i'm just a teenage dirtbag, baby ✖ jackie's.

La música estaba demasiado alta y el mundo giraba demasiado deprisa; Indiana y Jackie tan solo eran dos cuerpos insignificantes moviéndose al ritmo de la música. Él le dio un codazo y se disculpó, y ella simplemente sonrió para quitarle importancia al asunto; quizás en otras circunstancias ella le habría echado una mirada asesina y él habría hecho algún comentario cargado de malicia sobre la torpeza de la chica, pero no aquella noche. Veinte minutos después los dos corrían escaleras arriba —manos entrelazadas, labios rojos e hinchados aún húmedos y expectantes— y cerraban la puerta de una habitación desconocida  a sus espaldas. Ella no quería saber su nombre pero él se lo dijo igualmente, porque quizás Jackie querría susurrarlo mientras las manos y los labios de Indiana obraban su magia. Cuando ella se despertó, él ya no estaba.

Y es que cuando la cosa empezó a ponerse interesan— perdón, más interesante, Indiana tuvo que salir de allí como alma que lleva el diablo en busca de algo que le permitiera a) echar el polvo de su vida y b) no ser padre nueve meses después, solo para encontrar a la vuelta a una Jackie medio desnuda pero completamente dormida. Obviamente hizo lo que tenía que hacer: la vistió, cogió el teléfono de la chica y rebuscó entre sus mensajes hasta dar con alguien que encajara en el perfil de mejor amigo o amiga para pedir que la vinieran a buscar. Media hora más tarde alguien la llevaba en brazos hasta un coche e Indiana se marchaba a casa con la conciencia tranquila. Por aquel entonces no tenía ni idea de que Jackie tenía solo dieciséis años, claro.

Tres días y una caja de aspirinas después, Indiana decidió contactar con ella. No me preguntes cómo, pero consiguió que accediera a tomar un helado y dar una vuelta por el pueblo. Al principio fue raro, raro porque ambos recordaban lo que había pasado, pero en cuanto la conversación se llenó de música y cine y cosas frikis, la cosa cambió completamente. Decidieron enterrar aquella noche y comenzar de nuevo, y es que Indiana tenía la sensación de que conocía a Jackie desde siempre aun cuando apenas llevaban un mes quedando y compartiendo helados gigantes en la heladería local. Además, que mola tener amigos más grandes que tú, ¿no? E Indiana era un tipo guay. Seh, a Indiana a veces le gustaba ser un poco cabrón y decidía sacar "el temita", pero ahora, dos años después de aquello, ambos tienen claro que la amistad es la última frontera que están dispuestos a cruzar juntos.

Indy daría la vida por Jackie, y es que la quiere con toda su alma —en el sentido más amistoso posible, claro. Se ríen a carcajada limpia, cantan a todo pulmón cuando todo el mundo duerme y son los reyes del fotomatón, y da igual cuántas veces Jackie quiera atizarle a Indy con la zapatilla o prenderle fuego y tirarlo por el balcón, porque uno no podría estar sin el otro. Son mejores amigos, son los mejores colegas del mundo, y es que lo que unió el vodka, el whisky y las hormonas adolescentes solo la muerte puede serpararlo.