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birthdays and cupcakes → anya
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birthdays and cupcakes → anya
Los cumpleaños en la familia Fitzgerald eran lo mejor. Primero porque la madre de Otis preparaba los platos favoritos del afortunado. Ese día no era él sino Finn, pero afortunadamente para ambos sus paladares eran prácticamente iguales. Segundo, los cuatro hermanos que ya no vivían en Holywell volvían a casa por dos o tres días, como en Navidad, para pasar la pequeña fiesta en familia. Podría decirse que el rubio menor quería mucho a sus hermanos, pero sólo así, unos días dando vueltas y de nuevo a casa, porque se acordaba lo que era vivir con ellos y no, gracias. Como sea, ese día había despertado más temprano de lo que solía amanecer los sábados, con su madre sacudiéndole el hombro y susurrando su nombre varias veces por lo bajo.
Después de ducharse y tomarse su tiempo en el desayuno, le enviaron a comprar cupcakes. No era nada que le molestara, es más, le gustaba estirar las piernas y cómo no ese glorioso lugar lleno de pastelitos. ¿El Cielo? No le llegaba ni a los talones. Perdona, Jesús. Sabía cuales eran los favoritos de Finn, cuántas veces habían ido juntos con ganas de probar nuevos sabores y habían acabado comprando los mismos de siempre. Por supuesto que también compraría uno o dos para él, porque algo de provecho tenía que sacarle a la situación.
Ya estaba rodeando el Edificio de la Gobernación cuando sacó el dinero que tenía para contarlo. No se había fijado si le alcanzaba, pero en cuanto sumó los billetes se dio cuenta de que tenía lo justo y necesario. Repetía el pedido una y otra vez, seis de vainilla con chispitas y dos de chocolate blanco, tanto que en un momento dado las palabras le parecieron sin sentido y acabó olvidándoselas. De todas formas sabía qué pedir, así que en cuanto entró al local se puso en la fila. Afortunadamente sólo había dos personas delante de él, seguro por la hora que era. Volvió a contar el dinero en sus manos, porque de la nada se puso nervioso. Nervioso porque era el cumpleaños de su hermano y si llegaba a casa después de que despertara la sorpresa se arruinaba. Igualmente ese día Finn dormiría hasta tarde; no había puesto alarma y la noche anterior se había quedado hasta tarde viendo televisión, Otis le había oído.
Después de ducharse y tomarse su tiempo en el desayuno, le enviaron a comprar cupcakes. No era nada que le molestara, es más, le gustaba estirar las piernas y cómo no ese glorioso lugar lleno de pastelitos. ¿El Cielo? No le llegaba ni a los talones. Perdona, Jesús. Sabía cuales eran los favoritos de Finn, cuántas veces habían ido juntos con ganas de probar nuevos sabores y habían acabado comprando los mismos de siempre. Por supuesto que también compraría uno o dos para él, porque algo de provecho tenía que sacarle a la situación.
Ya estaba rodeando el Edificio de la Gobernación cuando sacó el dinero que tenía para contarlo. No se había fijado si le alcanzaba, pero en cuanto sumó los billetes se dio cuenta de que tenía lo justo y necesario. Repetía el pedido una y otra vez, seis de vainilla con chispitas y dos de chocolate blanco, tanto que en un momento dado las palabras le parecieron sin sentido y acabó olvidándoselas. De todas formas sabía qué pedir, así que en cuanto entró al local se puso en la fila. Afortunadamente sólo había dos personas delante de él, seguro por la hora que era. Volvió a contar el dinero en sus manos, porque de la nada se puso nervioso. Nervioso porque era el cumpleaños de su hermano y si llegaba a casa después de que despertara la sorpresa se arruinaba. Igualmente ese día Finn dormiría hasta tarde; no había puesto alarma y la noche anterior se había quedado hasta tarde viendo televisión, Otis le había oído.
- E. Otis Fitzgerald
- Libras : 191
Re: birthdays and cupcakes → anya
Uno, dos, tres... Anya solía utilizar números para marcar cada una de las teclas, a su parecer era más sencillo, las primeras tonadas no eran extensas y eso indicaba menos números, era el método que había decidido usar con la hija pequeña de los Green y, a diferencia de la mayor, la clase había sido muy satisfactoria. Solo tuvo que quedarse media tarde, Marnie y Edward llegaron antes de la hora y le dieron su acostumbrada paga con un poco más, Marnie aseguraba que su hija Elizabeth había aumentado el contacto con sus primos desde que aprendió a tocar el piano y señalaba que toda la culpa había sido de la pelirroja. Sus quejas de que no debían molestarse fueron ignoradas, pero en el fondo la chica de dispersas pecas en el rostro estaba contenta de que podría llevar algún postre a casa y quizás algunas flores, le encantaban las flores, en especial cuando decoraban el comedor principal, le hacía sentir compañía en medio de la soledad en una vivienda tan grande que, con el paso de los años, su hermano y ella se enfocaron en arreglar. Ahora que no tocaría su sueldo podría pagar incluso la reparación de su motocicleta, de nuevo.
Se despidió como era de costumbre y tomó su abrigo del perchero con su bufanda y un bolso pequeño, mientras bajaba los escalones guardaba el dinero y se aseguraba de no tener ningún mensaje pendiente, Anya procuraba no sacar su movil en las calles. Listo, Pyter le había avisado que iba en camino y que la esperaba para cenar, ella decidió callar el asunto de los postres y tomó el bus para una de sus tiendas favoritas, de hecho tenía muchas favoritas, más por lo que las vidrieras ofrecían que por la compra, pero esta en especial tenía un colorido que llamaba su atención, la chica solía ser muy detallista con ese aspecto. Esta vez no se deleitaría con lo que ofrecían si no que podría comprar más de un cupcake para cenar con Pyter. Dibujaba en su mente cuales sabores pediría, pensaba en comprar los pequeños para hacer una degustación, sus favoritos eran los de red velvet y galletas con chispas, con tres para ella sería suficiente, Pyt comería cuatro o cinco, su hambre era insaciable, quizás así se escapara de la cena.
La cola del local no era grande, Anya frota sus manos, que hasta ahora habían estado dentro de los bolsillos, y entra dando un vistazo a la velocidad de las chicas que atendían, bien, quizás en veinte minutos estuviera afuera. Se encamina hacia el último de la fila pero antes de pararse tras la figura observa una cabellera desordenada y rubia que creía conocer, la vestimenta la terminó de convencer y fue el pie que la impulsó a lo que hizo. Se alzó de puntillas, él era más alto, y cubrió con sus manos los ojos del chico a quien creía conocer, se acercó a su oído e hizo un débil intento por cambiar su timbre de voz. —Te he espiado toda la tarde, eres irresistiblemente guapo, ¿lo sabías?—. Trata de ahogar una carcajada, pero era evidente que el resultado no fue el esperado, sin embargo siguió con el juego porque estaba segura de quien era, de lo contrario... bien, vaya vergüenza.
Se despidió como era de costumbre y tomó su abrigo del perchero con su bufanda y un bolso pequeño, mientras bajaba los escalones guardaba el dinero y se aseguraba de no tener ningún mensaje pendiente, Anya procuraba no sacar su movil en las calles. Listo, Pyter le había avisado que iba en camino y que la esperaba para cenar, ella decidió callar el asunto de los postres y tomó el bus para una de sus tiendas favoritas, de hecho tenía muchas favoritas, más por lo que las vidrieras ofrecían que por la compra, pero esta en especial tenía un colorido que llamaba su atención, la chica solía ser muy detallista con ese aspecto. Esta vez no se deleitaría con lo que ofrecían si no que podría comprar más de un cupcake para cenar con Pyter. Dibujaba en su mente cuales sabores pediría, pensaba en comprar los pequeños para hacer una degustación, sus favoritos eran los de red velvet y galletas con chispas, con tres para ella sería suficiente, Pyt comería cuatro o cinco, su hambre era insaciable, quizás así se escapara de la cena.
La cola del local no era grande, Anya frota sus manos, que hasta ahora habían estado dentro de los bolsillos, y entra dando un vistazo a la velocidad de las chicas que atendían, bien, quizás en veinte minutos estuviera afuera. Se encamina hacia el último de la fila pero antes de pararse tras la figura observa una cabellera desordenada y rubia que creía conocer, la vestimenta la terminó de convencer y fue el pie que la impulsó a lo que hizo. Se alzó de puntillas, él era más alto, y cubrió con sus manos los ojos del chico a quien creía conocer, se acercó a su oído e hizo un débil intento por cambiar su timbre de voz. —Te he espiado toda la tarde, eres irresistiblemente guapo, ¿lo sabías?—. Trata de ahogar una carcajada, pero era evidente que el resultado no fue el esperado, sin embargo siguió con el juego porque estaba segura de quien era, de lo contrario... bien, vaya vergüenza.
- Anya L. Treadaway
- Libras : 53
Re: birthdays and cupcakes → anya
Seis de vainilla con chispitas y dos de chocolate blanco, eso era todo en lo que pensaba el rubio. Cada vez que la señora que estaba siendo atendida señalaba un nuevo sabor Otis seguía con la vista los movimientos de la vendedora. No quería que se acabaran los dos sabores que ya tenía planeado pedir. Vamos, que había varios para elegir, ¿y la vieja -porque no era más señora-, tenía que comprar justo de esos? En realidad no, porque la chica que atendía guardó de los rosados en una bolsa. Rosado no era ni vainilla con chispitas ni chocolate blanco, así que soltó un suspiro, incluso llevándose una mano al pecho.
Escuchó la puerta abrirse detrás de él. Bueno, no escuchó la puerta abrirse exactamente, pero sí el bullicio de la calle entrando un momento y después volver a apagarse. Honestamente no le importó de quién se trataba, porque la señora acababa de señalar otro sabor y Otis no llegaba a ver de cuáles eran. Se mordió un poco el labio inferior pisando reiteradamente el suelo con su pie izquierdo, rascándose la nariz con la mano del brazo escayolado. De pronto sintió unos cuantos dedos fríos sobre sus ojos, lo que le hizo sentir escalofríos y dar un respingo — Puta madre — dijo en voz baja. El hombre que estaba delante suyo lo escuchó y se dio vuelta a mirarlo, pero por supuesto que Otis ni se enteró. Luego escuchó aquello en el oído y soltó una carcajada, porque aunque su amiga hubiera intentado cambiar la voz el rubio la descubriría — Gracias, pero creo que soy la persona equivocada — dijo todavía riendo y agarrando las manos de Anya entre las suyas, antes de darse la vuelta y sonreírle.
Estaba un poco sonrojado, porque aunque hubiera sido su hermano quien le había llamado guapo hubiera pasado lo mismo. No estaba acostumbrado a recibir cumplidos y casi nunca lo hacía, salvo los 'tonto' que le dedicaba Jackie de vez en cuando. De pronto se puso un poco incómodo, porque no sabía si besarle la mejilla y decir algo como 'Hola, Anya, ¿cómo estas?', o hacerlo casual y dejarlo como si se encontrara con ella todos los días. Al final se quedó callado y con una sonrisa de tonto en la cara, rascándose la nariz de nuevo con el brazo derecho, porque empezaba a picarle.
Escuchó la puerta abrirse detrás de él. Bueno, no escuchó la puerta abrirse exactamente, pero sí el bullicio de la calle entrando un momento y después volver a apagarse. Honestamente no le importó de quién se trataba, porque la señora acababa de señalar otro sabor y Otis no llegaba a ver de cuáles eran. Se mordió un poco el labio inferior pisando reiteradamente el suelo con su pie izquierdo, rascándose la nariz con la mano del brazo escayolado. De pronto sintió unos cuantos dedos fríos sobre sus ojos, lo que le hizo sentir escalofríos y dar un respingo — Puta madre — dijo en voz baja. El hombre que estaba delante suyo lo escuchó y se dio vuelta a mirarlo, pero por supuesto que Otis ni se enteró. Luego escuchó aquello en el oído y soltó una carcajada, porque aunque su amiga hubiera intentado cambiar la voz el rubio la descubriría — Gracias, pero creo que soy la persona equivocada — dijo todavía riendo y agarrando las manos de Anya entre las suyas, antes de darse la vuelta y sonreírle.
Estaba un poco sonrojado, porque aunque hubiera sido su hermano quien le había llamado guapo hubiera pasado lo mismo. No estaba acostumbrado a recibir cumplidos y casi nunca lo hacía, salvo los 'tonto' que le dedicaba Jackie de vez en cuando. De pronto se puso un poco incómodo, porque no sabía si besarle la mejilla y decir algo como 'Hola, Anya, ¿cómo estas?', o hacerlo casual y dejarlo como si se encontrara con ella todos los días. Al final se quedó callado y con una sonrisa de tonto en la cara, rascándose la nariz de nuevo con el brazo derecho, porque empezaba a picarle.
- E. Otis Fitzgerald
- Libras : 191
Re: birthdays and cupcakes → anya
Otis era la persona que podía calzar a la perfección como su amigo o lo contrario, ser tan opuesto a ella que era mejor mantener la distancia. Sin embargo el buen humor del chico le había ganado a sus bromas y a todo lo demás ganándose así el aprecio de la pelirroja y su agradecimiento, bien, no todas las tardes lluviosas un extraño te ayuda con la motocicleta y encima hace de la situación lo más amena posible, o por lo menos ese era el argumento que Anya usaba con su hermano que, como era costumbre, dudaba de cualquier persona que se acercara a su hermanita. Annie se sentía en plena confianza con él o por lo menos sabía que no era de las personas que juzgaban a diestra y siniestra y eso ya la hacía sentirse aliviada, de no sumarse tantas cosas positivas la chica no hubiera considerado entre sus posibilidades cubrirle los ojos a un perfecto extraño en medio de un loca poblado.
Desde luego que adivinó quien era, la próxima vez tendría que salirle mejor, quizás un tono más grave, un poco grueso, bien, practicaría en algún momento que no tuviera nada que hacer y que Pyter no estuviera en casa. La muchacha sonríe marcando unos pequeños hoyuelos en sus pecosas mejillas, le alegraba verlo, hacía largas semanas que no compartían y era porque la mezcla trabajo - estudio era peligrosa para ambos. Lamenta tener las manos tan heladas, era la desventaja de no haber llevado sus guantes mullidos de color púrpura.
Frunce el ceño y niega levemente aun manteniendo una curvatura en sus labios finos. —No estoy de acuerdo, de ser así creo que no hubiera hecho lo mismo, y de hacerlo hubiesen llamado a las autoridades—. Suelta una pequeña risa risueña y no tarda mucho en darse cuenta lo poco cómodo que estaba su amigo, el tiempo que llevaba conociéndolo podía asegurar que era natural en él y no quería precipitarse asegurando que era su culpa. Como buena partidaria de que los momentos incómodos no deberían de existir Anya decide dar el primer paso y se encoge de hombros acercándose y plantando un beso corto en la mejilla del chico para luego volver a su posición y meter sus manos en los bolsillos del abrigo, ¿era su idea o hacía más frío que afuera? —Entonces, ¿tu hambre pudo más y ahora prefieres cupcakes?, puedo decirte que esos de allá...—. Señala con uno de sus dedos los pequeños de red velvet con la crema espesa y decorados con pequeñas chispas de chocolate. —Si, los de red velvet, son los mejores.
Desde luego que adivinó quien era, la próxima vez tendría que salirle mejor, quizás un tono más grave, un poco grueso, bien, practicaría en algún momento que no tuviera nada que hacer y que Pyter no estuviera en casa. La muchacha sonríe marcando unos pequeños hoyuelos en sus pecosas mejillas, le alegraba verlo, hacía largas semanas que no compartían y era porque la mezcla trabajo - estudio era peligrosa para ambos. Lamenta tener las manos tan heladas, era la desventaja de no haber llevado sus guantes mullidos de color púrpura.
Frunce el ceño y niega levemente aun manteniendo una curvatura en sus labios finos. —No estoy de acuerdo, de ser así creo que no hubiera hecho lo mismo, y de hacerlo hubiesen llamado a las autoridades—. Suelta una pequeña risa risueña y no tarda mucho en darse cuenta lo poco cómodo que estaba su amigo, el tiempo que llevaba conociéndolo podía asegurar que era natural en él y no quería precipitarse asegurando que era su culpa. Como buena partidaria de que los momentos incómodos no deberían de existir Anya decide dar el primer paso y se encoge de hombros acercándose y plantando un beso corto en la mejilla del chico para luego volver a su posición y meter sus manos en los bolsillos del abrigo, ¿era su idea o hacía más frío que afuera? —Entonces, ¿tu hambre pudo más y ahora prefieres cupcakes?, puedo decirte que esos de allá...—. Señala con uno de sus dedos los pequeños de red velvet con la crema espesa y decorados con pequeñas chispas de chocolate. —Si, los de red velvet, son los mejores.
- Anya L. Treadaway
- Libras : 53
Re: birthdays and cupcakes → anya
— No creo que las autoridades de la ciudad pudieran hacer mucho — se encogió de hombros y se fijó a su alrededor, como si estuviera por contar un secreto y nadie más tenía que enterarse — No le digas a nadie, pero creo que la Sheriff de la ciudad es un poco despistada — dijo en voz baja y después soltando una risa ronca, que le hizo toser segundos más tarde. Gracias a Dios puso el codo para no contaminar a nadie. No es que estuviera enfermo, pero a nadie le gustaría que le tosieran en la cara.
Sentir el beso de su amiga le hizo sonreír mostrando un hoyuelo de cada lado de su boca. Ese gesto hacía que la situación fuera menos incómoda, así que se lo agradeció en su cabeza. No iba a hacerlo en voz alta, porque quedaría como el tonto que agradecía recibir un beso en la mejilla. Rió cuando hizo la pregunta y negó con la cabeza, girándose para ver los pastelitos que le señalaba Anya y avanzando un paso en la fila, porque no se había dado cuenta pero la señora atendida ya se había ido y ahora había una chica al frente del mostrador. Su pelo rubio le hizo acordar a Jackie y se sonrojó un poco sin darse cuenta. Asintió con la cabeza buscando de nuevo los cupcakes de red velvet que tanto adoraba su amiga, y después soltó una risa — No, lo siento, pero no te creo — contestó y señaló con la cabeza otro estante — Está claro que no has probado los de chocolate blanco — dijo para después relamerse los labios y soltar un 'hmmm' por lo bajo, porque le había entrado un poco de hambre. No estaba en sus intenciones comer ningún cupcake hasta la cena, que era el momento en el que iba a entregárselos a su hermano.
Se quedó pensando en lo que había dicho Anya, y decidió contestarle — En realidad mi hermano mayor cumple años hoy, y soy el encargado de su postre — dijo sonriendo — Del suyo y del mío, pero de eso no tiene que enterarse nadie — dijo agachándose un poco, con un dedo sobre los labios y bajando la voz de nuevo — ¿Y tú? — preguntó — ¿Antojo de red velvet? —.
Sentir el beso de su amiga le hizo sonreír mostrando un hoyuelo de cada lado de su boca. Ese gesto hacía que la situación fuera menos incómoda, así que se lo agradeció en su cabeza. No iba a hacerlo en voz alta, porque quedaría como el tonto que agradecía recibir un beso en la mejilla. Rió cuando hizo la pregunta y negó con la cabeza, girándose para ver los pastelitos que le señalaba Anya y avanzando un paso en la fila, porque no se había dado cuenta pero la señora atendida ya se había ido y ahora había una chica al frente del mostrador. Su pelo rubio le hizo acordar a Jackie y se sonrojó un poco sin darse cuenta. Asintió con la cabeza buscando de nuevo los cupcakes de red velvet que tanto adoraba su amiga, y después soltó una risa — No, lo siento, pero no te creo — contestó y señaló con la cabeza otro estante — Está claro que no has probado los de chocolate blanco — dijo para después relamerse los labios y soltar un 'hmmm' por lo bajo, porque le había entrado un poco de hambre. No estaba en sus intenciones comer ningún cupcake hasta la cena, que era el momento en el que iba a entregárselos a su hermano.
Se quedó pensando en lo que había dicho Anya, y decidió contestarle — En realidad mi hermano mayor cumple años hoy, y soy el encargado de su postre — dijo sonriendo — Del suyo y del mío, pero de eso no tiene que enterarse nadie — dijo agachándose un poco, con un dedo sobre los labios y bajando la voz de nuevo — ¿Y tú? — preguntó — ¿Antojo de red velvet? —.
- E. Otis Fitzgerald
- Libras : 191
Re: birthdays and cupcakes → anya
Anya presta atención, por un momento cree que es algo realmente secreto pero sonríe cuando se da cuenta de lo que en verdad revela su amigo como si se tratara de un misterio de estado que muy pocos sabían. El poblado no era tan grande así que no le extrañaba que personas como Otis supieran demasiado de ciertos asuntos, ella vivía en Holywell pero estaba lejos de ella y de sus cotilleos, rincones y magia, se había criado viajando por Londres y por diversos lugares del mundo, a veces le costaba admitirlo pero eran varias las oportunidades en las que consideraba que su mente se había quedado en el pequeño departamento de Manchester cerca del lago. —Tu secreto está a salvo conmigo, no temas.
Anya avanza solo un paso, ya faltaban pocos para que llegara el turno de su amigo así que decide prestar atención y aprovechar el mayor tiempo posible, no sabía cuándo podría verlo de nuevo. Sus ojos oscuros se dirigen al estante que Otis señalaba y frunce el ceño mientras cruza los brazos, claro que los había probado, ella misma los preparaba, pero no cambiaría los de red velvet, le parecían los mejores y, hasta el momento, era la única receta que no había podido igualar a la perfección. Arruga el ceño y su pecosa nariz y niega moviendo el rostro de manera que sus cabellos hacen lo mismo. —No, no me convences. Además yo los he preparado y te aseguro que...—. Lo siguiente no podría decirlo en voz alta, corría el riesgo de que la botaran del lugar o peor así que acerca el rostro a su amigo y se alza de puntillas de nuevo. —Son los mejores del planeta—. Sonríe orgullosa mostrando su impecable dentadura mientras vuelve a su postura.
—Oh, le diré a tu madre en cuanto la vea, o le pasaré una nota anónima bajo la puerta, seguramente se sorprenderá—. Le guiña el ojo con complicidad y repite el gesto de chistar mientras pone su dedo índice sobre sus labios bañados con un tenue bálsamo rosa. Anya niega, ojala pudiera comprar cada vez que tuviese antojo. —No lo creo. Acabo de salir del trabajo y quise pasar por acá para llevarle una sorpresa a Pyter, a veces creo que los postres me quedan mal porque siempre sigue prefiriendo los de la tienda, pero si, compraré más red velvet y le diré que no había otro sabor—. Su tono de voz es amigable, habla con tranquilidad, a gusto, sin medir lo que dice y acompañando todo con los movimientos de sus manos y muecas acostumbradas. —Entonces por lo que veo van a celebrar a lo grande.
Anya avanza solo un paso, ya faltaban pocos para que llegara el turno de su amigo así que decide prestar atención y aprovechar el mayor tiempo posible, no sabía cuándo podría verlo de nuevo. Sus ojos oscuros se dirigen al estante que Otis señalaba y frunce el ceño mientras cruza los brazos, claro que los había probado, ella misma los preparaba, pero no cambiaría los de red velvet, le parecían los mejores y, hasta el momento, era la única receta que no había podido igualar a la perfección. Arruga el ceño y su pecosa nariz y niega moviendo el rostro de manera que sus cabellos hacen lo mismo. —No, no me convences. Además yo los he preparado y te aseguro que...—. Lo siguiente no podría decirlo en voz alta, corría el riesgo de que la botaran del lugar o peor así que acerca el rostro a su amigo y se alza de puntillas de nuevo. —Son los mejores del planeta—. Sonríe orgullosa mostrando su impecable dentadura mientras vuelve a su postura.
—Oh, le diré a tu madre en cuanto la vea, o le pasaré una nota anónima bajo la puerta, seguramente se sorprenderá—. Le guiña el ojo con complicidad y repite el gesto de chistar mientras pone su dedo índice sobre sus labios bañados con un tenue bálsamo rosa. Anya niega, ojala pudiera comprar cada vez que tuviese antojo. —No lo creo. Acabo de salir del trabajo y quise pasar por acá para llevarle una sorpresa a Pyter, a veces creo que los postres me quedan mal porque siempre sigue prefiriendo los de la tienda, pero si, compraré más red velvet y le diré que no había otro sabor—. Su tono de voz es amigable, habla con tranquilidad, a gusto, sin medir lo que dice y acompañando todo con los movimientos de sus manos y muecas acostumbradas. —Entonces por lo que veo van a celebrar a lo grande.
- Anya L. Treadaway
- Libras : 53
Re: birthdays and cupcakes → anya
Sonrió en cuanto se puso de puntillas y le dijo aquello, para después soltar una risa por lo bajo — Pues me ofende no haberlos probado — comentó llevándose la mano del brazo escayolado al pecho y haciendo un gesto a lo que dijo — Voy a añadirte a mi lista de no-me-hizo-probar-lo-que-cocina, y felicidades, porque eres la primera — volvió a sonreír antes de bajar los brazos y llevarlos a los bolsillos de su campera — Ya, pero en serio, en cuanto te sientas con ganas de cocinar llámame, que seguro estoy con ganas de comer — dijo dejando a un lado el tono de broma porque como había dicho, esa vez hablaba en serio. Le guiñó el ojo antes de avanzar un paso más, porque la jovencita que le había hecho acordar a su Jackie se marchaba abriendo la puerta del local con una mano. El hombre que seguía fue atendido, así que Otis se paró mirando al frente y siguiendo los movimientos de todo el mundo. Ni de coña se perdía su turno. Lo siento, Anya.
Se encogió de hombros — Puedes avisarle a mi madre todo lo que quieras, que seguro no se sorprende — sonrió girando la cabeza hacia un costado para mirarla. Escuchó lo que le contaba sobre su hermano. Conocía a Pyter de haber ido a su casa, pero no se acordaba si alguna vez había hablado con él — Ese plan suena bien — comentó girando de nuevo la cabeza y esta vez encontrándose con sus ojos. En cuanto hizo aquel último comentario sonrió — Sí, algo así — y rió por lo bajo — Finn es un fanático de los de vainilla y chispas, así que le llevaré unos cuantos. Él será el que más grande va a pasarla, déjame decirte — comentó riendo de nuevo y no pudo evitar agregar — Además de que mi mamá cocina riquísimo, y preparó varias cosas para la cena de hoy — se mordió el labio sin darse cuenta, de nuevo. Y pensó en el pastel de cumpleaños. ¿Ya lo tenían? Y luego pensó en las velas con formas de números que tanto le gustaba soplar. ¿Cuántos años cumplía ese gigantón?
Se encogió de hombros — Puedes avisarle a mi madre todo lo que quieras, que seguro no se sorprende — sonrió girando la cabeza hacia un costado para mirarla. Escuchó lo que le contaba sobre su hermano. Conocía a Pyter de haber ido a su casa, pero no se acordaba si alguna vez había hablado con él — Ese plan suena bien — comentó girando de nuevo la cabeza y esta vez encontrándose con sus ojos. En cuanto hizo aquel último comentario sonrió — Sí, algo así — y rió por lo bajo — Finn es un fanático de los de vainilla y chispas, así que le llevaré unos cuantos. Él será el que más grande va a pasarla, déjame decirte — comentó riendo de nuevo y no pudo evitar agregar — Además de que mi mamá cocina riquísimo, y preparó varias cosas para la cena de hoy — se mordió el labio sin darse cuenta, de nuevo. Y pensó en el pastel de cumpleaños. ¿Ya lo tenían? Y luego pensó en las velas con formas de números que tanto le gustaba soplar. ¿Cuántos años cumplía ese gigantón?
- E. Otis Fitzgerald
- Libras : 191
Re: birthdays and cupcakes → anya
Los ojos de la muchacha se abrieron como platos y en exageración por la acusación del rubio. Sí, bueno, era cierto que se declaraba culpable, nunca le había dicho que fuera a comer a su casa, pero en su defensa tenía tiempo sin cocinarlos, probablemente no al mismo nivel que su reciente amistad con Otis, pero si lo suficiente para que los deberes y el trabajo se hubieran atravesado como dos bloques de hierro que le impedían el paso a cualquier distracción aparente. Además su audiencia era Pyter y dado el silencio de su hermano o sus comentarios normales no podía decir que cocinara demasiado bien para agradar a otro paladar que no fuera el suyo. —¿Tienes una lista así para todos?, creo que entonces tienes muchas con una sola persona—. Comenta sin lucir ofendida, con su mismo aire natural de siempre. —Tu estas en mi lista de quienes me ayudaron en una tarde de lluvia con la motocicleta, solo que lamento informarte que eres el segundo. Pyt se te adelanto cuando iba llegando a casa un día—. Encoge sus hombros y hace una mueca como si fuera una accidente catastrófico que su amigo estuviera en segundo puesto. —Y no te preocupes, ya sé que cuando quiera buscar un catador profesional que me diga cosas positivas te buscaré y prometo que llegarás rodando a tu casa.
Los planes familiares le causaban cierta nostalgia, pero a la vez le gustaba escuchar como personas como Otis y algunos amigos de su hermano vivían en la plena paz de sus hogares. El mundo de Anya era Pyter y seguramente viceversa, hacía años habían dejado de tener ese tipo de reuniones y más ahora que tenían el poder de la casa y toda la familia se había esfumado de la nada. —No, tu plan es mejor—. Sonríe con cierta debilidad pero esperando no hacerlo sentir incómodo,
Sin embargo la pelirroja intenta borrar cualquier rasgo anterior así que pone sus manos en los hombros de Otis cuando ve que llega su turno, como si ella viniera incluida con él, solo que esa no era la idea. —Madame, le presento al chico que se va a comer toda su tienda—. Comenta girando su rostro y viendo a su amigo mientras la cajera sonríe igual que ella. —Recuerda llevar todo lo esencial, yo que tu llevaría un pastel enorme que seguro quedaría perfecto con la comida de tu madre—. La mujer que atendía incluso parecía atenta a la plática. Anya gira su rostro y le presta atención. —Mi amigo asegura que su madre cocina de maravilla, también que sus postres son los únicos que van con su exigente paladar—. Exageraba un poco pero la cajera parecía halagada, si le regalaban un postre a Otis de agradecimiento él podía estar seguro que sería ella quien se lo comería.
Los planes familiares le causaban cierta nostalgia, pero a la vez le gustaba escuchar como personas como Otis y algunos amigos de su hermano vivían en la plena paz de sus hogares. El mundo de Anya era Pyter y seguramente viceversa, hacía años habían dejado de tener ese tipo de reuniones y más ahora que tenían el poder de la casa y toda la familia se había esfumado de la nada. —No, tu plan es mejor—. Sonríe con cierta debilidad pero esperando no hacerlo sentir incómodo,
Sin embargo la pelirroja intenta borrar cualquier rasgo anterior así que pone sus manos en los hombros de Otis cuando ve que llega su turno, como si ella viniera incluida con él, solo que esa no era la idea. —Madame, le presento al chico que se va a comer toda su tienda—. Comenta girando su rostro y viendo a su amigo mientras la cajera sonríe igual que ella. —Recuerda llevar todo lo esencial, yo que tu llevaría un pastel enorme que seguro quedaría perfecto con la comida de tu madre—. La mujer que atendía incluso parecía atenta a la plática. Anya gira su rostro y le presta atención. —Mi amigo asegura que su madre cocina de maravilla, también que sus postres son los únicos que van con su exigente paladar—. Exageraba un poco pero la cajera parecía halagada, si le regalaban un postre a Otis de agradecimiento él podía estar seguro que sería ella quien se lo comería.
- Anya L. Treadaway
- Libras : 53
Re: birthdays and cupcakes → anya
— Mi plan no es mejor, sólo incluye más personas y por ende más cupcakes — dijo frunciendo el ceño girando el rostro una vez más — Mentira, en realidad también somos dos, solo que seguro comemos el doble que ustedes — y rió, porque era cierto. Esperó que su intento de alegrar el ambiente haya servido, porque aunque se había hecho el ciego ante su sonrisa medio triste, la había visto, y sabía que tenía que hacer algo. Rió en cuanto el hombre que había estado frente al mostrador negaba con la cabeza y se iba sin comprar nada. Pobre alma infeliz, salir de Cupcake Lovers sin un par de pastelillos era como salir de un quiosco sin un par de golosinas en la mano. O sea, lo peor que podría pasar. Bueno, en realidad no, pero vamos que al rubio le gustaba dramatizar en su cabeza y podía escribir una novela y su soundtrack al llegar a casa si se lo proponía.
Sintió que le agarraba los hombros justo cuando era su turno de pasar a elegir, y supo que Anya se acercaría con él. No esperaba que dijera aquello, es más, creía que iban a tener una dura discusión sombre los de red velvet y chocolate blanco, pero ese no parecía el plan de la pelirroja — Claro que sí, y si las mesas saben tan bien como los pastelitos entonces también las quiero — comentó riendo y pasándose una mano por el estómago. Escuchó su propuesta y se encogió de hombros — Tienes razón —, pero luego se acordó de su madre diciendo algo como 'sólo los de Finn, Otis' y negó con la cabeza — No, sólo vine por unos cuantos cupcakes — dijo como si intentara convencerse a sí mismo. Sonrió y soltó una carcajada en cuanto Anya dijo aquello último, que era en parte cierto. Asintió con la cabeza y se giró a ver que detrás de ellos había dos personas más, y no quería demorar a nadie — Seis de vainilla con chispas — comentó señalándolos todavía sonriente. No eran muy distintos a los otros, pero el rubio ya sabía la ubicación de memoria, además de que había un cartelito anunciando el nombre — Y dos de chocolate blanco — comentó señalando los otros, que estaban un poco más cerca. Sacó el dinero de sus bolsillos ya dispuesto a pagar — ¿Quieres que llevemos todo junto? — preguntó a su amiga. Eso le ahorraría un poco de tiempo a la mujer y de seguro pondría contento a alguien en la fila.
Sintió que le agarraba los hombros justo cuando era su turno de pasar a elegir, y supo que Anya se acercaría con él. No esperaba que dijera aquello, es más, creía que iban a tener una dura discusión sombre los de red velvet y chocolate blanco, pero ese no parecía el plan de la pelirroja — Claro que sí, y si las mesas saben tan bien como los pastelitos entonces también las quiero — comentó riendo y pasándose una mano por el estómago. Escuchó su propuesta y se encogió de hombros — Tienes razón —, pero luego se acordó de su madre diciendo algo como 'sólo los de Finn, Otis' y negó con la cabeza — No, sólo vine por unos cuantos cupcakes — dijo como si intentara convencerse a sí mismo. Sonrió y soltó una carcajada en cuanto Anya dijo aquello último, que era en parte cierto. Asintió con la cabeza y se giró a ver que detrás de ellos había dos personas más, y no quería demorar a nadie — Seis de vainilla con chispas — comentó señalándolos todavía sonriente. No eran muy distintos a los otros, pero el rubio ya sabía la ubicación de memoria, además de que había un cartelito anunciando el nombre — Y dos de chocolate blanco — comentó señalando los otros, que estaban un poco más cerca. Sacó el dinero de sus bolsillos ya dispuesto a pagar — ¿Quieres que llevemos todo junto? — preguntó a su amiga. Eso le ahorraría un poco de tiempo a la mujer y de seguro pondría contento a alguien en la fila.
- E. Otis Fitzgerald
- Libras : 191
Re: birthdays and cupcakes → anya
No quería dañar las cosas, en verdad no deseaba hacerlo. Anya era una persona que escapaba a los malos recuerdos y a la incomodidad, incluso siendo ella la que lo provocara, solo que últimamente era más complejo, era ella quien visitaba a su madre, solo Anya la cuidaba, la peinaba, se encargaba de hablar con las enfermeras para que le dedicaran un poco de atención a Kirby. Se trataba de ese cuidado más sus deberes con la universidad, su trabajo y el orden de la casa que trataba de mantener al día, era obvio que gotas de esa desesperación se derramaran por el camino. Por otro lado Anya era luz, era luz pura y prefería tragarse las cosas antes hacer sentir mal a otros, menos a las personas como Otis que solo la habían llenado de risas y buenos momentos. -No has visto a mi hermano comer, pero no lo dudo, si me descuido te quedas con la tienda.
Anya espera por Otis mientras sus ojos pasean por la tienda en cuestión de segundos. Tenía tanta hambre que apostaba que si tuviera más dinero compraría muchos dulces y se conformaría con cenar eso, además no solo vendían cupcakes, tenían bebidas dulces y leche tibia lo cual hizo que Annie se mordiera el labio recordando su niñez, cuando su madre le preparaba leche tibia con un toque de canela y galletas de chispas. Reacciona y voltea a ver al chico asintiendo, era mejor hacer un solo pedido, después de todo ella se lo pagaría. -Si, me parece mejor-. Enseguida la pelirroja se pone a su lado y señala con su dedo exactamente lo que quiere. -Dos de galleta, uno de chocolate blanco y tres de red velvet. Oh, uno de red velvet me gustaría tomarlo ahora-. Sonríe mientras ve como la mujer da la vuelta a buscar el pedido, ella hurga en su bolso y toma el dinero -Aquí su pago, señor.
La mujer vuelve con algunas cajas y en su mano el pequeño cupcake rojo de crema espesa blanca. Anya lo toma con cuidado modulando un "Gracias" con sus labios. Mientras mira el pequeño dulce y lo pone frente al rostro de su amigo. -Ahora vas a probar el mejor dulce de tu vida y me darás la razon.
Anya espera por Otis mientras sus ojos pasean por la tienda en cuestión de segundos. Tenía tanta hambre que apostaba que si tuviera más dinero compraría muchos dulces y se conformaría con cenar eso, además no solo vendían cupcakes, tenían bebidas dulces y leche tibia lo cual hizo que Annie se mordiera el labio recordando su niñez, cuando su madre le preparaba leche tibia con un toque de canela y galletas de chispas. Reacciona y voltea a ver al chico asintiendo, era mejor hacer un solo pedido, después de todo ella se lo pagaría. -Si, me parece mejor-. Enseguida la pelirroja se pone a su lado y señala con su dedo exactamente lo que quiere. -Dos de galleta, uno de chocolate blanco y tres de red velvet. Oh, uno de red velvet me gustaría tomarlo ahora-. Sonríe mientras ve como la mujer da la vuelta a buscar el pedido, ella hurga en su bolso y toma el dinero -Aquí su pago, señor.
La mujer vuelve con algunas cajas y en su mano el pequeño cupcake rojo de crema espesa blanca. Anya lo toma con cuidado modulando un "Gracias" con sus labios. Mientras mira el pequeño dulce y lo pone frente al rostro de su amigo. -Ahora vas a probar el mejor dulce de tu vida y me darás la razon.
- Anya L. Treadaway
- Libras : 53
Re: birthdays and cupcakes → anya
Mientras Anya se puso a señalar los que quería, Otis seguía con la vista los movimientos de la mujer que atendía, que parecía ser lo más delicado que había visto. Agarraba los pastelitos como si fueran hojas de oro, y los guardaba con tanta gracia que le hacía acordar a su madre mientras cocinaba. La señora Fitz no era de esas que empezaban media hora antes y hacían todo a las apuradas, y eso era algo que Otis admiraba. Se despertaba temprano y empezaba a pelar papas, o a hervir carne, o lo que sea que preparase. No me malinterpreten, tampoco empezaba a cocinar a las seis de la mañana. Comos sea, dejó de pensar en el horario de su madre cuando Anya comentó aquello, a lo que Otis negó con la cabeza — No, yo lo pago — dijo y antes de que la pelirroja pudiera decir algo ya estaba entregando el dinero. Por lo menos tenía que abonar su parte, que era para lo que le alcanzaba.
Le dieron su pedido y al instante Otis se hizo hacia un costado, para que otra persona pudiera ser atendida. Escuchó lo que decía su amiga y se hizo un paso hacia atrás, porque el cupcake de red velvet frente a su nariz le hacía ponerse bizco — A ver — dijo antes de estirar el cuello y morderlo, haciendo un bocado grande y bastante generoso. Cerró los ojos mientras masticaba con una sonrisa, el sabor no estaba para nada mal, pero el rubio preferiría el de chocolate blanco hasta el día de su muerte. Todavía se acordaba de el día en el que la tienda había abierto unos meses antes. Pedía uno distinto cada vez que pasaba, hasta que los amarillentos de chocolate con leche le conquistaron. Había ido varias veces ya, sólo como ese día o con su hermano, Link, Wes, hasta se acordaba de haberle invitado uno a Jackie y ella diciéndole que no — Está bueno — dijo después de tragar y pasándose el dorso de la mano por los labios — Pero no le gana a los otros, lo siento —. Se encogió de hombros todavía sonriendo y se fijó en lo que tenía en la mano, recordando que Finn podría ya haber despertado y él seguía allí.
Le dieron su pedido y al instante Otis se hizo hacia un costado, para que otra persona pudiera ser atendida. Escuchó lo que decía su amiga y se hizo un paso hacia atrás, porque el cupcake de red velvet frente a su nariz le hacía ponerse bizco — A ver — dijo antes de estirar el cuello y morderlo, haciendo un bocado grande y bastante generoso. Cerró los ojos mientras masticaba con una sonrisa, el sabor no estaba para nada mal, pero el rubio preferiría el de chocolate blanco hasta el día de su muerte. Todavía se acordaba de el día en el que la tienda había abierto unos meses antes. Pedía uno distinto cada vez que pasaba, hasta que los amarillentos de chocolate con leche le conquistaron. Había ido varias veces ya, sólo como ese día o con su hermano, Link, Wes, hasta se acordaba de haberle invitado uno a Jackie y ella diciéndole que no — Está bueno — dijo después de tragar y pasándose el dorso de la mano por los labios — Pero no le gana a los otros, lo siento —. Se encogió de hombros todavía sonriendo y se fijó en lo que tenía en la mano, recordando que Finn podría ya haber despertado y él seguía allí.
- E. Otis Fitzgerald
- Libras : 191
Re: birthdays and cupcakes → anya
A Anya no le gustaba ser dependiente, a duras penas podía luchar con Pyter y su instinto de querer seguirla todo el tiempo o estar pendiente de lo que ella hacía, lo entendía, era su hermano, pero frente a otras personas intentaba no hacerlo. Era cierto que los jóvenes de su edad generalmente tenían un buen respaldo económico, podían salir y divertirse y sus padres cumplian los dos extremos dictados por el destino, dios, Merlín o quien escribiera las paginas y los pasos de cada persona; o se preocupaban mucho o simplemente no se preocupaban. Ella se jactaba de estar en el medio, tenía una madre, desde luego tenía una, que se preocupaba por ella, o por lo menos por la Leatrice que se paseaba por sus recuerdos, pero no estaba lo suficiente en sus cabales como para cumplir un rol exacto, seguro Pyter diría que era inútil seguir intentando. Sabía que incomodaría un poco a su amigo si seguía insistiendo así que toma un respiro y rueda los ojos como "no tengo más remedio —Esta bien, pero la próxima recuérdame invitarte algo, y mis postres en casa no valen.
Anya aguanta una risa y tiene que agarrar con algo de fuerza el cupcake ya que su amigo por poco no se lo acaba, sin embargo más de la mitad estaba en su boca, la ventaja de los pequeños postres es que eran rellenos con la misma crema, en un intento de recompensar el tamaño así que con suerte quedaba para ella. La pelirroja acaba con lo que queda y mantiene su opinión, eran los mejores y trataría de practicar lo suficiente en casa como para imitarlos de manera exacta. Otis hace que ruede sus ojos y arrugue su nariz, un gesto típico cuando no estaba de acuerdo pero no quería seguir con el tema. —Vale, creo que si sigo será lo mismo que hablarle a una pared, que terco eres—. Comenta negando ya rendida. Alza su muñeca y ve la hora, Otis estaba ahí cuando debería estar en casa llevando el regalo, se apena de inmediato y cuando ve el tiempo que se han demorado abre sus ojos de golpe. —Te he entretenido un buen, lo lamento—. Ve su cajita entre las que les dieron y la toma con cuidado. —Deberías ir a casa ya, no quiero que tu madre te diga algo por mi culpa, después de todo es una celebración, no deberías llegar tarde—. Añade cuidadosa alzando sus cejas mientras asiente con un deje maternal que siempre salía a flote cuando estaba con sus amigos.
Anya aguanta una risa y tiene que agarrar con algo de fuerza el cupcake ya que su amigo por poco no se lo acaba, sin embargo más de la mitad estaba en su boca, la ventaja de los pequeños postres es que eran rellenos con la misma crema, en un intento de recompensar el tamaño así que con suerte quedaba para ella. La pelirroja acaba con lo que queda y mantiene su opinión, eran los mejores y trataría de practicar lo suficiente en casa como para imitarlos de manera exacta. Otis hace que ruede sus ojos y arrugue su nariz, un gesto típico cuando no estaba de acuerdo pero no quería seguir con el tema. —Vale, creo que si sigo será lo mismo que hablarle a una pared, que terco eres—. Comenta negando ya rendida. Alza su muñeca y ve la hora, Otis estaba ahí cuando debería estar en casa llevando el regalo, se apena de inmediato y cuando ve el tiempo que se han demorado abre sus ojos de golpe. —Te he entretenido un buen, lo lamento—. Ve su cajita entre las que les dieron y la toma con cuidado. —Deberías ir a casa ya, no quiero que tu madre te diga algo por mi culpa, después de todo es una celebración, no deberías llegar tarde—. Añade cuidadosa alzando sus cejas mientras asiente con un deje maternal que siempre salía a flote cuando estaba con sus amigos.
- Anya L. Treadaway
- Libras : 53
Re: birthdays and cupcakes → anya
Otis la vio rodando los ojos, por supuesto, pero no se ofendió en lo más mínimo porque sabía que era broma. Su tono de voz la acusaba, además de que ya conocía a Anya. No tanto como sabía de sus amigos o su hermano, pero bastaba tener dos dedos de frente para diferenciar un chiste de palabras dichas seriamente. Sonrió porque le llamó terco y se encogió de hombros. ¿Qué iba a decir? '¿Gracias?', '¿lo siento?', '¿lo sé?' — Eso lo he heredado de mi madre, muchas gracias — comentó riendo, antes de rascarse la nuca. Hizo lo mismo que ella, fijándose en la hora de su propia muñeca. Le habían regalado un reloj en su último cumpleaños y le gustaba llevarlo a todos lados. No se trataba de un Rolex bañado en oro, pero lo apreciaba bastante y para él valía más que uno de esos.
Negó con la cabeza en cuanto pronunció aquel 'lo lamento'. — No te preocupes — dijo alzando un hombro, restándole importancia. — Lamentablemente tienes razón, seguro que Finn despertará en cualquier momento — comentó un poco desilusionado, porque le agradaba su compañía y le hubiera gustado poder quedarse un rato más — Igualmente no creo que me diga nada — se encogió de hombros una vez más — Le estoy haciendo un favor — dijo sonriente y un poco orgulloso. Le aburría hacer cosas que su madre mandaba, pero después por supuesto que le gustaba la sensación de satisfacción al pensar que había hecho algo bueno o productivo en el día.
Rodeó a la chica, porque pasar a su lado y sólo tocarle el hombro le parecía un poco brusco. En cuanto estuvo en su lugar, alzó los pastelillos para que los mirara, con cara de esto es prueba de que estoy apurado. — Saluda a Pyter de mi parte, ¿vale? — comentó sonriente — Dile que pruebe el de chocolate blanco que estás llevando, seguro le sube los ánimos —. No es que se fijara mucho, pero Pyter nunca se mostraba muy contento en presencia del rubio. ¿Acaso le caía mal? Saludó con la mano a su amiga — Nos vemos —, y se dio la vuelta para abrir la puerta del local y salir. Castañeó un poco los dientes. Vaya que hacía frío.
Negó con la cabeza en cuanto pronunció aquel 'lo lamento'. — No te preocupes — dijo alzando un hombro, restándole importancia. — Lamentablemente tienes razón, seguro que Finn despertará en cualquier momento — comentó un poco desilusionado, porque le agradaba su compañía y le hubiera gustado poder quedarse un rato más — Igualmente no creo que me diga nada — se encogió de hombros una vez más — Le estoy haciendo un favor — dijo sonriente y un poco orgulloso. Le aburría hacer cosas que su madre mandaba, pero después por supuesto que le gustaba la sensación de satisfacción al pensar que había hecho algo bueno o productivo en el día.
Rodeó a la chica, porque pasar a su lado y sólo tocarle el hombro le parecía un poco brusco. En cuanto estuvo en su lugar, alzó los pastelillos para que los mirara, con cara de esto es prueba de que estoy apurado. — Saluda a Pyter de mi parte, ¿vale? — comentó sonriente — Dile que pruebe el de chocolate blanco que estás llevando, seguro le sube los ánimos —. No es que se fijara mucho, pero Pyter nunca se mostraba muy contento en presencia del rubio. ¿Acaso le caía mal? Saludó con la mano a su amiga — Nos vemos —, y se dio la vuelta para abrir la puerta del local y salir. Castañeó un poco los dientes. Vaya que hacía frío.
- E. Otis Fitzgerald
- Libras : 191
Re: birthdays and cupcakes → anya
Los buenos momentos estaban destinados a no durar demasiado, sin embargo Anya estaba contenta de por lo menos haber compartido un instante con Otis, el tipo de personas como él; alegres y llenas de vida podían darle un toque especial a su día, así fuera pequeño. No podía sentir suficiente nostalgia por todo aquello ya que estaba mucho más preocupada porque el chico se apresurara y llegara a casa, por su madre y por su hermano, un detalle del cumpleaños dependía de Otis y ella no quería ser la culpable de atrasarse más, además, estaba segura que pasaría gran parte de su vida en Holywell en lo que a su elección respectaba y podrían encontrarse en algún momento quizás mejor planificado y con más tiempo. —Tranquilo, entiendo perfectamente.
Corresponde a su muestra de afecto con una sonrisa y aferra la bolsita a su brazo mientras mete de nuevo las manos en el abrigo, su casa no quedaba muy lejos pero en el camino procuraría guardar calor, siempre terminaba olvidando algo en casa y esa tarde habían sido los guantes. Una curvatura se amplifica en los labios de Anya, le parecía dulce que Otis le mandara tal mensaje a Pyter tomando en cuenta de que el rubio no era tonto y se daba cuenta de la seriedad del mayor al que poco conocía, la pelirroja podía dar fe de que solo se trataba de celos de hermano mayor, Pyter no podía creer como su hermanita de mezclaba con un chico, para él, tan desastroso. Anya asiente, le dará el mensaje, lo máximo que Pyter haría sería rodar los ojos en una clara muestra de "si, si, ¿qué importa" —Claro que le diré, luego te pasaré una foto para que veas que terminó eligiendo el red velvet—. Se despide con la mano y se toma un segundo para volver a ver el menú, segura de que no necesita nada más sale y se encamina a la parada de bus más cercana, podía caminar pero el frío helaba sus palmas y no quería resfriarse. Tarda exactamente veinte minutos en llegar entre la espera y el camino.
Anya sube los escalones rápidamente, el efecto del abrigo pasa en un chasquido de dedos, le cuesta tomar la llave que se cae antes de que pueda asomarla en la hendidura de la cerradura. Ya dentro sacude sus pies, se quita las botas y deja la caja de dulces en la mesa mientras se despoja del abrigo. —¡Tobby!, ¡Pyt! Ya estoy en casa—. Estaba tomando de nuevo el paquete cuando ve a su cachorro blanco corriendo hacia ella, esta vez con sus paticas mojadas, de lejos llega la mascota de Pyt, su cabeza estaba húmeda y sus paticas en el mismo estado. —¡Joder!, no puede ser, ¡la tubería!
Corresponde a su muestra de afecto con una sonrisa y aferra la bolsita a su brazo mientras mete de nuevo las manos en el abrigo, su casa no quedaba muy lejos pero en el camino procuraría guardar calor, siempre terminaba olvidando algo en casa y esa tarde habían sido los guantes. Una curvatura se amplifica en los labios de Anya, le parecía dulce que Otis le mandara tal mensaje a Pyter tomando en cuenta de que el rubio no era tonto y se daba cuenta de la seriedad del mayor al que poco conocía, la pelirroja podía dar fe de que solo se trataba de celos de hermano mayor, Pyter no podía creer como su hermanita de mezclaba con un chico, para él, tan desastroso. Anya asiente, le dará el mensaje, lo máximo que Pyter haría sería rodar los ojos en una clara muestra de "si, si, ¿qué importa" —Claro que le diré, luego te pasaré una foto para que veas que terminó eligiendo el red velvet—. Se despide con la mano y se toma un segundo para volver a ver el menú, segura de que no necesita nada más sale y se encamina a la parada de bus más cercana, podía caminar pero el frío helaba sus palmas y no quería resfriarse. Tarda exactamente veinte minutos en llegar entre la espera y el camino.
Anya sube los escalones rápidamente, el efecto del abrigo pasa en un chasquido de dedos, le cuesta tomar la llave que se cae antes de que pueda asomarla en la hendidura de la cerradura. Ya dentro sacude sus pies, se quita las botas y deja la caja de dulces en la mesa mientras se despoja del abrigo. —¡Tobby!, ¡Pyt! Ya estoy en casa—. Estaba tomando de nuevo el paquete cuando ve a su cachorro blanco corriendo hacia ella, esta vez con sus paticas mojadas, de lejos llega la mascota de Pyt, su cabeza estaba húmeda y sus paticas en el mismo estado. —¡Joder!, no puede ser, ¡la tubería!
- Anya L. Treadaway
- Libras : 53
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