio que no atendía en su consultorio particular, por lo que le resultaba algo extraña la comodidad de la pulcra habitación. Hasta la ayuda, que más que ayudarle le complicaba más las cosas la mayoría de las veces, de su ya anciana recepcionista. Iba por la ¿cuarta persona? Lo cierto era que había perdido la cuenta con facilidad esa mañana. Estaba distraído, cosa que no extraña en Pip, más de lo normal. Tenía la cabeza en cualquier otra cosa menos en las caras que iba atendiendo hasta el momento. Y por cualquier cosa me refiero a aquella chica, que por alguna extraña razón había vuelto a su cabeza otra vez.
Dorothea, su secretaria, llamó a la puerta. ¡Adelante!- dijo Pip en voz lo suficientemente alta como para que lo oyese mientras terminaba con la aplicación de flúor en los dientecitos de una pequeña. La puerta se abrió y una canosa cabeza se asomo tímidamente- Joven Maxwell, sus últimos pacientes del día acaban de llegar . -hizo una leve pausa- Como esta algo demorado con la pequeña, les he dicho que aguarden unos minutos -terminó por decir con su suave voz. Phillip apagó la luz superior del equipo. - De hecho, ya acabamos -dijo enseñándole un simpática sonrisa a la niña- Recuerda darles un turno para dentro de seis meses Dorothea. Nos vemos pronto amiguita, te has portado muy bien hoy. -finalizó chocando los cinco con la nena. Pensativo, se levanto de su butaca para dirigirse al lavabo, e higienizar todo para recibir con correspondía a los nuevos pacientes. ¿Algo más jovencito? - agregó Dorothea, aún de pie junto al lintel de la puerta, rompiendo el silencio que repentinamente se formó en el lugar. Phillip dio un leve brinco de sorpresa, estaba tan metido en si mismo que casi podía jurar que se encontraba solo en la habitación. -Emm... si si, diles que vayan pasando que en unos minutos comenzamos. - respondió girando levemente la cabeza como para mirar a la anciana, pues él se encontraba dándole espalda. Le enseñó su mejor sonrisa y abrió un poco más el grifo de agua fría. Se echó un poco en el rostro, tenía que salir de aquel trance de alguna manera.
Dorothea, su secretaria, llamó a la puerta. ¡Adelante!- dijo Pip en voz lo suficientemente alta como para que lo oyese mientras terminaba con la aplicación de flúor en los dientecitos de una pequeña. La puerta se abrió y una canosa cabeza se asomo tímidamente- Joven Maxwell, sus últimos pacientes del día acaban de llegar . -hizo una leve pausa- Como esta algo demorado con la pequeña, les he dicho que aguarden unos minutos -terminó por decir con su suave voz. Phillip apagó la luz superior del equipo. - De hecho, ya acabamos -dijo enseñándole un simpática sonrisa a la niña- Recuerda darles un turno para dentro de seis meses Dorothea. Nos vemos pronto amiguita, te has portado muy bien hoy. -finalizó chocando los cinco con la nena. Pensativo, se levanto de su butaca para dirigirse al lavabo, e higienizar todo para recibir con correspondía a los nuevos pacientes. ¿Algo más jovencito? - agregó Dorothea, aún de pie junto al lintel de la puerta, rompiendo el silencio que repentinamente se formó en el lugar. Phillip dio un leve brinco de sorpresa, estaba tan metido en si mismo que casi podía jurar que se encontraba solo en la habitación. -Emm... si si, diles que vayan pasando que en unos minutos comenzamos. - respondió girando levemente la cabeza como para mirar a la anciana, pues él se encontraba dándole espalda. Le enseñó su mejor sonrisa y abrió un poco más el grifo de agua fría. Se echó un poco en el rostro, tenía que salir de aquel trance de alguna manera.
- M. Phillip Applewhite
- Libras : 37
Re: Don't be stubborn, please — Phillip.
Cuando se había trasladado a Holywell para cuidar de su abuelo jamás había imaginado que eso significara ocuparse de él como si de un niño se tratara. Las discusiones cuando le había dicho que sería buena idea hacerle una visita al dentista habían sido interminables, pero habían terminado con una victoria de la castaña. A pesar de todo, el hombre no dejaba de refunfuñar y quejarse cada vez que tenía ocasión y el tiempo que tuvieron que esperar hasta poder pasar a la consulta no fue diferente. —Abuelo, ¿acabas de ver a esa niña pequeña que acaba de salir? Me apuesto lo que quieras a que ni siquiera ella se ha comportado de un modo tan infantil. —le dijo en voz baja. Se despidió de la niña y su madre con una sonrisa amable y la secretaria no tardó en aparecer frente a ellos. Eleanor se puso en pie antes incluso de que la mujer pudiera abrir la boca. —El doctor Applewhite dice que ya pueden pasar. Por aquí, por favor. —esbozó una sonrisa amable que Ellie correspondió al instante. —Vamos, abuelo. —dijo y sin esperar más, a sabiendas de que podría comenzar a quejarse de nuevo, se encaminó hacia la consulta.
—Ellie, cariño, no me duele nada. ¿De verdad es necesario hacer esta revisión? —preguntó el hombre. No le pasó por alto que había cambiado de táctica y ahora empleaba ese tono cariñoso que utilizaría cualquier chiquillo para salirse con la suya. ¡Qué cruz! —Por favor, no seas infantil. Y recuerda ser amable con el doctor. —le advirtió antes de dar un par de gopecitos a la puerta para avisar de su llegada. Giró el pomo y se adentró en la consula, seguida por su abuelo. —Buenas tardes, doctor Applewhite. —saludó cordialmente, dándole un pequeño codazo al anciano para que hiciera lo mismo, dándose por satisfecha cuando su abuelo también dedicó un par de palabras al dentista. Sus ideologías políticas eran tan diferentes que esperaba que supiera comportarse durante el tiempo que durase la consulta. Había oído hablar del atractivo del doctor y por lo que podía ver, a pesar de que él se encontrara de espaldas, los rumores precían bien fundados. En ese momento él se dio la vuelta y Eleanor enmudeció al ver su rostro. Incluso juraría que acababa de sonrojarse. ¡Era él! ¡El chico del aeropuerto! —Eleanor, cielo, ¿te encuentras bien? Te has puesto roja. —su abuelo intentó ser discreto, pero tampoco es que hablara demasiado bajo por lo que la muchacha le fulminó con la mirada, sintiendo, irremediablemente, que el calor de su rostro era aún mayor. Era absurdo puesto que suponía que Phillip no se habría fijado en ella aquel día en el aeropuerto y, de haberlo hecho, tampoco la recordaría. La joven volvió a mirar al doctor y esbozó una pequeña sonrisa.
—Ellie, cariño, no me duele nada. ¿De verdad es necesario hacer esta revisión? —preguntó el hombre. No le pasó por alto que había cambiado de táctica y ahora empleaba ese tono cariñoso que utilizaría cualquier chiquillo para salirse con la suya. ¡Qué cruz! —Por favor, no seas infantil. Y recuerda ser amable con el doctor. —le advirtió antes de dar un par de gopecitos a la puerta para avisar de su llegada. Giró el pomo y se adentró en la consula, seguida por su abuelo. —Buenas tardes, doctor Applewhite. —saludó cordialmente, dándole un pequeño codazo al anciano para que hiciera lo mismo, dándose por satisfecha cuando su abuelo también dedicó un par de palabras al dentista. Sus ideologías políticas eran tan diferentes que esperaba que supiera comportarse durante el tiempo que durase la consulta. Había oído hablar del atractivo del doctor y por lo que podía ver, a pesar de que él se encontrara de espaldas, los rumores precían bien fundados. En ese momento él se dio la vuelta y Eleanor enmudeció al ver su rostro. Incluso juraría que acababa de sonrojarse. ¡Era él! ¡El chico del aeropuerto! —Eleanor, cielo, ¿te encuentras bien? Te has puesto roja. —su abuelo intentó ser discreto, pero tampoco es que hablara demasiado bajo por lo que la muchacha le fulminó con la mirada, sintiendo, irremediablemente, que el calor de su rostro era aún mayor. Era absurdo puesto que suponía que Phillip no se habría fijado en ella aquel día en el aeropuerto y, de haberlo hecho, tampoco la recordaría. La joven volvió a mirar al doctor y esbozó una pequeña sonrisa.
- Eleanor S. Jones
- Libras : 24
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